viernes, 30 de mayo de 2014

Dijo Mingus: ¡Me follé a veintitres tías en una noche, la mujer del jefe incluida!


Como se habrá visto, en este blog el criterio de novedad nos tiene absolutamente sin cuidado. Así como, parafraseando al poeta y narrador mexicano Fabio Morábito, no hay razón para pedir poemas inéditos cuando nadie lee los éditos, tampoco hay razón para publicar notas “de actualidad” cuando “actual” no es necesariamente criterio de casi nada. Por eso, reproducimos a continuación una vieja bibliográfica realizada por Diego Fischerman sobre Menos que un perro, la singular autobiografía de Charles Mingus, traducida a un castellano atiborrado de carajillo y butifarra por Mondadori, en el año 2000.

Sobre la autobiografía de Charles Mingus (Mondadori)

Toda biografía es una ficción. La de Charles Mingus, escrita por él mismo, lo es hasta el extremo de lo posible y no lo oculta. Contrabajista, pianista, compositor y aglutinador de músicos y estéticas, Mingus escribe sobre Mingus como si fuera otro, se llama a sí mismo "mi chico", "mi muchacho" o "mi hombre" y elige, para todo su libro, una suerte de mayéutica aristotélica: la historia (falsa) se cuenta con diálogos. Mingus cuenta lo que cuenta de la misma manera (verdadera) en la que toca: por impulsos, en ráfagas, sumando voces y negándose a que haya una que regule (el contrabajo, el piano o un narrador conocedor de los acontecimientos) a las demás, que indique cómo deben ser leídas, que las articule como segundas o terceras voces en relación con una melodía predominante. Como Mikhail Bajtin hubiera soñado, el reino de Mingus es el de la polifonía.

"Tendré más cosas que decir musicalmente si vivo con los perros...; siendo menos que un perro... tendré más que contar", dice Mingus, reproduciendo una conversación con Lee-Marie, una de sus mujeres, mientras intenta convencerla de que no siga a un cafishio (chulo, en la discutible traducción española de Francisco Toledo Isaac) que él mismo le ha presentado, presa de la admiración que, según cuenta, su éxito y riqueza le merecían. De ahí, tal vez, el título. O, quizá, de esa especie de distancia permanente, de marginalidad a ultranza que se desprende de no ser "lo suficientemente blanco para dejar de pasar por negro ni lo bastante claro para que me llamen blanco". Charles Mingus tituló su autobiografía, publicada en castellano por la editorial Mondadori, Menos que un perro. Y entre sus ficciones está la de la abyección más espantosa y, paralelamente, la de la potencia sexual sin límites: "¡Yo soy mucho más hombre que cualquier sucio mamón blanco!
¡Me follé a veintitres tías (ya estaba dicho: la traducción es un follón) en una noche, la mujer del jefe incluida!", dice ante la desconfianza de su psicoanalista –otra invención de Mingus– que lo acusa de exagerar en más de una ocasión ("eres un buen hombre, Charles, pero hay mucha invención y fantasía en lo que dices. Por ejemplo, ningún hombre podría con tantos actos sexuales en una sola noche como los que tú alardeas"). La respuesta del músico es: "Lo hice porque deseaba morir y esperaba que eso me matase. Pero al volver de México aún me sentía satisfecho, así que paré"


Ambos, músico y psicoanalista –y todos los personajes que desfilan por el libro: Gillespie, Tatum, Miles Davis, Charlie Parker, Fats Navarro– son, por supuesto, el propio Mingus que, ya al principio se ocupa de aclarar: "Yo soy tres. Un hombre que permanece siempre en medio, despreocupado, inmóvil, observando, esperando a que le sea permitido expresar lo que ve a los otros dos. El segundo hombre es como un animal asustado que ataca por miedo a ser atacado. Luego está la persona extremadamente cariñosa y amable que admite a la gente en el templo más sagrado de su ser y soporta los insultos y es confiado y firma los contratos sin leerlos". 

Casi en el comienzo hay otra prueba y tiene la forma de un perfecto cuento de fantasmas en el que el espíritu de Mingus, enternecido, ve a "mi chico" después de un accidente y piensa si volver o no a rescatarlo de la muerte.
El inglés Brian Priestley –que hizo una biografía un poco más seria–, en su monumental trabajo sobre Mingus no deja lugar a dudas. Muy poco de lo que allí se cuenta se corresponde con la realidad. Por otra parte, son pocos los momentos en los que esta versión de Mingus por Mingus se refiere a cuestiones relativas a la música o en donde se narran anécdotas referidas a músicos. El jazz aparece mucho menos que el ambiente de los "chulos". Sí hay, en cambio, una especie de jam session literaria en la que, a un ritmo enloquecido, se describe una jam session musical en el ejemplo más parecido a lo que Alejo Carpentier hizo más adelante para contar otra falsedad: la improvisación de un concerto grosso a cargo de Händel, Scarlatti, Vivaldi y un Señor de Indias acompañado de su esclavo en las maracas.
"¿Cuál va a ser, Mingus uno, dos o tres? ¿Cuál de ellos pensás que él querría que el mundo viera?", cantaba Joni Mitchel con la música de "Dios debe ser el hombre de la bolsa" en su homenaje a Mingus, jugando con esas primeras palabras de su autobiografía imaginaria. Compositor, director de big bands, continuación de Duke Ellington por otros medios, actor, contrabajista, aprendiz de chulo, pianista, escritor, maestro, filósofo, crítico, productor discográfico y poeta, Mingus había nacido en Nogales, un pueblo que a veces estaba en Arizona (y a veces en México), el 22 de abril de 1922. Joni Mitchel grababa su versión del "Mingus uno, dos o tres" en diciembre de 1978. Allí se oía, todavía, la voz de Mingus, mientras sus amigos y su mujer le cantaban el feliz cumpleaños. El 5 de enero de 1979, el contrabajista moría en México, a causa de una forma de esclerosis que le había sido diagnosticada el Día de Acción de Gracias de 1977. 

Dos sesiones de grabación, tal vez, sean el complemento perfecto para este libro en que el jazz dicta mucho más la forma (azarosa, por momentos acelerada y en ocasiones inmóvil, llena de caprichos y de inspiraciones) que el contenido.
En una, Mingus se aleja del contrabajo (instrumento que estudió con Herman Rheinshagen, integrante de la Filarmónica de Nueva York, después de haberse iniciado con el piano, el trombón y el cello) e improvisa, sin plan evidente –"en ese plan (en ese borrador) Dios debe ser el Hombre de la Bolsa", cantaba Mitchel– sobre un piano. El disco, grabado en 1963 y bautizado Mingus Plays Piano tiene un subtítulo elocuente: Spontaneous Compositions & Improvisations. La contención, la distancia dolorosa con la que aborda cada sonido, funcionan como correlato de la famosa "Reunión de oración del miércoles a la noche", incluida en el genial Blues & Roots (que junto con Ah Um, ambos de 1959, produjeron uno de los saltos cualitativos más importantes del género), donde a partir de una especie de gospel song –y de Ellington, claro– se dibuja el mapa (o uno de los tantos mapas) del jazz futuro.


sábado, 17 de mayo de 2014

Atención: se vienen los homenajes de la Big Band del Falla en la Usina del Arte

Big Band del Conservatorio Superior Manuel de Falla 

“Siete conciertos, siete homenajes”


Director Orquesta: Valentín Reiners
Coordinador General Carrera de Jazz: Ernesto Jodos
Viernes 23 de mayo, 20h – Sala de Cámara
Entrada Gratuita

La Usina del Arte, espacio dependiente del Ministerio de Cultura de la Ciudad de Buenos Aires, continúa con el ciclo dedicado a las Orquestas de la ciudad. En esta oportunidad, será el debut de la Big Band del Conservatorio Superior Manuel de Falla, bajo la dirección de Valentín Reiners, que presentará un programa dedicado a Charles Mingus.


 
 La big band es la formación más grande dentro del jazz, de alrededor de 17 músicos, es además conocida como Orquesta de Jazz. Este formato está presente a lo largo de toda la historia, desde las orquestas de baile de los años 20 hasta los ensambles contemporáneos, por lo que se cuenta en la actualidad con un vasto y variado repertorio.
Gracias a este orgánico los compositores han podido ampliar su vocabulario estilístico y por otro lado el jazz amplio sus horizontes a través de este formato.
 
Atendiendo a la necesidad de contar con una Big Band, como una importante herramienta pedagógica y como campo de estudio de diferentes espacios curriculares se formó, a comienzos de 2007, la Big Band de Conservatorio Superior Manuel de Falla (integrada por alumnos de la Carrera de Jazz que coordina Ernesto Jodos), dirigida por el profesor Valentin Reiners. Durante este tiempo se ha venido realizando un trabajo de estudio de diferentes estilos característicos de esta formación donde autores como Count Basie, Neal Hefti, Sammy Nestico, Duke Ellington y Charles Mingus son inevitables dentro de este proceso de formación.
 
La orquesta desde su formación a la fecha ha participado de distintos ciclo de conciertos, entre los que se pueden destacar su participación en el proyecto “Club de Jazz”, el cual promovía el jazz en diferentes espacios, con actuaciones en clubes como GEBA, Velez Sarfield, Club Ciudad y Club Amigos. También participó en las ediciones 2008 del Bafim y del Festival Internacional de Jazz de Buenos Aires y otras actuaciones relevantes como el Museo Renault y el Colegio Nacional Buenos Aires.
 
Tambien ha realizado conciertos en los cuales ha tenido compositores nacionales invitados como Juan Cruz de Urquiza, Nicolas Guerschberg y Juan Pablo Arredondo.
 
Desde del 2008 participa en el Festival Internacional de Jazz de Buenos Aires dentro de las Comisiones Especiales, dentro del cual recibe grandes compositores de talla internacional en carácter de residentes, entre los que se pueden destacar Charles Tolliver, John Hollenbeck y Tim Berne.
 
Integrantes:
Emmanuel Garcia: Saxo Alto - Paula Garcia: Saxo Alto - Mauro Ostinelli: Saxo Tenor - Facundo Torella: Saxo Tenor - Liana Catalano: Saxo Baritono - Agustin Zuanigh: Trompeta - Facundo Maddio: Trompeta - Esteban Saccone: Trombón - Lautaro Schachmann: Trombón - Moises Quiroz Gomez: Trombón - Franco Espindola: Trombón - Tomas Horovitz: Guitarra - Pia Hernandez: Piano - Santiago Lamisovsky: Contrabajo - Alejandro Stessens: Batería
 
Director: Valentín Reiners
Coordinador Gral. Carrera de Jazz: Ernesto Jodos
 
Este año La Big Band del Conservatorio Manuel de Falla tiene programados 7 conciertos temáticos en la Usina de Arte:
 
Charles Mingus - viernes 23 de mayo 
Duke Ellington - viernes 27 de junio  
Bob Brookmeyer-Thad Jones - viernes 18 de julio
Count Basie- Sammy Nestico - viernes 29 de agosto
Gil Evans - Fred Strum - viernes 26 de septiembre
María Schneider - viernes 24 de octubre
Kenny Wheller - viernes 14 de noviembre
 
Repertorio Concierto Viernes 23 de mayo en Usina del Arte.
Música de Charles Mingus
 
Boogie Stop Shuffle (Charles Mingus)
Sue´s Changes (Charles Mingus)
Work Song (Charles Mingus)
Moanin (Charles Mingus)
Duke Ellington Sound Of Love (Charles Mingus)
Fables of Faubus (Charles Mingus)
Haitian Fight Song (Charles Mingus)
Boogie Stop Shuffle (Charles Mingus)
 
 
Usina del Arte 
Caffarena 1, esq. Av. Pedro de Mendoza.
Entrada gratuita hasta agotar la capacidad de la sala. 
www.usinadelarte.org 


jueves, 15 de mayo de 2014

Tres novedades discográficas para tener en cuenta

Mientras esperamos que pase la sequía, como para ir entonándonos, aquí van tres reseñas de Jonio González, publicadas en Cuadernos de Jazz, sobre discos relativamente recientes.

GREGORY TARDY
HOPE
Gregory Tardy (st), Helen Sung (p), Sean Conly (b), Jaimeo Brown (bat)
Mayo de 2012
SteepleChase SCCD 31775

Discípulo de Bobby Watson, con un dinamismo más atemperado, y Joe Henderson, por su concepción del desarrollo melódico, y en la estela de Warne Marsh aunque dueño de una acidez y robustez propias, Gregory Tardy (que iba para clarinetista de música clásica hasta que escuchó a Coltrane), es otro gran animador de la escena neoyorquina. Con once discos a su nombre y colaborador de artistas del nivel de Andrew Hill (con quien grabó Dusk y Time Lines, en 2001 y 2006 respectivamente, ambos mejor disco del año para DownBeat), Dave Douglas, Steve Coleman, Dewey Redman, Chris Potter, Joe Lovano, Mark Turner y un largo etcétera de similar nivel y heterogeneidad, Tardy, que nació en Nueva Orleans (detalle a tener en cuenta), comenzó en orquestas de r&b y funk, fue protégé de Ellis Marsalis y miembro de la Jazz Machine de Elvin Jones, hecho fundamental, según él mismo, en su evolución como músico, pues le hizo ganar en seguridad y potencia.

Con sonido mate, duro sin reciedumbres innecesarias y en el límite mismo de la aspereza en ocasiones, ofrece aquí una obra en torno a la espiritualidad inspirada, según el mismo Tardy, por los Sacred Concertsde Ellington, A Love Supreme de Coltrane, Black Christ of the Andes de Mary Lou Williams y la ayleriana idea de que la música es “la fuerza curativa del universo”. Casi nada. Evidentemente, Hope no consigue ni acercarse a semejantes modelos, y sin embargo es un disco que suscita varias escuchas, sencillamente por la belleza que encierra. Una belleza con momentos destacables, como la balada “That's All”, donde Tardy opta por la ternura en lugar de hacerlo por la sensualidad, los dos himnos tradicionales, profundamente emotivos, o los temas de su autoría, en especial “A Tree and It's Fruit” y “Every Life Is Precious”, en los que cierta exaltación espiritual, en un sentido místico, si se quiere, se combina con ungroove palpitante.

Mención aparte merece Helen Sung. Si ya en su (re)conception (SteepleChase SCCD 31708) nos había sorprendido por su ductilidad rítmica y su sonido punzante, aquí vuelve a revelarse como una pianista con una técnica y un sentido del tiempo extraordinarios, capaz de insuflar calma al vigor y viceversa. Para seguirla.

RICH PERRY
NOCTURNE
Rich Perry (st), Nate Radley (g), John Hebert (b), Jeff Hirshfield (bat)
Febrero de 2013
SteepleChase SCCD 31776

Rich Perry es sin duda uno de los grandes nombres del saxo tenor actual, al menos en el ámbito jazzístico de Nueva York. Miembro destacado de la orquesta de Maria Schneider y antiguo integrante de la de Thad Jones y Mel Lewis, a lo largo de su carrera colaboró y grabó con artistas de la talla de Joe Henderson, Lee Konitz, Paul Bley, Chet Baker o Fred Hersch. En éste, su vigésimo primer disco para SteepleChase, opta de nuevo por su formación al parecer favorita, el cuarteto, pero por una vez renuncia al piano (que es como decir a su habitual compañero Harold Danko) en favor de la guitarra de Nate Radley. El resultado es una música cerebral y a la vez lírica, un sonido intenso y claro, menos elocuente (para emplear conceptos que varios críticos le atribuyen) que imaginativo, tributario de Warne Marsh aunque con inflexiones que recuerdan a Rollins.

En este  sentido, resulta emblemática su versión de “Cherokee”, concebida como balada y en la que la melodía busca su forma para encontrarla casi al final de sus casi siete minutos y medio de duración. Magistral relectura del clásico de Ray Noble que inmortalizara Charlie Parker, con un sorprendente Radley, dueño de un sonido que recuerda a Jim Hall, clásico en su limpidez. A destacar asimismo las serenas exploraciones de “Old Folks”, la tensión de “Never Let Me Go”, con la urgencia de un Hirshfield (extraordinario durante toda la sesión) que dobla el tiempo, un Radley que intenta retenerlo y un Perry que parece surfear sobre la melodía, el swing de “I've Never Been in Love Before” o la complejidad armónica, y el citado recuerdo de Rollins, de “Little Suede Shoes”. Para disfrutarlo.

GENE AMMONS-ART FARMER ALL STARS 
THE COMPLETE JAM SESSIONS 

Gene Ammons (st), Art Farmer (tp), Lou Donaldson (sa), Freddie Redd (p), Addison Farmer (b), Kenny Clarke (bat), Jackie McLean (sa), Duke Jordan (p), Art Taylor (bat), Cándido Camero (congas), Donald Byrd (tp), Mal Waldron (p), Doug Watkins (b), Kenny Burrell (g)
Hackensack, Nueva Jersey, junio de 1955, abril y julio de 1956, enero de 1957
American Jazz Classics 99076

Hay matrimonios que en principio parecen, como mínimo, complicados. Para quien esto escribe, el de Ammons y Farmer debería haberlo sido, por la reciedumbre y el grano a veces áspero del sonido del primero, por su dramatismo a menudo excesivamente patético, tan distinto de la fluidez y refinamiento del segundo, de su controlada tenuidad. Y sin embargo...

Como nos recuerda el detallado cuadernillo informativo de la presente edición, a mediados de los cincuenta el sello Prestige decidió grabar una serie de jams que tenían como protagonista a Gene Ammons al frente de distintas formaciones de jóvenes y no tan jóvenes promesas. El fruto fueron cuatro discos: Gene Ammons All Stars (LP7050), del que aquí sólo se seleccionan los temas en que interviene Farmer; Gene Ammons Hi Fidelity Jam Session-The Happy Blues (LP7039); Hi Fi Jam Session-Jammin' with Gene(LP7060) y Gene Ammons Hi Fi Jam Session-Funky (LP7083), todos ellos producidos por Bob Weinstock y con Rudy Van Gelder como responsable del sonido, y en los cuatro con Ammons como jefe de filas y Art Farmer a la trompeta, en lo que sería la única colaboración en la carrera de ambos. (El saxofonista todavía grabaría otras jams, como Jammin' in Hi Fi with Gene Ammons, LP 7201, 1957, con Idrees Sulieman en lugar de Farmer más Jackie McLean, Mal Waldron, Kenny Burrell, etc., y Gene Ammons and His All Stars-Groove Blues, LP7110, 1958, con John Coltrane, Pepper Adams, Mal Waldron y Jerome Richardson entre otros, sesión que aun daría forma a The Big Sound, LP7132).

Ammons demuestra en todos los casos ser algo más que pura energía impregnada de blues y rhythm and blues, exhibiendo en las baladas una profunda expresividad lírica y un ponderado sentido de la melodía que casan a la perfección con la elegante gravedad de Farmer y su sentido del equilibrio.  Junto a ellos, un Jackie McLean en plena forma se expresa tan relajadamente en los tiempos lentos como vigoroso y hasta expeditivo cuando de encarar el groove se trata, mientras que Duke Jordan, Freddie Redd y Mal Waldron  parecen haberse puesto de acuerdo en eludir cualquier floritura y, sin perder por ello espontaneidad, concentrarse en su tarea de apoyo. Aparte de esto, muchos son los momentos a destacar en este doble cedé, como el demoledor unísono de “Woofin' and Tweetin'”, el ímpetu funky de Lou Donaldson en “Juggernaut” o el swing implacable de Donald Byrd en “We'll Be Together Again”. Pura naturalidad, en definitiva, como se espera de una jam session en la que un puñado de consumados maestros se reúnen para pasárselo bien. Así de simple, y así de memorable.

sábado, 10 de mayo de 2014

Los músicos recomiendan (1): hoy, Barbie Martínez y Jimmy Scott.

Hacía rato que el blog de Minton’s quería inaugurar una sección en la que los músicos recomendaran sus discos favoritos, justificando por qué. Le tocó empezar a Barbie Martínez, que eligió  Falling in love is wonderful  de Jimmy Scott. Habrá más, tanto de ella como de otros amigos.

“Uno de esos discos que no olvidaría jamás”

En el jazz vocal existen, afortunadamente, infinidad de discos muy recomendables, por eso es tan difícil la tarea de elegir uno. Por eso me decidí por el disco que más me impactó emocionalmente en los últimos tiempos: Falling in love is wonderful (1962)., de Jimmy Scott

En cuanto lo oí, supe que era uno de esos discos que no olvidaría jamás, y me pasé los siguientes seis meses escuchándolo a toda hora y en todo momento, absorbiendo todo lo que Jimmy entrega, que es música en estado puro porque es un artista que no se guarda nada. Todos los temas son interpretados con un sentimiento, una calidez, una honestidad y una entrega que no se escucha usualmente y que denotan mucha experiencia de vida y la necesidad de compartir y sublimar todo lo vivido a través de la música y el arte. Se dice que hasta el mismo Jimmy Scott dijo que era el mejor álbum que había grabado en su carrera.

No es casual que el documental If you only knew empiece con Jimmy diciendo: “Intento de hacer canciones que reflejen pensamientos acerca de la vida. Pensamientos con los que vivimos cada día; las historias de amor, y todo eso. Pero para mí la letra tiene que significar algo, sabés? La letra tiene que estar contando una historia”.

Las emocionantes interpretaciones de Jimmy son acompañadas maravillosamente por los arreglos de los geniales Gerald Wilson y Marty Palch, que crean una música absolutamente conmovedora. Jimmy tiene al mensaje como eje, sin pretensiones, variando pocas notas de las melodías, pero al mismo tiempo con un uso tan magistral del espacio que uno siente que la música respira para después seguir siendo intensa, y así tener el balance perfecto entre la relajación y la intensidad. El disco es, también, una muestra de buen gusto, elegancia, refinamiento y romanticismo.

Si bien es un disco de baladas, me hubiera gustado escuchar temas en otros tempos. De todas maneras la exquisitez del disco justifica la elección del maravilloso repertorio de baladas, entre las cuales le encantaron especialmente “If I should lose you”, “I’m getting sentimental over you” y “Sunday, monday or always”.
               
Cuenta la historia que Jimmy Scott era de los cantantes preferidos de Ray Charles, y es por esa razón este último es el supervisor musical y pianista del disco. Originalmente Falling in love is wonderful se editó a través del sello Tangerine Records, de Ray Charles, pero fue sacado de circulación menos de un mes después debido a que Herman Lubinsky, de Savoy, sostenía que Jimmy seguía teniendo contrato con su sello. Afortunadamente, este disco fue reeditado en 2003 por Rhino Records.
               
Si todavía no tienen lo tienen, agréguenlo a su discoteca y van a experimentar un viaje musical único, ideal para un momento reflexivo, o romántico, o simplemente para relajarse y disfrutar con la maestría de uno de los más grandes cantantes de la historia del jazz.