La Salle Pleyel, que es uno de los templos de la música clásica en París, queda en el 252 de la rue du faubourg Sainte-Honoré. Para definir el espacio, digamos que es una suerte de Teatro San Martín a medias privado, que alterna y comparte su programación con el auditorio de la Cité de la Musique, otro de los templos musicales parisinos, situado en Porte de Pantin, al noroeste de la ciudad. Allí este corresponsal --en su momento, financiado por otro capitalista que no era Minton's-- vio hace un par de años a Paolo Fresu con su qunteto, remedando la versión de Miles Davis de Porgy and Bess, en el contexto del gigantesco homenaje al autor de Kind of Blue que tuvo lugar en Francia entre 2009 y 2010. El espectáculo en cuestión (que tenía una segunda parte con una big band de celebridades, dedicada a tocar arreglos de Laurent Cugny --uno de los ex directores de la Orchestre Nationale de Jazz--de los riffs del Miles eléctrico) había sido tan bueno que ese dato también influyó en la elección del enviado especial. Y otro tanto podría decirse de la actuación de Fresu como solista al frente de la big band del Parco de la Musica que insólitamente le tocó presenciar en la Feria Internacional del Libro de Guadalajara y de la presentación que hizo en el Teatro 25 de Mayo con un excelente grupo eléctgrico en el Buenos Aires Jazz de 2011. En síntesis, eran tres conciertos muy distintos, con formaciones diferentes y, en todos los casos, con muy buenos resultados. "Otro razón para privilegiar ese concierto a los otros", pensó el cronista y, desafiando las inclemencias del tiempo, se dirigió presto a la estación de subte Charles de Gaulle-Etoile --que es la del Arco del Triunfo--, para caminar desde allí las pocas cuadras que median hasta la Salle Pleyel.
La actuación de Fresu, acompañado por el grupo vocal A Filetta y por el bandoneonista Daniele Di Bonaventura, tuvo lugar en el marco de la serie Méditerranée, comenzada en noviembre pasado. Se trata de una serie de conciertos destinados a ilustrar el pasado y el presente de la música de los pueblos vinculados al Mar Mediterráneo y a su área de influencia. Así, hubo una primera noche dedicada a España (con Paco de Lucía, entre otros), otra noche dedicada a la música de Grecia y Turquía, la presente velada sobre Córcega y Cerdeña y otras dos programadas para las músicas del Cercano Oriente (con Francoise Atlan, el Trio Joubran y la Hermana Marie Keyrouz) y las de Marruecos y Andalucía (con Esperanza Fernández y sus músicos y Mohamed Bajeddoub y su conjunto). La idea es mezclar lo viejo con lo nuevo, lo alto con lo bajo, los cruces, etc.
Barbara Furtuna |
La segunda parte del concierto, como fue dicho, fue una relectura de Mistico Mediterraneo, el CD que grabara Paolo Fresu el año pasado para ECM. Luego de que los siete miembros de A Filetta se plantaran sobre el escenario y Daniele Di Bonaventura hiciera lo propio a un costado, apareció la primera diferencia con el grupo anterior. Si bien unos y otros son corsos, los primeros cantan sin micrófono, mientras que los segundos lo emplean para lograr con ellos todo tipo de matices. Por otra parte, la voz principal de A Filetta, en claro contraste con las voces diáfanas de los integrantes de Barbara Furtuna, recuerda a la de Paolo Conte o Tom Waits: uno siempre está esperando en qué momento no va a llegar o va a desafinar, pero lo increíble es que llega siempre. El primer tema parece la banda musical de alguna película sobre códigos Da Vinci y así pasan dos minutos hasta que desde el fondo de la sala se escucha la trompeta de Paolo Fresu, quien entra caminando por el pasillo para sorpresa del público. Digamos que Fresu en ningún momento deja de ser un músico de jazz, sino que logra colarse entre los breves silencios que admiten las voces. Y ésa va a ser la tónica de buena parte del especdtáculo: las voces con distintos solistas por un lado y Bonaventura --que, créase o no, no hizo sonar el bandoneón en ningún momento como instrumento de tango, sino más bien como órgano--, creando la base sobre la que el trompetista improvisaba. Hubo temas a capella, temas instrumentales, y, por sobre todas las cosas, una clarísima sensación de profunda inteligencia tanto en la elección de los temas --alguno tradicional, muchos originales armados sobre textos de grandes poetas y escritores-- como en el armado del espectáculo. Según explicaron los músicos, trabajan juntos desde el 2006 y unos y otros disfrutan de la extraña mezcla de músicas que logran en escena. Son siete corsos, un sardo (Fresu) y uno de Le Marche (territorio continental al que Fesu definió como una isla en el medio de la nieve invernal). A diferencia de la primera parte, que había arranco cálidos aplausos, el público ovacionó de pie y obligó a los músicos a un bis. El cantante principal de A Filetta dijo que iban a terminar con una canción armada alrededor de unas líneas de Primo Levi, el gran escritor italiano sobreviviente de Auschwitz, que dicen: "Meditad. Lo que fue puede volver a ser". La frase, en el contexto del actual ascenso de la derecha y la ultraderecha en casi toda Europa, sonó a advertencia y dejó al público en absoluto silencio.
Ya en la calle, nuevamente bajo la lluvia, el enviado pensó que, en realidad, no había sido un concierto de jazz. Se dijo que a quién le importa. Va a haber otros. Sólo en la Salle Pleyel ya están anunciados Kenny Garrett (11 de marzo), Fresu/ Molvaer/ Katché (16 de abril), Chick Corea & Gary Burton (17 de abril), Joshua Redman y Brad Mehldau en dúo (16 de junio), mientras que en la Cité de la Musique se sabe que el viernes 2 de marzo Jason Moran remedará el concierto de Thelonious Monk en el Town Hall en 1959. El cronista se dice que fue una excelente velada de muy buena música. Y se tomó el último colectivo disponible (el presupuesto de Minton's no permite taxis), atravesando una ciudad mojada y llena de luces.
Si las condiciones climáticas adversas y el bajo presupuesto continúan, mas que un corresponsal creo que usted pasará a ser un miembro de la Resistencia. Felicitaciones por tanto material de lectura excelente. Viva La Résistance!!
ResponderEliminar