jueves, 5 de enero de 2012

Guillermo Bazzola escribe sobre jazz europeo

Guillermo Bazzola
El guitarrista argentino Guillermo Bazzola no sólo es uno de los más importantes músicos argentinos del género, sino también uno de los pocos capaces de reflexionar por escrito a propósito de la música y, fundamentalmente, del jazz. Colaborador en la revista Clásica –en la época en que la dirigía Diego Fischerman–, en la actualidad reside en España, desde donde realiza frecuentes giras por distintos países del mundo (las últimas novedades lo hacen tocando en China). El siguiente artículo le fue requerido cuando la revista Ñ realizó su número especial dedicado a la historia del jazz.

El surgimiento del jazz europeo

Cuando se habla de “jazz europeo” se tiende más a entender esto no tanto como una mera reproducción del jazz del momento a cargo de músicos europeos, sino, más bien, a la generación de un repertorio y un estilo propios.

Josephine Baker
En Europa, y especialmente en París, su capital cultural durante el siglo XIX y buena parte del XX, siempre hubo una buena recepción hacia “lo exótico. En lo referente a la música afroamericana, ya Debussy había compuesto piezas basadas en ella y a finales de la Primera Guerra Mundial, los europeos en general (y los franceses en particular) conocieron esta música de primera mano, a través de las actuaciones de la banda de James Reese Europe, y luego por grandes estrellas como Josephine Baker.

En 1917 se produjo la primera grabación de un grupo de jazz: “Livery Stable Blues”, de la Original Dixieland Jass Band (con “ss” al principio, luego “Jazz. Los discos, y luego las transmisiones radiofónicas a partir de 1920 contribuyeron a popularizar el jazz en todo el continente. Surgieron grupos que emulaban a los norteamericanos y admiradores de esta música.

Charles Delaunay
 Dos de ellos, Charles Delaunay y Hugues Panassié fundaron en París el Hot Club de France, de donde salió el Quinteto liderado por Django Reinhardt y Stèphane Grappelli, que además de su extraordinaria calidad, tuvo el mérito de ser el primer grupo europeo con identidad propia, surgida tanto de la música negra como de la gitana, la etnia de Reinhardt.

Django Reindhardt y Stèphane Grappelli
Los nazis habían incluido al jazz dentro de la amplia categoría de la música degenerada. Reinhardt, por su doble condición de jazzman y gitano, no tenía frente a sí un buen panorama en la Francia ocupada. Sin embargo, su gran popularidad, podría decirse, le salvó la vida. Entre sus fans había no pocos ocupantes.

Como todo lo malo en esta vida, la guerra terminó. Mientras, en Estados Unidos surgía el bebop de Charlie Parker, Dizzy Gillespie, Bud Powell y Thelonious Monk. En los años siguientes proliferaron los clubes en diversas ciudades europeas. Artistas norteamericanos comenzaron a hacer giras por Europa, en muchos casos compartiendo escena con locales, cada vez de mejor nivel, sobre todo en la década de 1950. En Francia se destacaron los pianistas Rene Urtreger y Martial Solal, el contrabajista Pierre Michelot, el saxofonista Barney Wilen, los belgas Bobby Jaspar (saxos, flautas) y René Thomas (guitarra) y el joven baterista suizo Daniel Humair. En 1947, Delaunay fundó la discográfica Vogue, lo que ayudó a la producción local. En Suecia aparecieron jóvenes músicos de gran nivel: el saxofonista barítono Lars Gullin, el saxo alto Arne Domnerus, el pianista Bengt Hallberg, el trombonista Åke Persson y el trompetista Rolf Ericson, que vivió en Estados Unidos, adonde trabajó y grabó con Charles Mingus y Duke Ellington, entre otros.

Músicos estadounidenses se fueron a vivir a Europa, que ofrecía mejores condiciones. Más trabajo y mejor pagado, un público más atento y respetuoso, y una legislación más tolerante en temas de sustancias prohibidas contribuyeron a que músicos como Dexter Gordon, Red Mitchell, Bud Powell, Ben Webster y Don Byas, por las razones que fueran, se establecieran en el Viejo Continente.

El cine tomó nota de esta situación. Los iniciadores de la Nouvelle Vague usaron el jazz para ambientar sus historias, y así Ascenseur Pour l’Echafaud (Louis Malle, 1958) transcurría con Miles Davis de fondo, y A Bout de Souffle, la opera prima de Jean-Luc Godard (1960), ofrece una magnífica banda de sonido a cargo de Martial Solal. Grandes películas italianas como I soliti ignoti (Mario Monicelli, 1958), La Notte (Michelangelo Antonioni, 1961) e Il Sorpasso (Dino Risi, 1962) usaron música de jazzmen locales: Piero Umiliani, Giorgio Gaslini y Riz Ortolani, respectivamente.  En Polonia, el joven Roman Polanski, ambientaba su primer largometraje Cuchillo bajo el agua (Nóz w wodzie, 1962) con música de Krzysztof Komeda. No era de extrañar. En plena Guerra Fría, el jazz también se escuchaba tras la Cortina de Hierro, principalmente a través de los programas que desde 1954 conducía Willis Conover para “The Voice of America”, la emisora de radio manejada por el Departamento de Estado.

Fue a partir de los años 60 cuando se empezó a perfilar una música con identidad propia. Hasta entonces lo que había era fundamentalmente músicos americanos interactuando con europeos, pero siempre la música estaba basada en el jazz americano, más tradicional o más moderno. A la par que el jazz se iba abriendo a otras corrientes en Estados Unidos, lo propio ocurría en Europa. El free jazz y posteriormente el jazz-rock , ideas que traen en sí el germen de la heterodoxia, cultivaron gran cantidad de adeptos en Europa.


Kenny Wheeler
 Sin temor a equivocarnos, podemos afirmar que la escena más dinámica del jazz europeo fue la inglesa. Bandas como la de Johnny Dankworth dominaban el panorama y desde la década del ’50 comenzaron a llegar músicos de otros países, atraídos por la buena situación laboral. Destacan el trompetista y compositor canadiense Kenny Wheeler y el saxofonista jamaiquino Joe Harriott, que casi contemporáneamente a Ornette Coleman, comenzó a explorar la improvisación libre. Otros grandes músicos ingleses como los pianistas Victor Feldman y George Shearing ya se habían destacado anteriormente. Surgían otros, como los saxofonistas Pete King, Ronnie Scott y Tubby Hayes. En el mundo de la improvisación libre destaca el guitarrista Derek Bailey, de Sheffield, que en 1963 formó junto al bajista Gavin Bryars y el baterista Tony Oxley el grupo Joseph Holbrooke, y en 1966, el Spontaneous Music Ensemble (SME), que en sus diversas formaciones contaba con la presencia de Kenny Wheeler, Evan Parker, Paul Rutherford y Tony Oxley entre otros. En 1968 formó “Company”, un grupo variable en cuanto a la identidad y cantidad de sus miembros, dedicado a la música improvisada.

John Surman




Algunos músicos cercanos al free, como Kenny Wheeler, John Surman, Tony Oxley, John McLaughlin o Dave Holland (estos dos últimos emigraron a los Estados Unidos para unirse al grupo de Miles Davis), también tocaron en contextos mainstream o de jazz-rock. Otro contingente importante fue el de los refugiados sudafricanos: el baterista Louis Moholo, el contrabajista Johnny Dyani, el trompetista Mongezi Feza y el saxofonista Dudu Pukwana, todos ellos miembros de “The Blue Notes”, grupo dirigido por el pianista Chris McGregor,  blanco pero opositor al canallesco apartheid, que prohibía los grupos interraciales y por tanto, perseguido.

Alexander Von Schlippenbach



En Alemania (en especial en Berlín), se generó un potente movimiento free. En 1966 el pianista Alexander Von Schlippenbach fundó la Globe Unity Orchestra con la participación de otros músicos importantes de la avant Garde local como el trompetista Manfred Schoof, los saxofonistas Peter Brotzmann, Gerd Dudek y el holandés Willem Breuker y el bajista Buschi Niebergall. En años siguientes se integraron músicos de diversas nacionalidades, como los ingleses Paul Lytton, Paul Rutherford y Evan Parker, el canadiense Kenny Wheeler, el japonés Toshinori Kondo y el italiano Enrico Rava, además de los alemanes Gunter Hampel, Albert Mangelsdorff y Peter Kowald .

También Holanda. Allí, Breuker fundó en 1967 el Instant Composers Pool (ICP), junto con el pianista Misha Mengelberg y el percusionista Han Bennink. Luego, en 1974, el Willem Breuker’s Kollektief, un grupo que combinaba free jazz con elementos teatrales.

En Escandinavia la influencia del free fue también fuerte. Noruega aportó músicos importantes, empezando por el saxofonista Jan Garbarek, el guitarrista Terje Rypdal, pionero en la fusión con el rock, la cantante Karin Krog, el contrabajista Arild Andersen y el baterista Jon Christensen. En Suecia aparecieron el pianista Bobo Stenson y el contrabajista Palle Danielsson. Junto con el trompetista danés Palle Mikkelborg y el baterista y compositor finlandés Edward Vesala conformaron un grupo de músicos con gran personalidad.

Marc Ducret
El caso de Francia es curioso. Si bien no hay tantos franceses entre los pioneros de esta nueva música (quizá con la excepción del multiinstrumentista Michel Portal), París siguió siendo una meca del jazz. En 1965, Don Cherry formó ahí su célebre quinteto europeo con Gato Barbieri, el alemán Karl Berger en vibráfono, el bajista francés J.F.Jenny-Clark y el italiano Aldo Romano en batería. En 1969 los miembros del Art Ensemble of Chicago, Leroy Jenkins, Anthony Braxton y Leo Smith, se mudaron a París y permanecieron por un tiempo. Barre Philips y Steve Lacy, llegados para esa época, se quedaron en Francia por muchos años.  En años posteriores destacarían el clarinetista Louis Sclavis, el guitarrista Marc Ducret y una estrella internacional: Michel Petrucciani.

Enrico Rava
Italia fue de los primeros países en adscribir al jazz. En la década de 1960 surgieron músicos importantes como el trompetista Enrico Rava, el baterista Aldo Romano, el pianista Franco D’Andrea y el saxofonista Claudio Fasoli, estos dos últimos integrantes del grupo  de jazz-rock Perigeo.

Suiza, entretanto, fue la tierra de la pianista Irene Schweizer, el baterista Pierre Favre y el pianista y arreglador George Gruntz, célebre por sus big bands multiestelares.

Austria tuvo al saxofonista Hans Koller (1921-2003), que empezó tocando swing en los ’40 y fue interesándose por estilos más modernos, llegando a incursionar en el terreno del free. Josef “Joe” Zawinul emigró  en 1959 a los Estados Unidos, adonde tocó con Cannonball Adderley y luego participó en la génesis del electric jazz con Miles Davis y con su grupo Weather Report.

Los países del Este siempre tuvieron músicos con excelente preparación. En Hungría destacaron los guitarristas Attila Zoller y Gabor Szabo. Zoller emigró a Austria en 1948 y Szabó se fue a los Estados Unidos en 1956 y fue parte de los grupos de Chico Hamilton y Charles Lloyd. Composiciones suyas como “Gipsy Queen” y “Breezin’” fueron grabadas por Santana y George Benson respectivamente.
Portada del disco más importante de Krzysztof Komeda
El pianista y compositor polaco Krzysztof Komeda fue muy influyente. Algunos de sus acompañantes, como el trompetista Tomasz Stanko y el saxofonista Zbigniew Namysłowski tuvieron carreras destacadas, al igual que los violinistas Michal Urbaniak y el extraordinario Zbigniew Seifert, muerto en 1979 con apenas 32 años. Checoslovaquia produjo varios músicos de relevancia internacional: los contrabajistas Miroslav Vitous y Jiri (luego George) Mraz y el pianista y tecladista Jan Hammer, todos en Estados Unidos desde fines de los 60.

De Alemania Oriental salieron el pianista Joachim Kühn, el clarinetista Ernst-Ludwig Petrowsky y el baterista Günter “Baby” Sommer y en Lituania (todavía parte de la URSS) apareció el Ganelin Trio.
España sufrió durante años el oscurantismo franquista, pero puede exhibir dos hechos importantes: por un lado, el catalán Tete Montoliu fue uno de los pianistas más importantes de Europa, habitual acompañante de Dexter Gordon, Chet Baker, Kenny Dorham y Roland Kirk. Por el otro, en 1967 el saxofonista Pedro Iturralde grabó el álbum “Jazz Flamenco”, en el que no solo dio a conocer al joven Paco De Lucía sino que se transformó en uno de los pioneros de una corriente muy en boga en años posteriores: la de la fusión del jazz con las músicas nacionales.

En 1969 el cellista y productor alemán Manfred Eicher creó los sellos ECM (Editions of Contemporary Music) y Japo, y formó un catálogo que incluía a muchos de los aquí nombrados (Wheeler, Surman, Holland, la Globe Unity, Rava, Garbarek, Rypdal, Stenson, Andersen, Vesala, Bailey)  y a norteamericanos como Keith Jarrett, Chick Corea, John Abercrombie, Paul Motian, Gary Burton, Pat Metheny, Paul Bley, Mal Waldron y Marion Brown. Con un revolucionario concepto gráfico y de sonido, ECM fue en buena medida  un espejo en el que se reflejó esta nueva música. Sellos independientes como Incus y Ogun en Inglaterra, FMP en Alemania o ICP en Holanda, creados y administrados en muchos casos por músicos, sirvieron para documentar la música de ese momento y lugar.

De aquellos años de efervescencia creativa hay una enorme cantidad de testimonios discográficos y, en menor medida, en video. Queda a cargo del lector la tarea de rastrear e investigar. Vale el esfuerzo.

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