sábado, 31 de marzo de 2012

"Django Renhardt, le Swing de Paris", en la Cité de la Musique

De acuerdo con los datos que figuran en su página web , la Cité de la Musique es un establecimiento público, industrial y comercial, que recibe el apoyo del Ministerio de Cultura y Comunicación de Francia. Fue concebida por el arquitecto Christian de Portzamparc e inaugurada en 1995. Para mayores precisionhes, se trata de un lugar enteramente dedicado a todas las músicas, ubicado en el Parc de la Villette, al noroeste de la ciudad de París. Allí hay un museo de la música, una mediateca dotada de unos 100.000 documentos y una oferta pedagógica muy rica y variada.

También es un lugar destinado a conciertos, ya que funciona como complemento de la Salle Pleyel. Pero además de todo esto, es igualmente un centro de exposiciones retrospectivas de largo alcance.

Entre otras, allí tuvieron lugar la fabulosa muestra que celebró a Miles Davis y la retrospectiva de Patti Smith. Actualmente, el objeto de todas las miradas es Bob Dylan, con una increíble muestra combinada con conciertos, que abarca el período 1961-1966.

No es todo: según se indica en el último número de Jazz News allí, entre el 6 de octubre de 2012 y el 20 de enero de 2013, tendrá lugar la muestra "Django Renhardt, le Swing de Paris". Los interesados pueden ir sacando su pasaje en la aerolínea de su elección.

viernes, 30 de marzo de 2012

Dos novedades de ECM

ECM, muy activa en los últimos meses, acaba de sacar dos novedades que se detallan a continuación. Se trata de sendos discos de Billy Hart y del grupo Fly. En ambos, para más datos, el saxofonista es Mark Turner.


All Our Reasons

Mark Turner (tenor saxophone)
Ethan Iverson (piano)
Ben Street (bass)
Billy Hart (drums)















Year Of The Snake

de Fly:

Mark Turner (tenor saxophone)
Larry Grenadier (bass)
Jeff Ballard (drums)

miércoles, 28 de marzo de 2012

Minton's llegó a la casa de Dylan Thomas en Gales

El Sr. Guillermo Hernández, con la enorme generosidad que lo caracteriza, le dijo al enviado especial de Minton's a París: "Acá tenés unos mangos, pibe. Tomate unos días libres". Quien firma, ni corto ni perezoso, decidió entonces alejarse del trajín de París para buscar refugio en la calma de Cardiff, allá en Gales. Pero como suele suceder, el dueño de Minton's calculó mal y en lugar de euros o libras envió patacones que le habían quedado de cuando el local estaba en Belgrano y todavía vendía discos de Herbie Hancock. Esto para decir que las vacaciones fueron breves y, de vuelta en la lucha, este corresponsal, después de haber visitado la casa de Dylan Thomas en Laugharne (ver foto), sobre la costa galesa, ya está en condiciones de volver a la lucha. Esperen pues los lectores nuevos posteos.

jueves, 22 de marzo de 2012

"Che, Wynton, ¿y la coherencia?", pregunta Patricia Bullrich

Nadie duda de la enorme destreza técnica de Wynton Marsalis. En el ha pasado, ha sabido dar muestras notables en este sentido y ahí están, por ejemplo, los varios volúmenes que, con el título genérico de Standard Time, editó para Sony, en diversos ejercicios de relectura de la tradición. Otro tanto hay que decir de sus propios logros como compositor, aun cuando estos puedan interpretarse como ejercicios voluntarios destinados a emular a Duke Ellington. Y hasta aquí, todo bien. Pero entiendo que todo el mundo recuerda la manera en que Marsalis condenó al propio Miles Davis por haberse alejandor de la tradición que él mismo había instaurado cuando empezó a inventar lo que después iba a llamarse jazz-rock, o cuando coqueteó con el funk y el hip-hop. Y todavía más acá en el tiempo, todavía resuenan las amargas palabras que le dedicó a su hermano Bradford cuando éste integró la banda de Sting o participó en discos de The Grateful Dead.

Bien, vale la pena señalar que, desde que la Sony cesó de interesarse en el joven prodigio (cosa que ocurrió cuando éste dejó de ser tan joven y el remedo de jazz propuesto por los jazz lions empezó a aburrir, con la consiguiente baja en las ventas de discos) Marsalis emigró a Blue Note (un selló muy interesado en el cross over; vale decir, en la promoción como jazz de todo aquello que no es jazz: Norah Jones, Jeff Bridges, etc.), lo cual, aparentemente, lo habría llevado a revisar su posición. De hecho, al disco que grabó con el cantante country Willie Nelson lo sucedió otro que grabó con lo que queda de Eric Clapton. En ambos casos, se trató de colaboraciones que tuvieron lugar primero en el marco del programa Jazz At Lincon Center. Y ahora se anuncia, con ese mismo marco, se anuncia para el 18, 19 y 20 de abril  próximos una nueva colaboración, esta vez con Paul Simon. Es de esperar que después, para acercarse al mercado latino, vengan Shakira y Ricky Martin. Dicho de otro modo, en cualquier momento, Wynton Marsalis deja el menemismo para acercarse al actual gobierno. O quizás se haga radical disidente y elija entre el Frente Para  la Victoria y el ARI. O como dijo Osvaldo Soriano, ya no se meta en política porque siempre fue peronista.

miércoles, 21 de marzo de 2012

Aparentemente, Guillermo Hernández y Herbie Hancock llegaron a un acuerdo

La noticia fue difundida por la agencia AP y apareció el 20 de marzo pasado en Clarín. En la bajada, se  lee: “Se celebrará el 30 de abril de cada año. La inauguaración oficial será en París. También se realizarán eventos en varios países”.

El pianista Herbie Hancock creó el Día Internacional del Jazz

Para él, el mundo necesita algo de diplomacia jazzera.  La primera gran iniciativa del renombrado compositor y pianista de jazz Herbie Hancock, desde que fue nombrado embajador de buena voluntad de la Unesco, ha sido establecer el Día Internacional del Jazz el 30 de abril de cada año.

 “El último medio siglo, el jazz ha sido la voz de la libertad de muchos países. Estoy realmente emocionado por este día'', dijo Hancock.

El evento inaugural de este año, organizado por la Organización Educativa, Científica y Cultural de las Naciones Unidas en sociedad con el Instituto de Jazz Thelonious Monk, que Hancock dirige, incluirá conciertos en París, Nueva Orleáns y Nueva York. También se realizarán eventos relacionados con jazz en al menos dos docenas de países, desde Argelia hasta Uruguay.

Hancock dijo que casi no enfrentó dificultades para conseguir el apoyo de los 195 miembros de la organización cultural de la ONU a su propuesta,  “porque el jazz ha tenido un impacto importante en tantos países''.

La directora general de la Unesco, Irina Bokova, apoyó la iniciativa. En un comunicado, dijo que el Día Internacional del Jazz pretende juntar a gente de todo el mundo “para celebrar y aprender más sobre el arte del jazz, sus raíces y su impacto, y para resaltar su importancia como medio de comunicación que trasciende diferencias''.

La inauguración oficial será el 27 de abril con todo un día de programación en la sede de la Unesco en París,  que incluirá clases magistrales, discusiones en mesas redondas, talleres de improvisación y la actuación de artistas de varios países.

Un concierto por la noche incluirá presentaciones de Hancock, Dee Dee Bridgewater, Hugh Masekela de Sudáfrica y Tania Maria de Brasil, entre otros.

El pianista comenzará las celebraciones del 30 de abril con un concierto al amanecer en la plaza Congo Square,  de Nueva Orleans. Después,  se trasladará a Nueva York para presentarse ante el cuerpo diplomático internacional en el Salón de la Asamblea General de la ONU presentado por Morgan Freeman, Robert De Niro, Michael Douglas y Quincy Jones.

El recital, que contará con varios astros del género musical y  se transmitirá en vivo en los sitios web de la ONU y la Unesco

Para Hancock, ambos conciertos simbolizan la globalización del jazz que ha observado desde que inició su carrera hace más de medio siglo.

“Espero que este día propague la alegría de la creación espontánea que existe en esta música. Tengo la sensación de que el jazz recibirá lo que merece'', comentó.

(Fuente: AP)

  

martes, 20 de marzo de 2012

Por increíble que parezca...

... sigue habiendo desubicados (por no decir pelotudos) que envían mensajes anónimos (esto es, para ser bien claro, sin firma) a este blog. Si por un momento se tomaran el trabajo de desplazar la vista hacia la derecha, verían un cartel que dice que acá no se publican mensajes anónimos, ya que se consideran una falta de educación aun cuando su tono sea amable, y fundamentalmente una cobardía, cuando su contenido es insultante. Entonces, una vez más: ESTE BLOG NO PUBLICA MENSAJES ANONIMOS.

viernes, 16 de marzo de 2012

Tomás Gubitsch en el Studio L'Ermitage

(París, de nuestro enviado especial) Después del frío, de la lluvia, de los días grises, súbitamente la primavera se hizo en la capital de Francia y las terrazas de los cafés se poblaron de locales y extranjeros quienes, ya con menos ropa de abrigo, se dispusieron a disfrutar de los 22 grados de ayer, bajo una luz radiante como de fotografía Kodak de los años sesenta. En consecuencia, nada le molestó menos a este sufrido corresponsal que dirigirse a Menilmontant para escuchar a Tomás Gubitsch y su ahora sexteto.

Menilmontant es un barrio del distrito 20 de París que, luego de haber sido poblado por árabes y judíos, en los últimos años se ha convertido en uno de esos barrios "bobo" ("bohème bourgeois) de la ciudad. Esto significa que su población ha ido cambiando y las viejas casas obreras, al igual que en el vecino Belleville, se han convertido, reciclado mediante, en viviendas lujosas para jóvenes con plata. En consecuencia, el barrio ha cobrado una nueva vida, con cafés, restaurantes y lugares donde escuchar música. Uno de ellos es, justamente, el Studio L'Ermitage, que queda en el 8 de la rue d L'Ermitage a unos cincuenta metros de donde esta calle se corta con la rue de Menilmontant, larga arteria que recorre una de las varias colinas de París y que, por lo tanto, obliga al paseante a considerar un par de buenos pulmones.

El Studio L'Ermitage es apenas un galpón ligeramente modifcado como para albergar una barra, un escenario móvil y a unas 200 personas, que se ubican en sillas tanto en la PB como en los dos pisos de metal que revelan el origen industrial de las instalaciones. Para que todo esto resulte todavía más claro, el lector argentino debería imaginarse una suerte de Trastienda, pero más simpática. Allí, desde hace ya bastante tiempo, tienen lugar todo tipo de expectáculos. De hecho, tres años atrás, Tomás Gubitsch empezó a coordinar un ciclo dedicado a la música y a los músicos de Argentina que se llama Buenos Aires Sur Scène, un juego de palabras que alude a Buenos Aires sobre el escenario, pero también, por homofonía, a Buenos Aires en el Sena. Por ahí pasaron tanto los locales, como los "importados". Allí, gracias a los buenos oficios de Gubitsch, se presentaron Paula Shocron, Luis Nacht, Fernando Tarres y, en julio, hará otro tanto Diego Schissi.

El show no es un show, o al menos eso es lo que explica Gubitsch antes de comenzar ante una sala colmada, ya que el Theatre de la Ville, donde tocó el 5 de enero, obliga a los músicos por contrato a no presentarse en París al menos hasta un año después de haber tocado en su escenario. El show, dice Gubitsch, es una fiesta. Y ahí no más arranca en trío, secundado por el bandoneón de Juanjo Mosalini --a esta altura, acaso uno de los mejores bandoneonistas de ambas márgenes del Atlántico-- y el contrabajo de Eric Chalan. Ambos, desde el principio, son miembros de los varios grupos con los que se viene presentando Gubitsch en los últimos años y, por supuesto, miembros efectivos del trío estable. Los tres tocan de memoria y es evidente la enorme complicidad que existe entre ellos y lo bien que la pasan sobre el escenario.

¿En qué consiste la música? Es una mezcla de tango, rock y, música improvisada, con no pocos elementos correspondientes a la tradición clásica que, a esta altura, bien podría definirse como "la música de Gubitsch" para terminar de una vez por todas con las reiteradas y consabidas  referencias a Rodolfo Mederos, Luis Alberto Spinetta y Astor Piazzolla, que, a fin de cuentas, sólo constituyen un año y medio de la trayectoria del músico, más precisamente entre los 17 y 19 años (ahora tiene 54...). Se trata de una música compleja y de recepción inmediata a la vez, que abreva en muy distintas tradiciones sin casarse con ninguna, lo cual la vuelve bastante inclasificable. De eso se trata fundamentalmente y por eso en todas las disquerías de París, a diferencia de los discos de otros compatriotas, los de Gubitsch van a la sección jazz, el depósito natural de todas las músicas inclasificables.

Al cabo de cuatro temas, Gubitsch llama a sus invitados. Se trata de tres grandes virtuosos: Sébastien Surel, en violín, Marc Desmons, en viola, y Lionel Allemand,  en violonchelo. Para que quede claro de quiénes se trata, Surel fue durante tres años violín solista de la Orquesta Filarmónica de Radio France. En 2003 fundó el Trio Talweg, con quienes recorrió Europa y Japón, y con los cuales recibió el Dapason D'Or por sus grabaciones de los tríos de Chaikovsky y Shostakovich. A la fecha, tanto en orquestas como en conjuntos de cámara, ha tocado la totalidad de los conciertos de Mozart, de Mendelssohn, Chaikovski, Sibelius y Barber, entre otros compositores. Por su parte, Desmons es desde 1992 segunda viola solista de la Orquesta de la Opera de París, además de ser él mismo director orquestal y compositor. Finalmente, Allemand, miembro del cuarteto de violonchelos Beauvais, en paralelo a su trayectoria como músico clásico, se presentó también con Dave Murray, Didier Lockwood y Terry Reid, entre otros músicos populares.

Cuando los seis tocan juntos la experiencia para el oyente es francamente extraordinaria. La devoción con que el público francés responde al prodigio que tiene lugar sobre el escenario es francamente conmovedora. Al cabo de dos bises y visiblemente exhaustos, todos saludan y la gente se lanza a palmearlos, estrecharles las manos y preguntarles, casi de inmediato, por el próximo concierto. Acá es donde el enviado especial de Minton's saluda y se dirige a la noche con una sonrisa de oreja a oreja y la extraña sensación de inconfesable orgullo de ser tan argentino como Gubitsch y su increíble música.

jueves, 15 de marzo de 2012

Hoy toca John Zorn con Masada en Buenos Aires

“Saxofonista y compositor ecléctico, casi nada del mundo musical le ha sido ajeno. Con este cuarteto de virtuosos del jazz, toma como modelo a Ornette Coleman y lleva su tímbrica y el espíritu de libertad al mundo de la música judía centroeuropea.” Así dice la bajada de la nota que publica hoy Diego Fischerman en el diario Página 12 a propósito del concierto que hoy brinda John Zorn y sobre el cual este blog espera el comentario de sus usuarios.

“Los músicos no piensan en casillas”

La formación del grupo remite, sin duda, a la de uno de los conjuntos cenitales en la historia del jazz, el cuarteto de Ornette Coleman con Don Cherry en la trompeta. La música, en cambio, si bien guarda una deuda en cuanto al lugar que allí tiene la libertad armónica y formal, no podría ser más diferente. Si en Ornette se trataba de una especie de híper bop, con una ampliación hasta el infinito de las cadenas de acordes (aunque fueran acordes imaginarios), en John Zorn, tal vez uno de sus discípulos más acabados, y, en particular en su grupo Masada, la referencia no podría ser más lejana: su material, o por lo menos su punto de partida, es el klezmer.

Conformado por cuatro virtuosos del jazz –el propio Zorn, Dave Douglas en trompeta, Greg Cohen en contrabajo y Joey Baron en batería–, Masada no hace exactamente jazz aunque, claro, el jazz tampoco deja de estar presente. Y esa mezcla tan extraña como improbable llegará hoy por primera vez a Buenos Aires, donde se presentará, a las 21, en el Teatro Coliseo (M. T. de Alvear 1125). Signado por el eclecticismo, Masada no se diferencia demasiado del resto de la producción de Zorn, que como compositor clásico ha transitado por una especie de estética del zapping y como músico de jazz ha combinado el free con los estilos más diversos y, de paso, los ha ilustrado, en las tapas de sus discos, con escenas japonesas de sadomasoquismo. Su diversidad, a la manera de los heterónimos de Pessoa –o de Robert Schumann–, toma la identidad de distintos proyectos bastante diferenciados entre sí: Naked City, Pankiller, Cobra, Bar Kokhba, Masada, Electric Masada y The Dreamers. Y en su vasta producción destacan los discos sobre Lulu, con la bella Louise Brooks (la Lulu de la película de Georg Pabst) en la tapa y en trío con Bill Frisell en guitarra eléctrica y George Lewis en trombón. Entre quienes han tocado con él se encuentran, además, John Medeski, Marc Ribot y Uri Caine. Y cada una de sus experiencias fue un mojón en el movimiento de vanguardia neoyorquina identificado como “música del downtown” y ligado a oscuros clubes de jazz de esa ciudad, como Knitting Factory, que acabaron siendo célebres.


Un quiebre en su carrera fue el disco The Big Gundown: John Zorn Plays the Music of Ennio Morricone, editado en 1985, por Nonesuch. En la década del ’90 crea su propio sello, Tzadik, donde lleva editados más de 200 álbumes, e incluye material original y provocativo de su autoría y de artistas que tienen su impronta creativa y de búsqueda permanente como Bill Laswell, Wadada Leo Smith, Steven Bernstein, Laurie Anderson, Lou Reed, Eyvind Kang o Dave Douglas. Su primer encuentro con la música judía centroeuropea se plasmó con la edición de Kristallnacht (una representación musical de La Noche de los Cristales Rotos, cuando, en 1938, los nazis atacaron los negocios y casas de los judíos). Tiempo después fue uno de los fundadores y dirigió del movimiento Radical Jewish Culture, de donde surgió Masada. Si la radicalización del free jazz de la Asociación de Músicos Creativos de Chicago había tenido que ver, en la década de 1970, con los movimientos por la lucha de los derechos de los negros estadounidenses, en este caso estaba ligada a otra clase de reivindicación.

Interesado en las teorías del juego y cercano a lo que podría considerarse una encarnación experimental del posmodernismo, Zorn asegura que “cada día hay una nueva posibilidad para reinventarse, pero el problema es que estamos demasiado vencidos por los poderes que hacen sentir a la gente feliz si está dormida. Veo enormes corporaciones que se comportan como faraones con los esclavos. Veo a McDonald’s por todos lados, veo la destrucción de lo que algunos de noso-tros amamos: los pequeños negocios a los que les preocupa la música reemplazados por supermercados. Y, después, los supermercados de la música devorados por su propia ineficiencia y cerrando uno detrás de otro. Es posible que en cien años el mundo le pertenezca a una sola corporación. Una de las defensas es imaginar políticas del arte, ir en busca de los artistas independientes y de los pequeños sellos que no están atados para escapar de la Inquisición”.

Para Zorn, por otra parte, “el término ‘jazz’ en sí mismo significa muy poco. Los músicos no piensan en casillas. Sé lo que es el jazz. Lo estudié. Lo amo. Pero cuando me siento a hacer música, vienen juntas un montón de cosas. Y a veces eso se va un poco más para el lado clásico, y a veces un poco más para el lado del jazz o un poco para el del rock, o, a veces, no se va en absoluto para ninguna parte. Yo floto en el limbo. En realidad, de la única tradición que me siento un poco más cerca que de las otras es de la d

martes, 13 de marzo de 2012

Con Jarrett, Buenos Aires la sacó barata

El enviado de Minton’s a París tuvo la suerte de encontrarse con un viejo amigo inglés a quien hacía años no veía. Después de intercambiar noticias sobre las respectivas vidas, de preguntar por esposas e hijos y todo lo que se suele decir en estos casos, surgió uno de los temas en común --el jazz--, y ambos se pusieron al día de sus respectivos descubrimientos así como de los conciertos más importantes a los que habían asistido. Así, en algún momento de la charla se mencionó a Keith Jarrett y fue ahí donde el enviado le comentó a  Andrew --tal el nombre de su amigo-- sobre el concierto de piano solo en el Colón. El inglés escuchó con atención y asombro. Le parecía increíble que la gente, ante la enorme descortesía del pianista no se hubiese ido del teatro, como dijo, habría ocurrido en Gran Bretaña. Pero evidentemente el relato del argentino debió haber calado más hondo de lo que él mismo se hubiera imaginado, porque unos días más tarde, ya desde Londres, Andrew le envío a su amigo la siguiente crónica, cuya fuente se detalla al final del artículo. Se presenta aquí traducida por J.F.

Toses y fotos 

 Jarrett es notoriamente intolerante con el ruido que hace el público, incluidas las toses y otros sonidos involuntarios, especialmente durante las presentaciones de piano solo improvisado. Siente que los ruidos extraños afectan su inspiración musical. En consecuencia, en épocas de frío se le ha proporcionado al público de los conciertos de Jarrett pastillas para tos porque es sabido que ha llegado hasta dejar de tocar para dejar que la gente tosa sola. Esta intolerancia fue clara durante un concierto dado el 31 de octubre de 2006 en la recién restaurada Salle Pleyel de París. Después de hacer un apasionado pedido al pública para que dejara de toser, Jarrett se fue de la sala en la primera mitad, negándose primero a continuar, aunque luego regresó al escenario para terminar esa parte del concierto y también la segunda. En el siguiente concierto que dio tres días después nadie tosió, en obediencia de un anuncio oficial previo urgiendo al público a minimizar todo tipo de ruidos. En 2008, durante la primera mitad de otro concierto parisino, Jarrett se quejó ante el público de la calidad del piano que le habían dado, yéndose del escenario para hacerles oír sus protestas al personal del teatro. Siguió un largo intervalo en el que el piano fue reemplazado. En 2007, durante un concierto en Perugia en el marco del Umbria Jazz Festival, enojado con los fotógrafos, Jarrett le impoloró al público: “No hablo italiano, así que si alguien habla inglés, díganles a esos pelotudos con cámeras que apaguen sus putos aparatos ya mismo. ¡Ya mismo! No quiero más fotós, ni tampoco esa luz roja que hay ahí. Si vemos una sola luz más, me reservo el derecho (y creo que para ustedes es un privilegio poder escucharnos), pero digo que me reservo el privilegio, al igual que Jack (De Johnette) y Gary (Peacock) de dejar de tocar para irnos de esta ciudad de mierda”. Esto hizo que los organizadores del Festival declarasen que nunca más lo iban a volver a invitar.

Fuente: http://www.musicbanter.com/jazz-blues/37903-any-jazz-artists-like-keith-jarret-cds-vinyl-albums-solo.html#ixzz1odWngNhQ

lunes, 12 de marzo de 2012

Fischerman recomienda para la cartera de la dama y el bolsillo del caballero

En  2007 Sudamericana publicó y distribuyó en la Argentina Deep in a Dream. La larga noche de Chet Baker, un libro que todavía se encuentra en librerías. Se trata de una biografía de Chet Baker, firmada por James Gavin. En marzo de ese año, Diego Fischerman publicó la reseña que se ofrece a continuación en Radar Libros, el suplemento literario del diario Página 12.

Un cierto sueño americano

Se dice que fue Miles Davis quien lo dijo. Posiblemente haya sido otro. Pero la frase era cierta: un negro, para ascender socialmente, tenía que ser boxeador o músico de jazz. Y en el boxeo, como en el jazz, el gran mercado —es decir el mercado blanco— esperaba con fruición la Gran Esperanza Blanca. Aquel que viniera a poner orden en esos desquiciados rubros donde primaban, invariablemente, los negros. Y si la Esperanza no aparecía, se la inventaba. “Parece que la música no se acepta de verdad hasta que aparece un blanco capaz de hacerla”, se quejaba el genial trompetista Art Farmer. “A Benny Goodman lo llamaron ‘el rey del swing’ pero antes que él había muchos otros con un swing de mil demonios. Así es el mundo.” El endiosamiento del maldito Chet Baker y, por supuesto, su condena, tienen que ver, precisamente, con ello.

Toda buena historia es contradictoria. Si Romeo no hubiera acabado de matar al hermano de Julieta, la pasión de ella no habría sido la misma. Y si hay una buena historia en el jazz es la de Chet Baker. “Estábamos simplemente obsesionados con él”, recordaba el guionista Lawrence Trimble en el documental Let’s Get Lost, citado en la brillante biografía escrita por James Gavin. Y es que Gavin, justamente, entiende que es la tensión entre aspectos aparentemente irreconciliables la que da la clave del misterio. Bien vestido, reacio al tabaco, nativo del interior profundo (poco importa que el padre casi nunca estuviera sobrio) y con sus servicios al ejército en el legajo, su imagen coincidía con la de un posible personaje de película. Algo así como “el patriota campesino que, gracias a la magia de su trompeta, conoció el éxito”.

Con un estilo que cultivaba el medio tono hasta la exageración, rodeado de chicas que le pedían autógrafos y elegido en las encuestas de las revistas especializadas como el mejor, por encima de nombres como los de Davis o Dizzy Gillespie, Chet Baker era la encarnación más perfecta de un cierto sueño americano. Había un problema, sin embargo. A los 25 años, Chet Baker ya estaba consumido por las drogas. Y además, sus seguidores percibían algo que los demás ignoraban. No lo admiraban por su cercanía con el modelo del buen joven norteamericano sino por lo contrario. Ellos se daban cuenta que su mirada casi siempre estaba en otro lado, que el estilo beatífico era, en realidad, inquietante y, en palabras de Gavin, la pregunta del millón era: “¿Cómo podía salir una música tan idílica de un tipo que estaba claro que no tenía buenas intenciones?”. Chet Baker era, para los jóvenes blancos contestatarios el mejor modelo antisocial posible. La polémica acerca de si Baker tenía éxito por sus valores o simplemente por ser blanco —y atractivo para las chicas— lo cercó durante toda su carrera. Criticado con crudeza cuando empezó a cantar —la revista especializada Down Beat calificó el primer disco en que lo hacía con una sola estrella, una verdadera afrenta— y despreciado por muchos de sus colegas —empezando por Davis— Baker fue mucho más que un trompetista blanco con sonido suave y voz complaciente. Que su muerte haya sido tan misteriosa como su estilo musical, cayendo por la ventana de la habitación del hotel de Amsterdam donde vivía —una ventana suficientemente pequeña como para que, según parece, nadie pudiera caer sin ser empujado—, es, en todo caso, uno más de los elementos de esta magnífica historia que Gavin cuenta con lujo de detalles, documentación exhaustiva y ritmo febril. A las bondades del trabajo del autor debe agregarse, además, una verdadera rareza: el buen oficio del traductor, Manuel Ibeas Delgado.

sábado, 10 de marzo de 2012

Dos importantes antologías de blues del sello Hip-O Select

Para quienes piensen, con razón, que el blues es importante y que todo aficionado al jazz debe considerarlo con la correspondiente seriedad y respeto, aquí van dos novedades importantes del sello Hip-O Select.

Smokestack Lighning / Complete Chess Masters, de Chester Burnett, conocido para la fama como Howlin' Wolf. Se trata de los registros realizados entre 1951 y 1960 por este nativo de Mississippi, emigrado a fines de la década de 1940 a Chicago. La caja de cuatro discos se acompaña del correspondiente libro, cuyo texto firma Peter Guralnick.

Heart  & Soul. A Retrospective, de la recientemente desaparecida Etta James, también se presenta como una antología cronológica , dividada en cuatro discos, que incluye las grabaciones más importantes de la cantante, realizadas entre 1954 y 2007.

jueves, 8 de marzo de 2012

A una semana de que Jonh Zorn toque en Buenos Aires

La siguiente nota, que anticipa la llegada de John Zorn, apareció en Clarín de ayer, firmada por Adrián Mazzeo. En la bajada se lee: “El músico neoyorquino, ícono de la escena del jazz, se presentará, con su grupo Masada, el jueves próximo. Ha grabado más de 100 discos”.

“Estoy feliz de ir a Buenos Aires”

Cómo escribir sobre John Zorn y la intensidad de su trabajo sin considerar el cúmulo desbordante de energías y ritmos de Nueva York, su ciudad de origen? Tanto en La Gran Manzana como en la carrera de este ícono de la escena del jazz neoyorquino, se percibe de inmediato un enorme tráfico de estímulos, de ésos que dejan su huella.

Veamos. Zorn, nacido en el distrito de Queens en 1953, se planteó desde un comienzo como un músico total. “Tenemos una cultura predominantemente visual, no auditiva y para mí el sonido siempre es primordial.”, manifestaba en un viejo documental. Es así que se vuelve natural verlo de pelo largo y pantalones camuflados, armonizando exquisitamente un saxo alto con su longevo grupo Masada. Lo mismo para cuando destroza el micrófono en brutal trance ruidoso, rodeado de músicos con look de ajetreados oficinistas en alguno de sus proyectos más extremos.

Cuando toca intenta --y logra-- transmitir su propia verdad. Zorn habla de sonidos guiados por pensamientos y sentimientos honestos. Su música disponible es mucha --grabó más de 100 discos y tiene su propio sello, Tzadik-- y de tantos diferentes estilos como rascacielos tiene Manhattan. “Yo elijo trabajar… y trabajo todo el día. Tomo las decisiones finales, pero también dependo de mis expertos colaboradores.”, explica. Desde los márgenes de la exposición mediática comenzaría a definirse como músico, formando parte, a comienzos de los ‘80, del movimiento de vanguardia Downtown Music, semillero de artistas como Yoko Ono, John Cale y Philip Glass. “Ser independiente me ayudó mucho a seguir con mi visión de las cosas sin compromisos”, sostiene.

¿Qué fue lo más valioso que te dejó aquella experiencia? Haber participado de una comunidad junto a músicos grandiosos. Encontrarnos, charlar, compartir e intercambiar ideas y energía. Ser neoyorquino influyó mucho en ese sentido, de otro modo mi carrera hubiese sido distinta. Y esto en Nueva York no remite sólo a cierto espacio de tiempo: desde los años 20 hasta la ahora, siempre fue, es y será una escena excitante. El enfoque y la energía de la ciudad y el hecho de estar rodeado de tantas mentes creativamente superdotadas son factores inspiradores.

A lo largo de su carrera Zorn estuvo involucrado en infinidad de proyectos entre los cuales se destacan Naked City, donde el jazz y la film music no conocían límites estilísticos y mostraban la cara más fiera y virtuosa de Zorn, Cobra --en el que implementa un lenguaje alfanumérico para interactuar con sus colaboradores-, su extensa serie de música para películas, y Masada, suerte de acercamiento de improvisación jazzera al tradicional klezmer de sus raíces judías y quizá su proyecto más duradero con el que editó cerca de 30 álbumes. Es con este grupo en su formación conceptual original --Masada tiene varios “hermanos” como Electric Masada, Masada String Trio, etc.-- que finalmente John Zorn y los suyos llegan a Sudamérica y con él a Buenos Aires. “Estoy feliz de ir a Buenos Aires. Vengo esperando esto desde hace años, y sé que hay muchos seguidores de esta música allí. ¡Daremos todo! ¿Estás pensando en ver algo de música en vivo en la Argentina? Me encantaría, pero hay muy poco tiempo libre. Debo volver a Nueva York para grabar y componer.

¿Sos admirador de algún músico argentino? Soy un gran fan de Osvaldo Golijov, Giora Feidman y Mauricio Kagel. Por el lado del tango, Piazzolla, De Caro, D’Arienzo, Pugliese, Troilo y Firpo. También Dino Saluzzi, Mercedes Sosa, Megalopsy y Gustavo Cerati.

¡Conocés a Cerati! ¡Por supuesto que todos conocemos a Cerati! Como fans de los grandes compositores de la música brasileña, para nosotros es natural acercarnos a la música argentina y con ello, a Soda Stereo y los discos solistas de Cerati. Algunas cosas son muy simples o directas para mí, pero hay grandes canciones en los discos Sueño Stereo, Siempre es hoy y Bocanada. De todos modos, mi Cerati favorito es el de los proyectos paralelos Plan V, Roken , Ocio y la banda de sonido de la película Bien .

¿Sabés sobre su estado de salud? Sí, escuché sobre esta tragedia. Todos le deseamos fuerza, amor y una pronta recuperación.

martes, 6 de marzo de 2012

El empeño de un hombre terco y atento a los detalles

En el número de marzo de Jazz Magazine, entre muchas otras cosas, hay una nota sobre Nessa Records, firmada por Vincent Cotro. Ante el eventual interés que pueda despertar entre los talibanes del núcleo duro, se reproduce a continuación en traducción de J.F.

Nessa Records

Nacido y criado en una granja de Iova (1944), Chuck Nessa llegó al jazz –como tantos otros– por Ellington, de quien su padre le habría dado una grabación previniéndolo: "¡Quiero que pongas esto al menos una vez por semana!". Vendrá luego el descubrimiento de las primeras obras maestras de Armstrong y ésta idea fija: "Antes de que yo haya podido descubrirlo en mi habitació, fue necesario que alguien tomase alguna vez la decisión de grabar a ese grupo fabuloso...". Entonces, cuando en 1966 Bob Koester (el fundador de Delmark) le propuso que administrara uno de sus negocios, Chuck le planteó una condición:  lo haría, pero si le enseñara a grabar jazz. Así, participa en varias sesiones de Roscoe Mitchell, Joseph Jarman o Richard Abrams. Un año más tarde, convencido por Mitchell, funda su propio sello. Para su primer disco (Lester Bowie 1 & 2) les habría preido prestados unos 1.500 dólares a sus padres... Hasta que en 1984 los LP ya iban a ser unos veinticuatro, inmortalizando la génesis del Art Ensemble Of Chicago, el grupo Air (Henry Threadgill, Fred Hopkins, Steve McCall), Von Freeman, Fred Anderson, Eddie Johnson, Bobby Bradford, Charles Tyler e, incluso, Warne Marsh. Nessa publicará asimismo grabaciones españolas (con Teté Montoliú) de Ben Webster y Lucky Thompson. El pasaje a digital, comenzado en 1993, significó un largo trabajo de redición, pasando por una restauración de bandas originales llevada a cabo con medios limitados, pero con una intransigencia sin igual. Primer fruto de esa empresa, una caja de cinco CD –The Art Ensemble– en edición limitada, retratando la prehistoria del grupo hasta que en1969, en París, tome su denominación definitiva. Bajo los nombres de Lester Bowie y Roscoe Mitchell, lo esencial de esas sesiones, ya agotada la caja, comenzaría a reeditarse a partir de 2009, completando el material original con nuevas tomas alternativas. "Cuando puedo agregar un material inédito, y éste tiene coherencia, si tengo el consentimiento de los artistas, lo añado. No voy a hacerlo sólo para sumar cosas."

Es efectivamente apasionante comparar, en los discos de Lester Bowie, las tomas 4, 6 y 7, cada una de las cuales gana amplitud sobre la anterior. ¿Y cómo no alegrarse, gracias a la yuxtaposición de las 5 tomas adicionales, de poder asistir al trabajo colectivo realizado por Warne Marsh, Lou Levy, Fred Atwood y Jake Hanna en I Have A Good One for You? ¿Y qué decir del cuidado con el cual se reproducen e ilustran los textos originales, sidempre precisos y apasionantes, completados con notas peronales del productor que sirven para que cada reedición sean más clara. En una entrevista con Fred Jung, Chuck Nessa no esconde que él conserva un fuerte instinto de propiedad sobre su obra, que jamás aceptará ponerla en manos menos avisadas: "Me paso horas y horas restaurando y remezlcando las bandas en el estudio... Podría haberlo hecho todo de manera más rápida y económica, pero no es así como trabajo. Van a tener que esperar a que me muera para hacerlo".

Atención: toda la producción reciente de Nessa no está consagrada a la reedición del catálogo de los LP: no se podría ocultar el apasionante dúo de Anthony Braxton y del trompetista John McDonough, captado en 2006 e inédito hasta 2010. Siempre esperamos impacientes que Chuçk Nessa cumpla su objetivo, que consiste en ofrecer todo su catálogo en CDç Todavía queda un cuarto. Mientras esperamos, Nessa afirma que no se arrepiente de lo que ha hecho. Sus únicos  arrepentimientos son por lo que no ha podido hacer: por ejemplo, haber grabado a Warne Marsh una segunda vez.

lunes, 5 de marzo de 2012

Aldo Romano y Enrico Rava en el Sunside

(París, de nuestro enviado especial) No fue en el fin de semana, pero sí hoy lunes. Nuevamente sobreponiéndose a los elementos, el enviado de Minton's cruzó raudo París y se allegó al 60 de la rue de Lombards para ver al nuevo cuarteto de Aldo Romano y Enrico Rava, que presentaban un nuevo disco junto con el pianista Baptiste Trotignon (sí, el mismo que protagonizó el bochorno que todos recuerdan en el Buenos Aires Jazz del año pasado, acaso inducido por ese cordobés, Minino Garay) y el contrabajista Thomas Bramerie.

El Sunside (tal el boliche en cuestión) es poco más que un pasillo con fondo y sillas, que da a un escenario mínimo. Está en el barrio de Les Halles, donde se encontraba el antiguo mercado de abasto de París, y entran unas 150 personas apretadas como sardinas por lo que, incluso en invienro, hace un calor insoportable que se combate bebiendo a precios considerablemente más altos que en los bares normales. Por suerte, el sonido es bueno, pero uno escucha incómodo. Sobre todo cuando, como le tocó a este corresponsal, detrás de uno hay unas mujeres italianas que hablan durante toda la función en voz alta hasta que la irritación del cronista lo lleva a darse vuelta y proferir  un estertóreo finiscella --que habría hecho las delicias del Dr. Barreiro-- para hacer que se calleasen, lo que efectivamente ocurrió.

Enrico Rava estaba en plena forma como siempre y, de hecho, hoy llevó a cabo algo así como una verdadera demostración de estilos ya que pasó del bebop furioso de algunos standards (hubo, por ejemplo, una versión muy rápida de "My Funny Valentine") a una trompeta muy romátncia cuando se dedicó a recrear melodías italianas clásicas.

Aldo Romano, por su parte, es a pesar de los años un baterista imponente. Pese a algunos de sus últimos discos -- probablemente bastante alejados de los de hace una década--, tanto con Inner Smile (el disco que se promocionaba en el concierto, recientemente editado por el sello Dreyfus, con la misma formación) como en el álbum doble en vivo de Palatino, parece haber recuperado el rumbo. Sorprende la ferocidad con que le pega a la batería y, aunque parezca una perogrullada, la cara de malo que suma a cada golpe. Cada uno de sus solos es de una gran inteligencia y, más allá de la violencia que exhibe, es capaz de una notable sutileza.

Baptiste Trotignon es un muy buen pianista. Si uno se quedó con la impresión desagradable que produjo oírlo tocar "música argentina" ("Sus ojos se cerraron", el tema principal de la "Misa Criolla") a instancias del cordobés ése, oírlo en un contexto netamente jazístico es otra cosa: sabe acompañar, no se encima a las voces solistas, posee muchos recursos y, sobre todo, está a la altura del lirismo que propone la trompeta de Rava.

Otro tanto podría decirse de Thomas Bramerie, miembro estable del Jean-Michel Pilc Trio y del Belmondo Brothers Quintet, además de acompañante de Dee Dee Bridgewater, Tommy Flanagan, Benny Golson, Frank Wess, Joe Lovano, James Moody y Joshua Redman, entre muchos otros. Y aquí valdría la pena subrayar la solidez de la mayoría de los contrabajistas franceses cuyo aplomo, a este corresponsal, le parece envidable.

Entre standards y originales (algunos muy viejos, como "El camino", de Romano) transcurrió el concierto de estos "cuatro músicos que de vez en cuando se juntan a tocar para pasarla bien", según las palabras del baterista.

Este cronista tuvo oportunidad de conversar un rato con Rava, quien le comentó que en abril viaja a Buenso Aires con su quinteto y Gino Paoli para presentarse en la ciudad.  Si toca como hoy, va a ser para no perdérselo.



































   

domingo, 4 de marzo de 2012

Se supo finalmente quiénes forman parte del núcleo duro del jazz en la Argentina

Aunque resulte lamentable, es necesario admitir que, efectivamente, las últimas operaciones de inteligencia llevadas a cabo por la policía del jazz demuestran que en la Argentina existe un núcleo duro alrededor del género, gente que prefiere a Anthony Braxton en lugar de The Bad Plus y que hoy jura por Max Roach y Elvin Jones, renegando de sus antiguas simpatías por Billy Cobham. Las sospechas, entonces, ya son evidencias que este blog no puede seguir ocultando. Aquí las pruebas.

Guillermo Hernández, principal sospechoso y presunto responsable de que en Minton's no se vendan discos de Herbie Hancock.

La foto, tomada con una cámara oculta, muestra una de las últimas reuniones que tuvieron lugar en Minton's. Como se puede apreciar, el local es algo chico y la gente se amontona muy fácilmente. Todos forman parte de ese núcleo duro que abjura de Spyro Gyra y Bob James.

La última foto muestra que no todo es homogéneo en el núcleo duro y que hay no pocas disidencias. Con todo, conviene estar atentos porque estos tipos pueden cambiar de opinión de la noche a la mañana con tal de joder a los aficionados al género que no se rindan al núcleo duro.

viernes, 2 de marzo de 2012

El Arcón del Talibán: hoy, Hank Jones

Jonio González, el corresponsal permanente de este blog en Barcelona, propone una nueva sección a la que, en honor de nuestro líder Guillermo Hernández, vamos a llamar El Arcón del Talibán. Se trata de recuperar viejas entrevistas que nos parezcan adecuadas, como por ejemplo ésta, publicada en la revista Jazz Times, vol. 28, nº 1, febrero de 1998, que se ofrece en traducción del mismísimo J.G.


Hank Jones habla sobre Art Tatum

Vi a Tatum muchas, muchas veces. Yo solía trabajar en el Anchor Bar, un club de Buffalo, Nueva York. Cuando Tatum visitaba la ciudad, actuaba en un club que quedaba en el extremo opuesto, el McVans. Llegábamos para ver la última entrada, después de la cual se iba a algún after hours o a la casa de quien lo invitase, y allí seguía tocando, durante horas. Supongo que era el modo que tenía de practicar. Jamás paraba de tocar, al menos mientras estaba despierto. Imagino que era así como perfeccionaba su técnica y conseguía que no decayese. Su flujo de ideas era interminable y su técnica, con las dos manos, increíble. Unía ambas cosas. En mi opinión Tatum fue el pianista más importante del siglo.

La primera vez que lo oí, fue en la radio, antes de que llegase a Nueva York. Al principio creí que eran dos o tres pianistas tocando juntos unos arreglos inconcebibles. Me dije que debían de haber ensayado aquello un montón de veces, porque de otra manera era imposible que tocasen como lo hacían. Entonces, para mi sorpresa, me enteré de que era un solo hombre quien tocaba. No me lo podía creer. Ése fue mi primer contacto con Tatum.

Cuando finalmente lo conocí y tuve ocasión de oírlo tocar en directo, me dio la impresión de que lo que hacía no le costaba demasiado esfuerzo; tocaba como si para él fuese lo más sencillo del mundo. Pero era una impresión engañosa. Lo veías y no podías creerte lo que escuchabas. Apenas si se movía ante el teclado, no intentaba enfatizar los movimientos de las manos ni hacía grandes aspavientos para producir la música que producía, y eso era en sí mismo sorprendente. Estaba intensamente concentrado, y sin embargo nadie lo habría dicho al  verlo tocar.

Tatum dominaba por completo el idioma del jazz. Su concepción armónica estaba  muy avanzada a su tiempo. De hecho, empleaba conceptos armónicos que los músicos del bebop adoptaron años después. Por supuesto, su técnica era impecable, y con ambas manos, como he dicho.  Estoy seguro de que podía ejecutar cualquier cosa que concibiera mentalmente, y su mente se movía a la velocidad de la luz, de otro modo era imposible que hiciese las cosas que hacía.  Hizo todo lo que es posible hacer con el piano. He oído a muchos que trataban de imitar a Tatum. Los imitadores sólo pueden llegar hasta ahí. Tal vez sean consigan acercarse en el aspecto técnico, pero ¿cuánto pueden acercarse a su creatividad y sus ideas? Nadie es capaz de algo semejante. Puedes sentarte y transcribir uno de sus solos, y supongo que si alguien practica veinte o veinticinco años probablemente consiga tocarlo nota a nota, pero eso no es lo mismo que crear música. Tatum era un creador, y eso es lo que lo hizo único.

jueves, 1 de marzo de 2012

La avanzada del nuevo jazz británico y la crítica francesa

“Formamos parte de la primera generación que tiene un acceso total y directo a todo lo que ocurre en el planeta. Esto tiene sus consecuencias en lo que producimos.” La frase, un tanto rimbombante, corresponde a uno de los muy jóvenes integrantes del cuarteto Portico, un grupo británico de jazz que las prensas de Inglaterra y Francia presentan como el non plus ultra de la música en estos días.

Integrado por Jack Wyllie (saxofones soprano y alto), Duncan Bellamy (batería), Milo Fitzpatrick (contrebajo) y Nick Mulvey (hang y percusiones), a la fecha tiene grabados cuatro discos Knee-deep in the North Sea (2007), Isla (2009), Black & White Sessions (2009) y Portico Quartet (2012), que acaba de aparecer en el sello RealWorld.

Digamos que a partir del éxito que están teniendo se está montando todo un aparato publicitario para otros grupos y solistas de jazz británicos, como Stuart McCallum, las bandas Empirical, Get The Blessing y Polar Bear, y Finn Peter, cuyos discos se comentan muy elogiosamente de este lado del Canal de la Mancha.

Dispuesto a comprobar los dichos de los colegas franceses, este enviado especial se pasó más de una hora en la FNAC escuchando a cada uno de estos grupos y se permite dudar de la novedad que supuestamente le aportan al jazz. Eso sí: es probable que encuentren su público entre los admiradores de Medeski, Martin & Wood y The Bad Plus (aclaro que anoté esta última frase obligado por un comité especial formado por el núcleo duro de Minton's para este tipo de casos, no sé si me explico). ¿Qué dirían Ian Carr y sus distintas formaciones de Nucleus, para no pensar en John Surman, John Taylor o Andy Sheppard? Seguramente algo en inglés.