El año que pasó resultó especialmente bueno para el jazz local. Un repaso por los principales discos de los muchos aparecidos, realizado por Jorge Fondebrider y publicado en la Ñ del sábado 31 de diciembre pasado, así lo demuestra.
Jazz de acá
Adrián Iaies |
Puestos a juzgar lo ocurrido 2011, no queda otro remedio que admitir que este año ha sido muy fecundo en materia de jazz. Quizás debido a las pocas visitas internacionales (la mayoría de las cuales corresponden al Buenos Aires Jazz Festival, poniendo así en primer plano el poco riesgo corrido por los empresarios privados), lo más notable parecen ser los muchos discos de los artistas nacionales. Podrá decirse que se trata de una mera cuestión de gustos, pero algunos se destacan especialmente del conjunto. Es el caso de, por ejemplo, ¿Cuándo dejó la lluvia de ser sagrada? (Café Vinilo), el CD doble de piano solo grabado por Adrián Iaies en vivo. La noticia, si cabe ponerla en estos términos, es que Iaies –uno de los pocos músicos de jazz que en la Argentina tiene idea de lo que significa tener una carrera y saber cómo llevarla adelante– ahora “toca menos”, lo que hace que, paradójicamente, se lo escuche más y mejor.
También importa mencionar aquí el fascinante Fragmentos del mundo (Blue Art), de Ernesto Jodos, un gran pianista formador de músicos que, por la tensión que logra y la densidad de sus composiciones, le plantea al oyente un verdadero desafío emocional que siempre vale la pena asumir. En la oportunidad encabeza un doble trío en el que intervienen Jerónimo Carmona y Mauricio Dawid en contrabajos y Luciano Ruggieri y Sergio Verdinelli en baterías.
Francisco LoVuolo |
Hasta acá, mencionar a Iaies y a Jodos como parte de lo mejor del año no ofrece mayores sorpresas. En cambio, los pianistas Francisco LoVuolo y Paula Shocrón, y el trompetista Mariano Loiácono, todos ellos muy jóvenes y hasta ahora usualmente considerados como revelaciones o promesas, con los discos editados por ellos este año se han convertido en extraordinarios exponentes del mejor jazz que se toca en el país. Vueltas (PAI), del Francisco LoVuolo Trío –completado con Cristián Bortoli en contrabajo y Eloy Michelini en batería–, es un gran disco fundamentalmente dedicado a standards. Y si antes ya se sabía que LoVuolo era un muy buen pianista, con la labor llevada a cabo este año en What’s New? (Rivorecords), de Mariano Loiacono, y A Child is Born (Rivorecords), de Carlos Lastra, su disco como líder confirma este año que LoVuolo no tiene techo y que ya se encuentra entre los grandes pianistas argentinos actuales.
Otro tanto podría decirse de Paula Shocron, quien con Our Delight (Rivorecords) y Gran Ensamble (Acqua) logró la rara proeza de editar dos magníficos discos, muy distintos entre sí, en el mismo año. El primero también está dedicado a standards sabiamente elegidos –y ahí se puede adivinar la mano y la experiencia de Eloy Michelini, baterista que también tuvo que ver en las elecciones de LoVuolo y que aquí conforma la base rítmica con el contrabajista Jerónimo Carmona– que permiten comprobar la extraordinaria ductilidad y riqueza de recursos de Shocron como intérprete. El segundo, casi íntegramente compuesto por la pianista para un ensable de 13 músicos, la ubica ahora como excelente arregladora y directora de una gran formación.
Y no se puede hablar de liderazgos sin dejar de mencionar Mariano Loiacono. El trompetista cordobés –profundamente vinculado a Rosario, pero ahora afincado en Buenos Aires–, ha grabado con LoVuolo, Carmona, Gustavo Musso (saxo tenor), Pepi Taveira (batería) y, como invitados, Sebastián Loiácono y Ramiro Flores (ambos en saxo alto) Our Delight, probablemente el mejor disco de hard-bop que se haya realizado en la Argentina. Autoridad , madurez y un sonido que ya es reconocible como propio son lo que hacen de este disco fantástico una referencia obligada.
Corresponde continuar esta breve lista con Detrás de esa puerta (Sofa Records), del Hernán Mandelman Quinteto. Se trata de un disco francamente feliz y muy agradable de escuchar, que, hay que decirlo, merece mayor visibilidad y, por cierto, una tapa mejor que la que perpetró Cecilia Piris, poniéndose a sí misma en primer plano, probablemente sin considerar la música. El grupo liderado por el baterista Mandelman –autor de la mayoría de los temas, salvo dos compuestos por el guitarrista Guillermo Bazzola– está integrado por Natalio Sued (saxo tenor), Rodrigo Domínguez (curiosamente, en saxo alto), Paula Shocron (piano) y Ezequiel Dutil (contrabajo).
El jazz por otros medios
Para quienes busquen acercarse al jazz por otros medios, se les recomienda muy especialmente Piazzolla Plays Piazzolla (Epsa), del grupo Escalandrum, CD íntegramente dedicado a la música de Astor Piazzolla, abuelo de Daniel “Pipi” Piazzolla, el líder histórico y baterista de la formación, que completan Damián Fogiel (saxo tenor), Martín Pantyrer (clarinete bajo y saxo barítono), Gustavo Musso (saxo alto y soprano), Nicolás Guerschberg (piano y arreglos) y Mariano Sivori (contrabajo). La muy pertinente omisión de todo atisbo de bandoneón que aquí se exhibe ya había sido fundamental en Todo Buenos Aires (BAU), el disco dedicado a Piazzolla como compositor que el guitarrista y arreglador Fernando Tarrés, había editado un año antes, comisionado por Adrián Iaies para el Buenos Aires Jazz Festival de 2010. Tarrés, quien a sus méritos suma el de ser el factotum de BAU Records y permanente generador de proyectos, editó este año Songbook III (BAU) con la cantante colombiana Lucía Pulido, un magnífico trabajo que, abrevando en los folklores rurales de la Argentina y de Colombia, cierra el muy fecundo ciclo de un colectivo que, en esta tercera reencarnación –probablemente, la mejor–, conformó un auténtico seleccionado de muy buenos músicos de ambos países, entre los que se menciona especialmente al saxofonista colombiano Antonio Arnedo. Inocencia (Acqua), de la cantante Roxana Amed también se dedica a leer el folklore rural argentino desde el jazz. Lo hace con algunos arreglos excelentes del pianista y compositor Guillermo Klein, a los que se suman los de la propia Amed, acompañada al piano en varios temas por Adrián Iaies y Manolo Juárez. Luego, el trompetista Guillermo Calliero, grabó en España Barcelona Hora Cero (Blue Art), donde alternan Gardel con el Cuchi Leguizamón y Jaime Dávalos con Litto Nebbia.
Guillermo DiPietro |
Por último, emparentado al jazz por tratarse de música improvisada, corresponde destacar Ríos que dan al mar. Variaciones sobre Fito Páez (El Perro Lento Discos), del pianista cordobés Guillermo Di Pietro, quien anteriormente ya había propuesto lecturas afines tanto de la música de Luis Alberto Spinetta como de la de Charly García.
Otro buenos discos del año han sido Trío (PAI), Fauna (PAI), Lua (BAU) y el Yang y el Yang (Blue Art) de los pianistas Alan Zimmerman, Manuel Ochoa, Hernán Jacinto y Eduardo Elía, respectivamente. El primero, que además de temas propios incluye composiciones de Sam Rivers, Thelonious Monk, Cole Porter y Charles Mingus, plantea una formación que, además de a Zimmerman, incluye al contrabajista Ezequiel Dutil y al baterista Carto Brandán; el segundo tiene por protagonistas a Ochoa, Ezequiel Dutil, Pepi Taveira, Sergio Wagner (en trompeta y flügelhorn), Ramiro Flores (en saxos alto y soprano); el tercero –donde a los temas propios, los de Jimmy Van Heusen y Wayne Shorter, se suma un flojo “Cuchillos”, de Charly García– incluye a Ramiro Flores, Mariano Loiácono, Jernónimo Carmona, Oscar Giunta (batería) y, como invitados, a Javier Malosetti (contrabajo), Oscar Feldman (saxto tenor), Hernán Segret (cello) y Alejandro Oliva (percusión); finalmente, el cuarto, con Jerónimo Carmona y Carto Brandán, llama la atención por la calidad de las composiciones propias y por las brillantes lecturas que este muy buen trío hace de dos temas de Ornette Coleman.
En cuanto a los guitarristas, La corvina alegre (Sofa Records), de Patricio Carpossi, con Natalio Sued, Sergio Wagner, Hernán Merlo (contrabajo) y Fermín Merlo (batería) se cuenta entre lo más sólido del año. Por su parte, los guitarristas y compositores Juan Pablo Domínguez y Leo Álvarez han editado La memoria de los sueños (BAU) y Algunas consideraciones (PAI), dos buenos discos que, por su aproximación al género y las tradiciones que reclaman, no podrían ser más contrastantes. El primero incluye a Rodrigo Domínguez, Ernesto Jodos, Carlos Álvarez (contrabajo) y Martin Lambert (batería), mientras que el segundo tiene por protagonistas a Pablo Raposo (piano), Pablo Carmona (contrabajo), Claudio Risso (batería) –los tres, miembros del Trío Índigo, que el año anterior había editador Laelefantamara (PAI)–, a quienes se suman Ricardo Cavalli (saxos tenor y soprano) y Nick Homes (saxo alto).
En La casa caliente (Sofa Records), del Nicolás Chientaroli Trío, y Otro jardín (PAI), del Carlos Álvarez Trío, se ofrece una propuesta donde uno puede imaginarse sin problema el gusto que les dio tocar a los músicos –a la sazón Chientaroli en piano, Carlos Álvarez en contrabajo y Hernán Rodríguez en batería, en el primer registro, y Carlos Álvarez, Rodrigo Domínguez y Hernán Mandelman, en el segundo–, pero donde, por la naturaleza de las composiciones, cuesta un poco más imaginarse cuál es el lugar del oyente. El problema de la composición, sin embargo, tiene una excelente resolución en la empresa que lleva a cabo el Ensamble Real Book Argentina. El proyecto, animado por el pianista Esteban Sehinkman –quien, dicho sea de paso, editó este año un muy interesante El sapo argentino de boca ancha (independiente), con Matías Méndez (bajo) y Daniel “Pipi” Piazzolla)–, se propone recuperar y recopilar las composiciones de músicos de jazz argentinos y de hacerlas disponibles para otros músicos, por lo que en el disco homónimo Ensamble Real Book Argentina ofrece arreglos de distintos integrantes del grupo –Cirilo Fernández, Nicolás Sorín, Alan Plachta, Diego Schissi, Bernardo Monk, “Pollo” Raffo, Sergio Álvarez– sobre composiciones ajenas.
El cuadro del año bien podría completarse con los muy buenos A Child is Born (Rivorecords), de Carlos Lastra, y Trías (PAI), de Juan Cruz de Urquiza, a los que se suman Rojo (Sony Music), de Mariano Otero, Puertos (independiente), de Daniel Camelo & Inmigrantes Big Band, Texturas del verde (PAI), de El Cuatriyo, Behind the Bass (independiente), de Alejandro Herrera, y Pornografía (Sofa Records), del grupo Pol.4tete.
Festivales, lugares y sellos
Si se quisiera medir la importancia del género y el número de sus seguidores, bastaría quizás considerar las sorprendentes ventas de las dos colecciones de grandes músicos de jazz lanzadas por Ñ en 2011. O el número de asistentes a los cuatro homenajes realizados por esta revista en El Ateneo/Grand Splendid a Bill Evans y Thelonious Monk (Adrián Iaies), Billie Holiday (Roxana Amed), Sarah Vaughan (Barbie Martínez) y Louis Armstrong (Javier Malosetti). O la cantidad de festivales que se organizan en el país. De todos, sin duda, el más importante es el Buenos Aires Jazz Festival, que, desde hace cuatro años dirigido por Iaies y respaldado por el Ministerio de Cultura porteño, ha producido un cambio cualitativo, trayendo artistas que nunca antes habían visitado el país, poniéndolos en contacto con los músicos locales y planteando una serie de estrategias para ubicar a estos últimos en pie de igualdad con los visitantes. Los precios irrisorios de las entradas contrastan con lo que ocurre en Rosario, donde el Festival de Jazz Internacional Rosario –iniciativa privada, nutrida fundamentalmente por el festival porteño– ha reemplazado al Festival de Jazz “Santiago Grande Castelli”, que organizaba la municipalidad rosarina y que era el segundo en importancia en el país, por delante de los clásicos festivales de Córdoba, Santa Fé y, ahora, Ushuaia y Mar del Plata, entre otros.
En cuanto a los lugares para escuchar esta música, el Café Vinilo, Virasoro y Thelonious se identifican como los tres mejores que existen en la actualidad en Buenos Aires tanto por la programación como por el tozudo apoyo de sus responsables.
Finalmente, en términos discográficos, la franca retirada de Sony y Universal –ambas casas con catálogos extraordinarios y ahora olvidados–, contrastan con el esfuerzo que Eduardo Canzobre viene realizando desde EMI para la edición local de grandes discos. También es de destacar la labor de sellos independientes como BAU, PAI, Rivorecords, Sofa Records, Blue Art y EPSA, entre otros, ahora distribuidos correctamente por Site Music.
No hay comentarios:
Publicar un comentario