jueves, 19 de enero de 2012

Sobre vino y jazz, y un montón de otras cosas, claro, de acuerdo con la perspectiva de Duke Ellington

El mundo de Duke Ellington, es un libro del crítico británico Stanley Dance, publicado en 1970, que funciona como una suerte de biografía colectiva de la orquesta del creador de "Sophisticated Lady". En la Argentina fue traducido por  Gerardo V. Huseby y publicado por la editorial Víctor Lerú S.A. en 1973. A poco de comenzado el primer capítulo, pueden leerse las reflexiones de Ellington que copiamos a continuación. Tal vez tenga sentido considerarlas a la hora de descorchar la próxima botella o de comer el próximo bife.

El arte está en la manera de concinar

A la gente se le suede decir que no debe nunca beber otra cosa que vino blanco con pescado o vino tinto con carne. Los que no saben, los que nunca han oído decir esto y no han sido educados siguiendo estas normas beben cualquier cosa. Sospecho que disfrutan de su comida y su bebida como los demás.

Sucede lo mismo con la gente que no escucha música. No necesariamente saben qué es lo que están escuchando. No se necesita saber que el músico está tocando una quinta baja o una tercera menor; sólo hay que disfrutar, y es ésta la manera de escuchar música que considero más nomral y saludable. Un oyente que debe primero decidir si es correcto lo que el músico toca o escribió , no sirve. La cuestión que importa es "¿Cómo suena?" y, por supuesto, la manera en que suena es modificada por el gusto del oyente.

"A un oyente le pueden gustar las cosas bonitas, aquello que consideraríamos bonito o relamito. A otro le puede gustar una línea melógica elegante, acompañada de una armonía agradable y probablemente con una pizca de elemento romántico. Un tercero puede apreciar la disonancia sutil, mientro que un cuarto puede a su vez preferir una disonancia total. Un quinto puede tener una apreciación más amplia y disfrutar de todas las posibilidades. Pero lo que aquí importa, creo, es el gusto pernoal y no las categorías.

La música es en sí una categoría del sonido, pero todo lo que entra por el oído no es música. La música es la música, y eso es todo. Si suena bien es buena música, y depende de quien escucha para saber lo bien que suena. Ahora quiero aclarar esto. La música puede sonar bien a alguien a quien no le gusta otra cosa que la cacofonía, pero no necesariamente sonará bien a su vecino. Hay mucha gente que realmente busca la distorsión. No a todo la gente del mundo le gusta lo bonito. Tampoco le gusta a todo el mundo lo suave y romátnico. Hay gente a quien nunca le gusta ninguna de las dos cosas, pero todos tienen derecho a sus gustos y preferencias. Usted sabe que a alguna gente ni siquiera le gusta llevarse bien con los demás. No están contentos si no pelean todo el tiempo. Alguna gente es un poco sádica, digamos y otra un poco masoquista. A menudo sopsecho cuandl oa gente dice algo criticando a los demás, que lo dicen en forma deliberada, esperando que se les conteste algo desagraable, de modo de obtener el puntapié que buscan.

Consideremos ahora este cliente imaginaior que va a un restaurante. Según lo que ud. me dice, estudia el menú y ve los platos clasificados bajo encabezamientos tales cmo pescado, aves y carne. Eso le resulta conveniente, ¿no es así? Pide un churrasco, pero después de algunos minutos viene el mozo con un plato de pescado. Cuando se queja sale de la cocina el cocinero –¡y el cocinero es una figura importante!– con un gran cuchillo en la mano. El cocinero le dice que lo comoa porque es buena comida, peroque si estuviera muriéndose de hambre no le importaría que fuera pescado o churrasco. Así que ud. piensa que la cuestióna va más allá de si se trata de buena comida o de la otra, ¿eh?

Bueno, si alguien tiene oídos muy hambrientos para lo que considera jazz, o para un ruido agradable que le hace sentir ganas de moverse con swing (y tenemos aquí posiblemente una buena definición de jazz), entonces le bastará con casi cualquier cosa. Por lo menos, si estuviera muriéndose de hambre toleraría cualquier cosa. Pero si no estuviera muerto de hambre y fuera como un gourmet en un restaurante de gourmets y pidiera pescado, y le trajeran pescadoy al minuto de probarlo dijese: "No, ¡esto no ha sido cocinado por Pierre! ¿Quién es el cocinero hoy? Esta no es la manera en que me gusta. A mí me gusta la manera en que lo cocina Pierre". ¿Y entonces?

Esta no es una cuestión de categorías. Es algo personal. Queire el pescado cocinado de una manera en particular, del mismo mode en que algunos quieren la trompeta ejectuada por Louis Armstrong, otros por Dizzy Gillespie, otros por Harry James, otros por Miles Davis y a´´un otros por Maynard Ferguson. ¡Y conozco a muchos a quienes les gusta escuchar a Ray Nance en trompeta!

Hay gente que se ha criado comiendo exclusivamente pesaco. En donde viven no se puede obtener otra cosa. Otros han sido criados exclusivamente en base a carne, dado que en su territorino no se permiten ovejas. Algunos han sido almentados con aves, dado que es lo único que pueden obtener, y las deben cazar. A caa una de esas personas se le puede desarrollar el gusto por la comida a la que ha estado acostumbrada, y al probar cualesquiera de las otras comidas le puede parecer extraña y desagradable. Pueden llegar a pensar que la carne no tiene la delicadeza del pescado, pero posiblemente no lo expresen. A lo mejor dirán: "Esto es algo que nunca he probado y me gusta". Y de este modo cultivarán el gusto por esa comida.

Ahora bien, no considero que estras tres comidas –pescado, aves y carne– constituyan tres categorías distintas. Quizá sea ya demaisado elemental, demasiado primitivo. Son todos animales de presa. Qui´za yo todavía pienese en términos de matar el animal y comerlo media hora más tarde (Debo admiri que ¡en la vida logre pescar nada!).

Se podría dividir la sección carne de ese menú en los rubros carne vacuna, cordero, cerdo, etc., también en frío y caliente, o según la manera en que los platos han sido cocinados –a la parrilla, al horno, hervido, etc.–, y posiblemente esto resulte útil para el cliente, pero multiplicar las divisiones de esa manera en la música, en mi opinión, sólo multiplica la confusión. El pescado, las aves y la carne pueden proporcionarnos un paralelo, pero no hay que olvidarse de que el arte está en la manera de cocinar. Y lo que es conveniente para el oyente o para el crítico no necesariametne resulta una ayuda para el músico.

Etc.

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