miércoles, 21 de diciembre de 2016

Un apretado resumen de lo que se vio en Buenos Aires Jazz 2016


Distintas razones atentaron para una correcta cobertura del Buenos Aires Jazz 2016, acaso uno de los mejores festivales realizados por Adrián Iaies hasta la fecha.
Hubo puntos muy altos, y la dificultad de ponerse de acuerdo sobre qué fue lo mejor ya habla de la calidad de lo que se escuchó. Para algunos, la noche del viernes 25 de noviembre, en que el acordeonista Vincent Peirani y el saxo soprano Emile Parisien tocaron en la Usina del Arte, fue, sin duda, uno de los momentos culminantes de esta edición. Ambos, que se presentaron por primera vez en la Argentina, se dedicaron a recorrer su disco a dúo Belle Epoque (editado por el sello alemán ACT), con lecturas muy originales del repertorio de Sidney Bechet y Duke Ellington, además del agregado de composiciones propias.
Para otros, el momento culminante fue el solo piano del pianista español Agustí Fernández en el Salón Dorado del Teatro Colón, el sábado 26 de noviembre. Dos días antes, Fernández había realizado un excelente concierto en la Usina del Arte, en compañía del saxofonista argentino Pablo Ledesma, abriendo una velada que tuvo como número central al trío Tamarindo, compuesto por Tony Malaby, William Parker y J.T. Bates.
Durante su actuación, Malaby dijo que habían tocado con mucha fuerza por la ingesta de carne realizada el día anterior. Para demostrarlo, se ofrece una foto con parte del elenco estable de Minton’s, Malaby y Bates, en una parrilla del Centro de la ciudad.
Malaby también tocó en uno de los “cruces” propuestos por el festival, con el guitarrista Juan Pablo Arredondo, el contrabajista Carlos Álvarez y el baterista Sergio Verdinelli en el Bebop Club, la noche del 25 de noviembre. Un día antes, el saxofonista Donald Harrison (en reemplazo del trompetista Eddie Henderson, ausente con una pierna rota), hizo lo propio en Thelonious, en compañía de Mariano Loiacono, Miguel Rodríguez (de España), Jerónimo Carmona y Enzo Carpentieri (de Italia). Quienes asistieron a ambos conciertos dijeron que fueron excelentes.

Otro tanto ocurrió con quienes fueron al magnífico solo piano de Stanley Cowell, también en el Salón Dorado del Teatro Colón, que al día siguiente albergó un dúo con William Parker y Ernesto Jodos.
Otro de los puntos altos fue la primera presentación en el país del cuarteto del clarinetista y saxofonista francés Louis Sclavis. Acompañado por el excelente guitarrista Gilles Coronado, por el tecladista Benjamin Moussay y por el deslumbrante percusionista iraní Keyvan Chemirani dio un show espléndido y cátedra de cómo debe tocarse el clarinete bajo.
Por supuesto que hubo mucho más, como el cierre en la Usina del Arte con Maria Joao & Guinga (que dejó con la boca abierta a Mariano Loiácono), o las jams comandadas por el baterista Eloy Michelini, o los conciertos de Omer Avital, Dado Moroni, Lilian Saba, etc. Pero, como suele suceder, no es posible verlo todo. Y es una lástima, pero es lo que es y, a veces, no hay más remedio que optar y luego lamentarse.

viernes, 25 de noviembre de 2016

The Cookers arrasaron en la inauguración del Buenos Aires Jazz 2016

A dos días de comenzado el festival Buenos Aires Jazz, Diego Fischerman publicó hoy en Página 12 el comentario sobre el concierto de apertura a cargo de The Cookers.

Mezcla de potencia con sutileza y detalle

La sala llena, la expectativa, un cierto clima de fiesta y excitación. Una nueva edición del Festival de Jazz de Buenos Aires, magistralmente curado por Adrián Iaies. Y una música, la de uno de los grupos más extraordinarios de la actualidad, en un sentido rigurosamente etimológico, que colmó todo lo que podía esperarse de ellos.

En formato de sexteto –bastante habitual en sus actuaciones–, el grupo llegó a esta inauguración del festival con un cambio y una baja. El legendario Stanley Cowell –si fuera necesario demostrarlo con apenas un par de discos, allí estarían Illusions Suite y el Winter Moon de Art Pepper, donde resulta una pieza fundamental– reemplazó al igualmente legendario George Cables, y el trompetista Eddie Henderson, recientemente accidentado en Londres, no fue de la partida. Esa particular combinación de potencia con sutileza y detalle, composiciones complejas e interpretación al filo del abismo, no se vio mermada en absoluto.

La mayoría de los temas pertenece a Billy Harper y a Cecil McBee (que, incidentalmente, también formaba parte de Winter Moon). Ellos, junto a Billy Hart, han participado en infinidad de proyectos juntos y son, en grupo o por separado, responsables del sonido de mucho del mejor jazz  de las últimas cuatro o cinco décadas. Harper, por su parte, ha tocado mucho con Cowell –por ejemplo, en el notable Such Great Friends, de 1991, donde también estaba Hart– y los recién llegados, el brillante saxofonista Donald Harrison –que fue parte de una de las postreras ediciones de los Jazz Messengers de Art Blakey y de un magnífico quinteto con el trompetista Terence Blanchard–, y David Weiss, un virtuoso trompetista que oficia como aglutinador del grupo, no les van en saga. Lo que sale de lo ordinario, en este caso, no es sólo el altísimo nivel musical de sus integrantes y, desde ya, la apabullante seguridad con la que manejan el lenguaje, sino, sencillamente, el hecho de que toquen juntos.

The Cookers tiene un nombre de grupo (nombre perfecto, por otra parte) y funciona como tal. Ya en los intrincados cambios armónicos y de pies rítmicos del tema que abrió el concierto, el bellísimo “The Call of the Wild and Peaceful Heart” –que también inicia el último álbum, al que da título– fue notable, por encima de las virtudes individuales, de la fuerza perpetua de su baterista o del salvajismo de los solos, el nivel de interacción, la manera en que están conectados entre sí, como solo pueden estarlo quienes además de compartir una enciclopedia, de tener una misma lengua materna –el Hard Bop, qué duda cabe–, se conocen entre sí hasta el punto de adivinarse.

Un formato con desarrollos largos para cada pieza, con solos extendidos y llevados al propio límite por cada uno de los integrantes, y una exacta combinación de desenfreno y lirismo hicieron que la presentación estuviera entre los muchos puntos muy altos que este festival ha tenido a lo largo de su historia. La única mancha tuvo que ver con el sonido. Micrófonos inadecuados para los saxofonistas, una batería amplificada como si se tratara de una big band y no un grupo camarístico –desbocadamente camarístico, pero camarístico al fin– y un contrabajo cuya esencia como instrumento jamás fue entendida hicieron que el fantástico auditorio de La Usina se convirtiera es un club de fomento barrial, lleno de ecos y resonancias indeseadas, estridente y sin planos ni detalle.


domingo, 20 de noviembre de 2016

¡Ojo al piojo que se larga!

The Cookers 



Hoy, Diego Fischerman, en Página 12, traza un breve panorama de lo que se puede esperar este año del Festival de Jazz de Buenos Aires. En la bajada de la nota se lee: “En la Usina, el Colón, tres clubes jazzeros y hasta el anfiteatro de Parque Centenario, visitantes como el súper grupo The Cookers, el trío Tamarino y el pianista Stanley Cowell serán figuras de un encuentro que impulsa los cruces con músicos argentinos”.




Locales y visitantes, por los mejores caminos del jazz

La  imagen fue utilizada por la revista especializada Down Beat y pocas podrían ser más afortunadas. Según la publicación, el septeto The Cookers cultiva un estilo “no tomen prisioneros”. Súper grupo de héroes del bop duro, sus integrantes fueron fundamentales en grupos de Art Blakey, Herbie Hancock, Max Roach, Charles Lloyd y Lee Morgan, entre muchos otros. Tocan como quienes son: músicos que hablan un cierto lenguaje desde la cuna. Todo aquello que las nuevas generaciones deben aprender trabajosamente, ellos lo tienen. Aunque jamás piensen en ellos. Y aunque las notas y los ritmos se parezcan, su música no es igual a la de nadie por la sencilla razón de no hay grupo que tenga tanta historia encima como ése.

Por esas cosas de los encasillamientos, o de la falta de casillas suficientes para albergar a fenómenos únicos como ellos, The Cookers fueron elegidos, en la encuesta de críticos de Down Beat del año pasado, como “mejor banda emergente”. Pocos días antes de llegar a Buenos Aires para abrir el Festival de Jazz de Buenos Aires de 2016, su integrante más joven, el trompetista y productor David Wess, de 49 años, se ríe: “Lo tomo como un halago; quiere decir que estos monstruos todavía pueden estar empezando. Aprendiendo. Y con el espíritu de una banda que asoma”. Billy Harper en saxo tenor, Eddie Henderson en trompeta y una base mortal conformada por Cecil McBee en contrabajo y Billy Hart en batería son los más veteranos, junto al pianista George Cables, que no viajará esta vez, por problemas de salud, y será reemplazado por otro viejo compañero de ruta, Stanley Cowell. A ellos se suman Weiss y Donald Harrison, en saxo alto, que entró en lugar de Craig Handy. “La energía increíble que tiene este grupo –dice el baterista– se la debemos a Harper. No para de escribir, de componer, y además tocar con él obliga a exigirse al máximo. Creo que en The Cookers todos tocamos realmente en el máximo de nuestras posibilidades”.


Las visitas internacionales del festival este año serán tan variadas como deslumbrantes. A The Cookers, que actuarán en el Auditorio de La Usina (Caffarena y Pedro de Mendoza) el miércoles 23 a las 20.30, se agrega el trío Tamarindo, integrado por tres de los creadores más destacados dentro de las tendencias más experimentales del jazz –el saxofonista Tony Malaby, el contrabajista William Parker y el baterista JT Bates–, que se presentará en esa misma sala el jueves 24, en un concierto compartido con el saxofonista argentino Pablo Ledesma en dúo con el pianista Agustín Fernández. También en La Usina, pero en la Sala de Cámara, y a las 19, estará el cuarteto Todos Los Pájaros, el grupo que formó en Francia el talentoso baterista Fran Cosavella. Y ese día, a la tarde, Stanley Cowell dará un concierto de piano en el Salón Dorado del Colón y al siguiente lo hará el notable contrabajista William Parker junto al pianista argentino Ernesto Jodos. El genial dúo del clarinetista Emile Parisien y quien tal vez sea el mejor acordeonista del momento, Vincent Peirani, se presentarán en La Usina el viernes 25, el cuarteto del clarinetista Luois Sclavis lo hará el domingo 27 y en el cierre, el lunes 28, actuará la cantante portuguesa Maria Joâo junto a Guinga, un extraordinario compositor y guitarrista brasileño.

Vincent Peirani y Emile Parisien
La saxofonista chilena Melissa Aldana, junto a su trío estadounidense, el cubano Ibrahim Jr, el trío del polaco Kuba Stankiewicz, el del italiano Dado Moroni, el del croata Matija Dedic y el del iraní Arian Houshmand, el contrabajista chileno Roberto Lecaros al frente de su cuarteto y Rubén Rada con un grupo donde lo instrumental tendrá el protagonismo, serán parte del atractivo del festival donde, no obstante, mucho de lo propio e irrepetible tendrá que ver con los cruces y encuentros entre músicos argentinos y extranjeros.
Estos cruces tendrán lugar en tres clubes que alimentan la escena cotidiana del jazz en la ciudad: Thelonious, Café Vinilo y Bebop. Allí estarán, entre otros, Richard Nant junto a Lucio Balduini, Christian Ramond y Ramesh Shotham, Eddie Henderson con Mariano Loiácono, Miguel Rodríguez, Jerónimo Carmona y Enzo Carpentieri, Juan Cruz Urquiza con Greg Burk, Rodrigo Agudelo, Sebastián De Urquiza y Gijs Dijkhuizen, Rodrigo Dominguez con Juan Filipelli, Stefano Senni y JT Bates, Tony Malaby junto a Juan Pablo Arredondo, Carlos Alvarez y Sergio Verdinelli, Sebastián Jordan con José “Pepe” Angelillo, Julián Adam Pajz, Diana Arias y Matías Mardones y Emile Parisien junto a Eduardo Elia, Roberto Lecaros y Valentin Schuster. Por su parte, en la sección “Proyectos Especiales” se presentan dos conciertos de características poco frecuentes: por un lado, el sello de jazz KUAI homenajeará a Jorge López Ruiz con la reinterpretación de Bronca Buenos Aires de 1972 por parte del KUAI Ensamble (grupo de trece compositores e improvisadores ligados al sello); por otro lado, el encuentro entre Andrew D’Angelo y los músicos que integran la Big Band del Conservatorio Manuel de Falla. Entre los músicos argentinos que participarán, se destacan el guitarrista rosarino Carlos Casazza, que actuará con el bandoneonista Martín Sued y el baterista Carto Brandán, el trío SenaneS 3, el Trío Aura, las cantantes Macarena Robledo, Verónica Sala y Barbie Martínez, el cuarteto de Andrés Boiarski, la pianista Lilian Saba –que interpretará a Bill Evans–, Ramiro Flores y El Jardín de Ordoñez,  el cuarteto de Arturo Piuertas, el trío de Pipi Piazzolla, el cuarteto de Bernardo Baraj y el grupo de Sebastián de Urquiza, que hace de la relectura de la obra de Hermeto Pascoal una de las bellas artes.

Carlos Casazza
Dentro del festival tiene lugar también un segmento bautizado como el celebrado ciclo Jazzología, curado y coordinado por su fundador, Carlos Inzillo. Con base en el Anfiteatro del Parque Centenario, allí tiene cabida el jazz más tradicional. El Aula, por otra parte, es una sección destinada a la formación, donde se realizan talleres para estudiantes y jóvenes intérpretes a cargo de grandes figuras del jazz local y extranjero. Con la coordinación de Roxana Amed, se llevará a cabo el taller de Canto por Joey Blake; y habrá también seminarios dedicados a ensamble, con Rodrigo Agudelo y Greg Burk; clínicas de batería por Billy Hart y de contrabajo por William Parker. Como novedad de este año, se agregan clínicas en Villa 20, Lugano y Bajo Flores, a cargo de profesores integrantes de La Bomba de Tiempo y de Mariano Loiácono. En Cine & Jazz, la sección fílmica del festival, se verán cuatro películas –que se proyectarán en el Salón Mayor de la Usina del Arte– donde el jazz no sólo funciona como centro dramático, sino también como cifra secreta, tono esencial y, acaso, espejo a través del cual los personajes se piensan a sí mismos y conciben su entorno. The Jazz Loft According to W. Eugene Smith, de Sara Fishko (Estados Unidos, 2015); Mo’ Better Blues, de Spike Lee (Estados Unidos, 1990); Standing in the Shadows of Motown, de Paul Justman (Estados Unidos, 2002); y La luz incidente, de Ariel Rotter (Argentina, 2015) que cuenta con música original de Mariano Loiácono, quien participará en la presentación de la proyección junto a Rotter el lunes 28 a las 18.30.

viernes, 7 de octubre de 2016

Alan Courtis en el MALBA x 2 (pero queda nada más que una y es mañana)

Encuentros
Escuchas Flu-X-us 
A cargo de Alan Courtis 

Sábados 1 y 8 de octubre de 18:00 a 20:00. Sala Pedagógica, Nivel 1 - MALBA ( Av. Pres. Figueroa Alcorta 3415, Buenos Aires)

Alan Courtis (Buenos Aires, 1972) participó en más de 400 discos editados por sellos experimentales de todo el mundo como: P.S.F., Mego, Pogus, RRR, Blossoming Noise, etc. Fue miembro fundador del grupo Reynols y actualmente de L’Autopsie a révélé quela mort était due a l’Autopsie. Ha realizado extensas giras por Japón, China, Europa, EEUU, Oceanía, Sudeste Asiático, Latinoamérica, llegando inclusive a tocar en las cercanías del Polo Norte. Recibió distinciones de medios como The Wire, The Chicago Reader, The Beijinger, Dusted Magazine y difusión radial en BBC, WFMU, Resonance-FM, Österreich 1, SBS, RTVE, ART on AIR, RAI, Sveriges Radio, WDR, NRK, etc. Ha colaborado con músicos como: Keiji Haino, Merzbow, Pauline Oliveros, Lee Ranaldo (Sonic Youth), Otomo Yoshihide, RLW, Jim O’Rourke, Yoshimi (Boredoms), L.A.F.M.S, Eddie Prevost (AMM), Rick Bishop , Phill Niblock, Makoto Kawabata, Daniel Menche, Jojo Hiroshige, Zbigniew Karkowski, Okkyung Lee, Kemialliset Ystävät y Lasse Marhaug.



Como pocas antes, la música Fluxus se propuso ser internacional. Así, formaron parte del movimiento músicos de toda Europa, Norteamérica y Asia. En el marco de la muestra de “Dream Come True” de Yoko Ono, Escuchas Flu-x-us se propone como una serie de audiciones comentadas que rastrean posibles conexiones y paralelismos entre las propuestas de Fluxus y diversas producciones tanto locales y latinoamericanas, como provenientes de otras partes del globo.
Alan Courtis no realizará un abordaje estrictamente histórico sino que invita a escuchar música en el museo, como si se tratase de una casa, a través de la asociación libre que parte desde lo sonoro y se ramifica hasta lugares impensados, mezclando tradiciones como música electroacústica, contemporánea, rock, psicodelia, discos publicitarios, improvisación, folklore, free-jazz, canciones de autor, discos para niños y exploraciones sonoras varias.
Una invitación a la escucha abierta y a la deriva perceptual para dejarse llevar por el sonido hasta donde la palabra no llega. Además de un repaso por las nociones musicales que guiaron Fluxus, los encuentros se proponen generar un mapa posible de cómo Fluxus fue escuchado en Latinoamérica, con qué tradiciones se encontró aquí y cuáles fueron sus efectos
Orgranizados en el marco de la muestra Yoko Ono. Dream Come True.
Entrada libre y gratuita.

miércoles, 5 de octubre de 2016

Tomás Gubitsch x 3 en la Usina del Arte


Artistas en Residencia:

TOMAS GUBITSCH
en la Usina del Arte

14 – 15 – 16  de  octubre
Usina del Arte - Caffarena 1 – CABA

Entrada gratuita: se retiran desde 2 horas antes en la boletería de La Usina


La serie "Artistas en residencia" que La Usina del arte inaugura el fin de semana del 14, 15 y 16 de octubre con el guitarrista y compositor Tomás Gubitsch refleja uno de los objetivos centrales que la dirección artistica de La Usina se ha planteado en tanto centro cultural público y de excelencia.

Se trata de mostrar a un artista imprescindible y con una gran carrera, no solo sólida sino multifacética, y, justamente, ofrecer en diferentes conciertos los diversos aspectos que hacen a su universo artístico.

Tomás Gubitsch fue parte del legendario Invisible de Luis Alberto Spinetta que grabó “El jardín de los presentes”. Y luego brilló en aquel grupo de músicos provenientes del rock y del jazz que Astor Piazzolla armó en los 70' para unas giras europeas. Luego se estableció en Francia donde sigue viviendo y desarrollando una exitosa carrera musical.

Para esta nueva serie, Artistas en Residencia, Tomás Gubitsch ofrecerá tres conciertos que prometen ser memorables: el viernes 14 mostrará por primera vez en el país su música para orquesta junto a la Orquesta Sinfónica Nacional. Al día siguiente presentará junto a un seleccionado de músicos locales -Ernesto Jodos, Diego Schissi, Juan Pablo Navarro, Carlos Casazza, Jean Dindinaud y Martín Bruhn- un songbook que le fue comisionado por el director de La Usina, Adrián Iaies, titulado "Swingin London", que refiere a la música que sonaba en Londres entre 1965 y 1970 perteneciente a grupos como The Who, The Kinks, Led Zeppelin y otros. Finalmente, el domingo 16  ofrecerá “1-2-3, solos, dúos y tríos” junto a esos mismos músicos.

De este modo, a lo largo del fin de semana, este artista virtuoso y original mostrará su talento como compositor, como versionador y arreglador y, finalmente, como guitarrista. 



TOMAS GUBITSCH EN LA USINA DEL ARTE:

  • Viernes 14/10 a las 20hs en el Auditorio:
Junto a la Orquesta Sinfónica Nacional
  • Sábado 15/10 a las 19hs en la Sala de Cámara:
Songbook Swingin London (1965-70)
  • Domingo 16/10 a las 19hs en la Sala de Cámara:
1-2-3, solos, dúos y tríos.

domingo, 2 de octubre de 2016

Richard Galliano entrevistado por Santiago Giordano, antes de tocar en Buenos Aires

Santiago Giordano entrevistó a Richard Galliano antes de su debut porteño y el resultado puede leerse en la nota que se ofrece a continuación, publicada hoy en el diario Página 12.

Puente entre afinidades genéricas

Por sobre las posibles especulaciones sobre si su música podría entrar en los rótulos del jazz, o si quizás está más cerca de la tradición clásica, o incluso encuentra afinidades dentro del tango contemporáneo, Richard Galliano responde sencillamente que él es un músico francés. Un acordeonista francés, para más datos. Y si en las distintas etapas de un artista que lleva más de 50 años de carrera su música atravesó por diferentes estilos y dialogó con distintas tradiciones, lo hizo desde ese lugar. “Si usted me pregunta qué hice de importante en mi vida, le diría que no hice más que cumplir un sueño que traía desde mi infancia, que era el de cambiar el acordeón de lugar. Es decir, cambiar su imagen, que estaba estrechamente relacionada con el ámbito de la música para baile, donde había sido confinado, con la correspondiente condena a ser un instrumento menor. Lo que hice fue ponerlo en diálogo con otras músicas”, explica Galliano a Página/12. “Con esto no digo que soy el mejor del mundo ni mucho menos, pero sí que logré que el instrumento se libere de su mala fama, para que otras músicas, como el jazz o la llamada música clásica, le abran sus puertas. Pero lo que más me complace, es que ese camino fue seguido por muchos acordeonistas hasta hoy”, asegura.

Hoy a las 19 Galliano actuará en el Centro Cultural Kirchner, junto a un grupo de músicos que por su variedad estilística bien pueden reflejar aquel sueño de la niñez. Junto al acordeonista estarán los integrantes de Escalandrum, Daniel “Pipi” Piazzolla en batería y Nicolás Guerschberg en piano, y el contrabajista Juan Pablo Navarro, además del violinista francés Bertrand Cervera, prestigioso solista y concertino de la Orquesta Nacional de Francia. El programa del concierto incluirá piezas de Galliano, como "La Valse a Margaux", "Spleen" y "Tango pour Claude", además de obras de Astor Piazzolla, como "Otoño porteño", "Primavera porteña" y "Oblivion". Y se completará con otras piezas, de Johann Sebastian Bach.

“Encontrarme con estos muchachos será maravilloso, y descuento que se producirán lindas cosas entre nosotros”, asegura Galliano de cara a esta próxima presentación. “Bertrand (Cervera) será un poco el factor de unión del grupo, él es un músico de gran escuela y muy versátil. Además me encontraré con Pipi, el nieto de mi gran amigo y maestro Astor Piazzolla. Me gusta mucho lo que hacen con Escalandrum, esa manera de fusionar jazz, rock y tango”, halaga.

–¿Qué recuerdo tiene de Astor?
–Astor me dio un consejo que nunca olvidaré: no te alejes de tus raíces. Eso fue fundamental para mí en un momento en el que yo tocaba mucho jazz. Todavía siento la inmensa energía que Astor reflejaba como músico y como persona. Hoy tenemos la inmensa alegría de ver el modo en que su música es reconocida, aunque es una pena que esto se diera después de su muerte.

De aquel consejo de Piazzolla salió New Musette, un disco que Galliano grabó en 1991 en el que, al frente de un cuarteto, aborda al clásico vals-musette francés desde otro lugar. Una nueva forma en la que el calor del jazz –además del empleo amplio de la improvisación– y cierto modo de administrar la energía expresiva que estaba en Piazzolla, renuevan un género popular emblemático de Francia. 

“Del mismo modo que es posible escuchar una evolución del tango paralela a la del bandoneón en Argentina, en Francia el vals-musette se desarrolla junto al acordeón. Es la necesidad de cada generación de poner estas músicas al gusto de los tiempos actuales”, asegura Galliano.

–¿Sintió el rechazo por parte de los conservadores cuando renovó la musette?
–No. Si lo hubo no me di cuenta. Fui muy respetuoso de las raíces y eso se notó. Además, se sabe que el rol de cada generación es ir más allá. Siempre.

–¿Cómo inició su camino en el jazz internacional?
–Chet Baker y Ron Carter fueron los primeros nombres importantes del jazz con los que colaboré. Antes había trabajado con estrellas de la canción francesa como Juliette Greco y Charles Aznavour, pero aquellos encuentros con músicos de jazz me abrieron horizontes importantes.

–Un camino ilimitado...
–No crea. En Estados Unidos todavía existen muchos prejuicios para integrar un instrumento como el acordeón al universo de la música afroamericana.

–¿Y usted se siente un músico de jazz?
–Antes que nada me considero músico y compositor. ¿O usted no cree que grandes nombres del jazz como Miles Davis, John Coltrane y Bill Evans, por nombrar algunos, no son músicos, antes de ser trompetista, saxofonista y pianista?

Entre los discos de Galliano hay reflejos precisos de ese estado de alerta ante la variedad. Bach (2010), Vivaldi (2013) y el reciente Mozart (2016), un disco en el que junto a un quinteto de cuerdas transcribe con precisión y cierta propiedad estilística un contrapunto de El arte de la fuga, los movimientos del “Concierto para clave”, el “Concierto para oboe y violín”, o algunas danzas de las “Suites para violonchelo”, entre otras cosas. En From Billy Holliday to Edith Piaf (2009), que Galliano comparte con el quinteto de Wynton Marsalis, tiende puentes entre dos civilizaciones afines pero con características propias bien definidas: la canción americana y la francesa. En Paris Concert (2009) aparece el solista omnívoro, capaz de saltar con idéntica soltura y frescura de Piazzolla a las “Gnossiennes” de Eric Satie, de la canción italiana a los acordeonistas brasileños, de Thelonious Monk a sus propias composiciones. Ni hablar de los dos maravillosos Mare Nostrum (2008 y 2016), junto al trompetista italiano Paolo Fresu y el pianista sueco Jan Lundgren.

–¿Además de acordeón, usted toca bandoneón. ¿Lo trajo a Buenos Aires?
–¿Usted llevaría salchichas a Frankfurt?


martes, 27 de septiembre de 2016

Siguen las visitas: ahora, Richard Galliano

Richard Galliano en el CCK
Domingo 2 de octubre, 19h
·Entrada gratuita·

Notable acordeonista, con una carrera que incursiona en el jazz, el tango y la música clásica, el francés Richard Galliano se presenta este domingo 2 de octubre, a las 19, en la Sala Sinfónica del CCK.  Galliano actuará junto al violinista francés Bertrand Cervera, y músicos argentinos invitados: el baterista Daniel ‘Pipi’ Piazzolla, el pianista Nicolás Guerschberg y el contrabajista Juan Pablo Navarro.


Las entradas gratuitas se entregan en Sarmiento 151 desde el martes 27 de septiembre a las 12h, hasta agotar la capacidad de la sala. También se pueden reservar a través de la web, www.cck.gob.ar

lunes, 26 de septiembre de 2016

Inéditos de Charlie Parker o cómo raspar el fondo de la olla

“El álbum con dos CD, que incluyen 69 pistas con tomas alternativas descartadas y entradas fallidas de Parker, es presentado por el sello Universal como un acontecimiento histórico, y en parte lo es, pero no deja de ser también, como diría Kundera, un testamento traicionado”, dice la bajada de la nota que Diego Fischerman publicó en Página 12, el pasado 25 de septiembre.

Un disco conceptual involuntario


Podría pensarse Unheard Bird como un disco conceptual involuntario. Las obras conceptuales cambian lo que está alrededor de ellas. Funcionan como bisagras. Obligan a pensar y volver a pensar aquello que parecía absolutamente claro antes de su existencia. Nada sería igual en las artes plásticas sin el mingitorio de Duchamp y nada sería igual en la música sin los 4’33” de John Cage, esa pequeña inmersión en el silencio –y en la reformulación del ritual del concierto– que pondría en tela de juicio al sonido mismo.

Sin embargo, ya se sabe, un mingitorio no es exactamente la clase de obra que alguien querría colgar en su casa y nadie –o casi nadie– compraría un disco con una colección de versiones de 4’33” para solazarse con su repetida –y silenciosa– escucha. El rechazo de esas obras por las formas tradicionales de circulación y los esquemas establecidos del gusto es, eventualmente, parte del “concepto” que se ocupan de poner en escena. Son obras geniales. Son imprescindibles. Pero, en general, alcanza con que a uno se las cuenten. Un álbum con dos CD, que incluyen 69 pistas con tomas alternativas descartadas originalmente y entradas fallidas de Charlie Parker, tiene algo de eso. Es importante. Se trata de un documento único. Pero son muy pocos los que podrían encontrar alguna clase de regocijo en su audición.

Concebir esta edición –que el sello Universal presenta como evento histórico– como un concepto, aun impensado. tal vez sea generoso. Quizá se trate solamente de algo tan fallido como el material que lo constituye. De una idea condenada al fracaso desde su propia formulación. De algo pensado por productores discográficos y no por escuchadores de música. Un álbum con grabaciones inéditas de Charlie Parker suena a descubrimiento del arca perdida hasta el momento exacto en que se descubre que de las 69 pistas más de la mitad ronda el minuto de duración o aún menos, como la entrada fallida de la toma 1 del tema bautizado “Z”, de apenas 7 segundos. Y, no obstante, hay algo de atractivo en todo ello. Algo de voyeurismo monstruoso, un poco como en el volumen de infidencias sobre Borges que Bioy escribió en privado y sus editores hicieron público. Escuchar la lenta, trabajosa construcción de la grabación de un tema de Parker, las dificultades de los músicos para entender la construcción, para familiarizarse con los saltos melódicos y las armonías cambiantes –muchas de las tomas incompletas se deben a errores de Gillespie, por ejemplo– tiene algo de impúdica enseñanza.

Para un estudioso del arte, para un alumno de saxo, o de historia del jazz, puede, finalmente, resultar fascinante escuchar todo aquello que los músicos jamás quisieron que escuchara. Testamentos traicionados, diría Milan Kundera. Historia viva, afirmarían otros. De las grabaciones incluidas, abarcando contextos y formaciones instrumentales que van del cuarteto y el quinteto a registros con big bands, con la orquesta “latina” de Machito o con cuerdas, y registradas entre 1949 y 1952, no todo es morralla, a pesar de todo. Algunas de las tomas alternativas –las dos de “Okie Dokie”, las de “Night and Day” y “What is This Thing Called Love”, por ejemplo– son magistrales. Pero resultan poco a la hora de justificar la edición completa. Un solo disco con una selección de las tomas descartadas e inéditas podría haber resultado atractivo. El criterio de agrupar todas las tomas de un tema, incluyendo al final el master que se publicó en su momento, en cambio, puede funcionar si el objetivo es el estudio y el análisis pero en los hechos, y si de placer se trata, convierte los dos discos en algo inescuchable.

miércoles, 21 de septiembre de 2016

Brad Mehldau por dos, por Diego Fischerman

Diego Fischerman escribe en Página 12 de hoy sobre los dos últimos discos de Brad Mehldau. En la bajada que precede a la nota se lee: “Con su notable trío, y en dúo con el saxofonista Joshua Redman, respectivamente, el gran pianista lleva el arte de la canción a un punto de belleza y virtuosismo extremos.”

Esa vieja savia creativa

Alguien que llamó a sus primeros discos “El arte de la canción” algo quería decir al respecto. El jazz se basa, en gran medida, en canciones. Y, también, en subvertirlas. Y sus grandes músicos siempre tuvieron claro que una parte del juego implicaba necesariamente a la otra. Si hubiera alguna duda, allí está aquella famosa anécdota de Ben Webster, que interrumpió de golpe un solo, en una grabación, ante la sorpresa de todos, y argumentó que no podía seguir porque había olvidado la letra. Brad Mehldau, uno de los pianistas más importantes de la camada post Jarrett, ha hecho de esa tensión entre una estructura fija –y una cierta información afectiva– y las formas de hacerla elástica una de sus marcas de fábrica. Y en dos discos recién publicados –y ambos editados milagrosamente en la Argentina– lleva ese esquivo arte de la canción –y del jazz– a un punto de belleza y virtuosismo extremos.

En Blues and Ballads Mehldau se presenta con su notable trío, que completan Larry Grenadier en contrabajo y el baterista Jeff Ballard. En Nearness se trata de un luminoso dúo con el saxofonista Joshua Redman. El título remite a dos cosas. A una canción, la hermosa “The Nearness of You”, de Hoagy Carmichael y Ned Washington, que se estrenó en la película Romance en la oscuridad, de 1938 y se convirtió en hit dos años después, en la versión de la orquesta de Glenn Miller con Ray Eberle como cantante. Y, claro, a la indudable cercanía que une a los dos músicos. Mehldau fue el pianista del cuarteto de Redman e intervino en el álbum Moodswing, de1994, antes de comenzar su carrera como líder –más adelante volvería a hacerlo en Timeless Tales (for Changing Times), de 1998–. En 2010, Redman participó del disco Highway Rider, de Mehldau, y en 2013, el pianista tocó, fue uno de los orquestadores y produjo Walking Shadows, del saxofonista.

Pocas cosas son más fáciles, para un músico de jazz, que tocar un blues. Y pocas cosas son más difíciles que expresar algo interesante con él. Algo similar podría decirse de las baladas clásicas del género. Suelen ser tan perfectas en sí mismas, tan tentadoramente “fáciles”, que la dificultad reside es no arruinarlas. O, sin llegar tan lejos, en no poder decir a partir de ellas algo más que lo que la tradición ya ha construido. Y tanto en el disco en trío como en el dúo, parte del secreto del éxito es la exquisita interacción. Mehldau, un pianista que hace del acompañamiento –incluso cuando se acompaña a sí mismo– una voz con peso propio, jamás funciona en un solo nivel de significado.

Sus voces se entrelazan y, a la vez, se entrelazan con las de los músicos con los que toca. Es, a la manera de Oscar Peterson o John Lewis, un maestro sorprendente en conciliar el virtuosismo con el difícil arte de dejar espacios libres –y de crearlos para otros–. Y, en uno y otro disco, trabaja de manera precisa la idea de expansión. En Blues and Ballads, por ejemplo, una secuencia acórdica primaria, como la de “Since I Fell You” (I-IV-V, es decir apenas un acorde resolutivo, uno de tensión media y uno de tensión) se convierte en una exploración de más de diez minutos en la que no hay ni asomo de rutina o repetición. O “And I Love Her”, de The Beatles desemboca en un asombroso ejercicio de exprimentación rítmica.

Como Jarrett, aunque por otros caminos, la recurrencia a temas conocidos –en el caso de Mehldau no sólo los consabidos standards del género sino piezas de Radiohead, Beatles o Stufjan Stevens– es una manera de diferenciar figura y fondo. Es en el contraste con esos trazos reconocibles por la memoria donde se ponen en escena los microscópicos –y siempre sorprendentes– procedimientos de Mehldau. En Nearness, estos “fondos familiares” –un “Ornithology” que no se parece a ninguno anterior, donde las cascadas de notas se convierten en un material de naturaleza esencialmente distinto del de Parker; un “In Walked Bud” que relee a Thelonious Monk desde una jubilosa adivinanza con las acentuaciones– alternan con las composiciones propias, del pianista y de Redman. En unos temas y en otros, prima la creatividad. Esa vieja savia que, todavía, alimenta al jazz.


miércoles, 14 de septiembre de 2016


Sábado 17:  
“MARC RIBOT CERAMIC DOG TRÍO”
21hs en Club Museum – Perú 535 (CABA)
(Entrada gratuita - Se retiran hasta 2 por persona a partir del mediodía del Sábado en Museum)  

Domingo 18:  
“MARC RIBOT SOLO GUITAR”
19.30hs en el Centro de Experimentación del Teatro Colón (Tucumán 1171 - CABA)
(Entrada gratuita - Se retiran hasta 2 por persona a partir de las 10AM del Sábado en boletería del Colón) 




WORKSHOP DE IMPROVISACIÓN POR MARC RIBOT
Dirigido a músicos amateurs y profesionales
(llevar instrumento acústico)
Domingo a las 16hs en el Centro de Experimentación del Teatro Colón (Tucumán 1171 - CABA)

Inscripción gratuita hasta el 16/09 por e-mail: info@usinadelarte.org

sábado, 10 de septiembre de 2016

Jon Ibaragon Quaret, NES y Vincent Segal con Ballaké Sissoko hoy en la Usina

En la bajada del artículo publicado hoy por Diego Fischerman en Página 12 se lee: “El saxofonista es el fundador de Mostly Other People Do The Killing, pero llega a Buenos Aires con el grupo con el que grabó el año pasado el disco Behind the Sky. En el mismo lugar, hoy también habrá shows del trío NES, y del dúo que conforman Vincent Segal y Ballaké Sissoko”.

Estrellas con sonido grupal

No sucede en dos ciudades distintas. Ni siquiera en dos teatros o en días diferentes. Hoy, primero a las 19 y después a las 21, en dos salas contiguas de la Usina (en Pedro de Mendoza y Caffarena, en La Boca), se presentarán dos conciertos con músicos excepcionales. Por un lado, el cuarteto de estrellas liderado por el saxofonista Jon Irabagon. Por el otro, el trío NES, integrado por Nesrine Belmokh, David Gadea y Matthieu Saglio, y uno de los dúos más interesantes y originales de los últimos años, el que conforman el cellista francés Vincent Segal –integrante del nuevo trío de Tomás Gubitsch– y el notable Ballaké Sissoko, un nativo de Mali virtuoso de la kora, un arpa folklórica africana de 21 cuerdas, con un gran resonador de calabaza.

Irabagon, que ganó la competencia Thelonious Monk para su instrumento en 2008 y en 2012 fue elegido músico del año por la New York City Jazz Record, es el fundador de uno de los grupos más irreverentes –y perfectos técnicamente– de la escena del jazz actual, Mostly Other People Do The Killing. Integra también los quintetos de la guitarrista Mary Halvorson y del trompetista Dave Douglas. En su primera visita a Buenos Aires, llega con el mismo grupo con el que grabó el año pasado el disco Behind the Sky y con el que se presentó el mes pasado en el Dizzy Club del Lincoln Center de Nueva York, integrado junto a él por el pianista Luis Perdomo, Yasushi Nakamura en contrabajo y Rudy Royston en batería. El cuarteto volverá a actuar mañana, y el saxofonista y el baterista brindarán además, ese día a las 14 y a las 15.30 respectivamente, clínicas destinadas a músicos y estudiantes.

Con un control poco corriente de su instrumento, Irabagon pasa fluidamente del saxo tenor al alto, y en una de sus producciones más desafiantes de Mostly Other People Do The Killing toca ambos sobregrabados. Y lo hace nada menos que abordando las partes de Canonball Adderley y de John Coltrane en el disco Kind of Blue de Miles Davis. Hasta ese momento, Mopdtk se había limitado, además de a mezclar estilos con la mayor de las libertades, a satirizar las tapas de famosas grabaciones de jazz y las “notas de los especialistas” que en su caso firmaba Leonard Featherwight (el peso de una pluma), en obvia alusión al ensayista Leonard Feather. En Blue, las sesudas notas están firmadas por un tal J.L.B. y se refieren a “Pierre Menard, autor del Quijote”. Se trata, por supuesto, del bueno de Borges y la cita resulta más que pertinente. Blue es el Kind of Blue de Davis vuelto a tocar, nota por nota, y hasta con la famosa entrada de Coltrane fuera del micrófono. Disco conceptual y toma de posición frente a la falta de originalidad generalizada.

El cuarteto liderado por Irabagon no juega por lado de lo conceptual, pero no va en zaga en dominio técnico y en el poderoso sonido grupal. Perdomo, nacido en Caracas y radicado en Nueva York desde 1993, integró el cuarteto de Ravi Coltrane y formó parte de los grupos de Dave Douglas, David Gilmour, Steve Turre, Bryan Lynch y David Sanchez. Royston, texano y graduado con honores en la Universidad de Denver, es también miembro del grupo de Douglas, ha tocado junto a Branford Marsalis, Greg Osby, Ravi Coltrane, John Patitucci y Rudresh Mahanthappa, y ha grabado varios discos con el guitarrista Bill Frisell.

Apenas terminado el concierto de Irabagon en la Sala de Cámara, vale la pena caminar unos metros, hasta el Auditorio principal, para escuchar a la cantante y violoncelista franco argelina Nesrine Belmokh, junto al también violoncelista Matthieu Saglio y el percusionista David Gadea. Sissoko y Segal, por su parte, presentarán el material de sus dos discos, Chamber Music, de 2009, y Musique de nuit, del año pasado, que fue elegido como uno de los mejores discos del año por la prestigiosa revista inglesa Songlines.


martes, 30 de agosto de 2016

Jazz en la Usina del Arte con

  JON IRABAGON Quartet (USA)

Sábado 10 y Domingo 11 de septiembre a las 19hs

Sala de Cámara - Usina del Arte - Caffarena 1 – CABA
Entrada gratuita. Se retiran desde dos horas antes en la boletería de La Usina.



En su primera visita a la Argentina, el saxofonista Jon Irabagon se presenta el 10 y 11 de septiembre en la Sala de Cámara de La Usina junto a su cuarteto integrado por el venezolano Luis Perdomo en piano, Yasushi Nakamura en contrabajo y Rudy Royston en batería. Se trata de una formación muy ajustada y de elevada calidad técnica, jazz de alto vuelo que viene girando en Estados Unidos desde hace varios años.

El domingo 11 Irabagon ofrecerá una clínica a las 14hs, Conceptos de improvisación; mientras que Royston hará lo suyo con La batería en el jazz a las 15.30hs. Ambas clínicas están dirigidas a músicos amateur, profesionales y/o estudiantes de música que toquen cualquier tipo de instrumento; se realizarán en la Sala de Cámara de La Usina con inscripción previa a través de info@usinadelarte.org hasta el 9/09. Capacidad: 200 vacantes.



JON IRABAGON: Ganador en 2008 de la muy prestigiosa “Thelonious Monk Saxophone Competition”, y de las categorías “Rising Star” como saxo tenor y saxo alto en la revista “Down Beat”, ocupa hace varios años un lugar muy destacado en la escena jazzística neoyorquina.  La amplitud de sus intereses musicales queda evidenciada en las distintas formaciones que integra en calidad de miembro estable; entre ellas, “Mostly Other People Do The Killing”, el Mary Halvorson Quintet, el quinteto del trompetista Dave Douglas y el Barry Altschul´s 3Dom Factor.

LUIS PERDOMO: Nacido en Caracas y radicado en Nueva York desde 1993. Participó en la grabación de más de 200 discos. Durante 10 años fue integrante del cuarteto de Ravi Coltrane. Al margen de tocar como sideman de Dave Douglas, David Gilmour, Steve Turre, Bryan Lynch y David Sanchez entre otros, desarrolló una interesante carrera solista. Lleva editados una decena de discos solistas con distintas formaciones, algunos de ellos a través del prestigioso sello Criss-Cross.

RUDY ROYSTON: Graduado con honores en la Universidad de Denver, el baterista tejano Rudy Royston es un activo participante de la escena jazzística de Nueva York. Ha tocado junto a músicos de la talla de Branford Marsalis, Greg Osby, Ravi Coltrane, John Patitucci y Rudresh Mahanthappa. Artista muy versátil, ha grabado varios discos con distintas agrupaciones lideradas por el guitarrista Bill Frisell; es desde hace varios años -además- miembro estable del quinteto del trompetista Dave Douglas.