viernes, 31 de enero de 2014

Lo mejor del 2013: una opinión de Jonio González

Esto que sigue es lo que contestó Jonio González, requerido por Cuadernos de Jazz, resumiendo como crítico lo más significativo de 2013.


CINCO DISCOS

Magic 101: Frank Wess (IPO)
Free Flying: Fred Hersch y Julian Lage (Palmetto)
The Sirens: Chris Potter (ECM)
Without a Net: Wayne Shorter (Blue Note)
Jazztet. The Complete Sessions: Art Farmer/Benny Golson (Jazz Dynamics)

Se nos pide que elijamos cinco títulos, y el que resulte difícil decidirse ya es una buena señal. Para empezar, optamos por las reediciones, y dejando a un lado, no sin un esfuerzo considerable, The Complete Jazz Lab Sessions (Jazz Dynamics), The Jazz Workshop Concerts 1964, de Charles Mingus y The Clifford Brown & Max Roach EmArcy Albums (Mosaic, en los dos casos), nos inclinamos por Jazztet. The Complete Sessions (Jazz Dynamics), y lo elegimos, fundamentalmente, como un homenaje al gran Benny Golson, uno de los últimos grandes clásicos del jazz. En cuanto a lo publicado a lo largo de 2013, la lista (opinable y frustrante, como toda lista) incluye Magic 101, de Frank Wess; Free Flying, de Fred Hersch y Julian Lage;The Sirens, de Chris Potter, y Without a Net (Blue Note), del cuarteto de Wayne Shorter, a excepción del disco de Wess, no necesariamente en ese orden.

Las razones de esta selección son múltiples y resumirlas no resulta sencillo. Digamos que el de Wess (que murió en 2013) es un gran disco de jazz a secas (y uno de los mejores de su autor), sin etiquetas, emotiva, atemporal y técnicamente impecable de uno de los grandes saxofonistas y, sobre todo, flautistas de la historia de esta música. Por su parte, el registro de Hersh y Lage constituye un hermoso ejemplo de compenetración e invención conjunta, un camino de Bach al tango pasando por la música brasileña recorrido con un único vehículo: el jazz. En cuanto a Potter, consigue apartarse, a pesar de la rítmica, de ciertas tiranías del "sonido ECM" (las mismas que han malogrado el último registro del prometedor Aaron Parks) y se muestra abrasivo, potente como pocas veces, próximo a Rollins y al mismo tiempo muy seguro de sí. Un Shorter incombustible, por fin, hace una suerte de repaso de su vida artística, revisita a Weather Report y Miles Davis y nos ofrece en Pegasus veintitrés minutos de atemperada pasión y, todavía, búsqueda.

ACONTECMIENTO, NOTICIA…
De los innumerables sucesos que debieron de ocurrir, y sin duda ocurrieron, en el ámbito del jazz, dos son dignos de destacar, por motivos subjetivos, ante todo, y por más de una razón objetiva. El primero de ellos fue la presencia en el Jamboree de Barcelona de Lou Donaldson, una de las pocas leyendas vivientes del jazz. Si bien lleva años repitiendo el mismo concierto y tocando prácticamente los mismos temas, Donaldson supo transmitir espontaneidad, dio una auténtica lección de swing, imaginación y precisión, y demostró poseer todavía una potencia sorprendente para sus ochenta y siete años. El otro acontecimiento ha sido la reedición (por la editorial Gauderio, de Buenos Aires) de Memorias de un ladrón de discos, de Carlos Sampayo. Y lo ha sido porque no existe ningún libro similar en castellano y muy pocos en otras lenguas. En él la música no es mera ilustración, como podría serlo en un Nick Hornby, o el motivo principal de la escritura, como en Boris Vian o Philip Larkin, no sólo acompaña, sino que forma parte de cada acontecimiento,  cada recuerdo, cada evocación, convirtiéndose en una con la vida. Sampayo demuestra así una rara maestría para conjugar erudición, anécdota, análisis, testimonio y memoria, para trazar el retrato de un músico y a continuación, si no simultáneamente, explicar o intentar entender qué senderos ha tomado y hacia dónde se encamina su propia vida. Un libro imprescindible para cualquier amante del jazz y de la buena literatura.

ARTISTA DEL AÑO

Si en algo es rico el jazz de unos años a esta parte es en promesas. La mayoría de ellas desaparecen con el tiempo, o continúan siendo promesas: en las últimas encuestas de DownBeat (agosto de 2013) continúan apareciendo como rising stars músicos tan contrastados como Donny McCaslin, Myron Walden, Bill McHenry, Aaron Goldberg o George Colligan. No obstante ello, lo cierto es que hay nombres que merecen una especial atención. Me inclino, a tenor de sus más recientes discos, por cuatro pianistas: Christian Sands, Gerald Clayton, Aaron Diehl y Marc Cary (los registros de los dos últimos, The Bespoke Man's Narrative, en Mack Avenue, y For the Love of Abbey, en Motéma Music, respectivamente, merecen figurar entre lo mejor del año). En todos ellos encontramos la convicción de los clásicos: en Cary un dominio modélico del ritmo y la energía, en Clayton (de quien todavía recordamos el excepcional Two-Shade, EmArcy) una aguda inteligencia para tender puentes entre la modernidad y la tradición, y en Sands y en Diehl una virtud que las nuevas generaciones parecen haber olvidado: la elegancia. No fueron las únicas "estrellas nacientes" que se afianzan con cada disco: el siempre interesante Orrin Evans (It Was Beauty, Criss Cross), Giovanni Guidi (City of Broken Dreams, ECM) y el vibrafonista Warren Wolf (Wolfgang, Mack Avenue) también aportaron obras sumamente recomendables. Muchos grandes músicos nos dejaron en este 2013, es cierto, pero al parecer existe recambio suficiente (si el genio, la suerte y la "prepotencia de trabajo", que diría Roberto Arlt, acompañan) para mantener viva la llama.

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