Publicada en enero en la edición digital de Cuadernos de Jazz, la siguiente nota de Jonio González revela una vez más lo útiles que suelen ser los datos inútiles.
Contrastes: dos fotos
FOTO: Jim Marshall |
Hace un par de días el azar me
puso ante un claro ejemplo de serendipia: buscando un archivo de trabajo, topé
con una foto que ni recordaba tener archivada. En ella aparecen Miles
Davis y Steve McQueen en el backstage del festival de Monterey de 1963.
Su autor es Jim Marshall,
responsable de algunas de las imágenes más conocidas, y hasta icónicas, de
Allen Ginsberg, Jim Morrison, Janis Joplin, Bob Dylan, Otis Redding, Jimi
Hendrix, John Coltrane o el propio Davis, en su serie sobre un cuadrilátero de
boxeo. Pues bien, en ese festival de Monterey participaron Thelonious Monk,
Dizzy Gillespie, Gil Evans, Gerry Mulligan, Jack Teagarden (conmovedora por su
espontaneidad la foto en que aparece con su madre, Mama T, y sus hermanos Norma
y Charlie) y Harry James, entre otros muchos, y todos fueron inmortalizados por
el ojo avizor de Marshall, incluido, una vez más, Davis. (Éste se
presentó con su quinteto, formado por Herbie Hancock, Ron Carter, Tony Williams
y un recientemente incorporado George Coleman, con el que interpretó standards
como "Autumn Leaves" y "Stella by Starlight", composiciones propias
como "The Theme" y "So What", y temas que acabó haciendo suyos, como "Walkin'",
según puede escucharse en el disco lanzado en 2007 por Monterey Jazz Festival
Records).
Por entonces esta clase de
festivales todavía concitaba la atención de la prensa no especializada y la
consiguiente presencia de famosos, en la presente ocasión, como da testimonio
Marshall, Kim Novak o el citado McQueen, por lo que cabe suponer que aquellos
no tenían por qué ser grandes aficionados al jazz para dejarse ver o, más bien,
mostrarse, como hizo el hasta un par de años antes intérprete del cazarrecompensas
Josh Randall con el músico más cool del momento.
Como actor, Steve McQueen había tenido, y
tendría, una cierta relación con el jazz a través de la banda sonora de varias
de las películas en que trabajó y trabajaría. La primera evidencia más o menos
clara de ello la encontramos en Soldier in the Rain (Ralph Nelson,
1963), compuesta por Henry Mancini y que éste revisitaría en 1972,
conjuntamente con Doc Severinsen, en Brass on Ivory. En ella
el jazz es más forma que contenido, ilustración sonora al uso de ciertas
situaciones. La huella se ahonda un poco más en la banda sonora de Bullit (Peter
Yates, 1968), obra de Lalo Schifrin: excitante, sugestiva, muy de la época y
acertadamente descriptiva, está interpretada por maestros como, entre otros,
Bill Perkins, Bud Shank, Howard Roberts, Ray Brown y Plas Johnson
(estajanovista en toda regla que ha puesto el poderoso y aterciopelado sonido
de su tenor al servicio de ilustres como Frank Sinatra, Marvin Gaye, Peggy Lee,
B. B. King o Steely Dan y a quien todo el mundo conoce, sin conocerlo, por
interpretar el tema principal de La Pantera Rosa , de
Mancini). Schifrin había sido responsable asimismo de la banda sonora de El
rey del juego(Cincinnati Kid, Norman Jewison, 1965), plena de espíritu
neoerlandés, interpretada por la voz de Ray Charles y maestros de la talla de
Al Porcino, Bill Holman, Justin Gordon, Stan Levey, Victor Feldman o la Preservation Hall
Jazz Band con Emma Barrett al piano. Destaca en especial un tema, "New
Orleans Procession", que Schifrin hará reaparecer en composiciones como "Dialogues
for Jazz Quintet and Orchestra" (1965), "La Nouvelle Orléans" (1987)
y "Portrait of Louis Armstrong" (1993).
De 1968 es también El affaire de Thomas Crown (Norman Jewison), con
música de Michel Legrand y una canción, The Windmills of Your Mind (interpretada
por Phil Woods y cuyas dos primeras líneas melódicas fueron tomadas del segundo
movimiento de la "Sinfonía concertante para violín, viola y orquesta "K 364,
de Mozart), que se convertirá en un éxito del pop en las voces de Dusty
Springfield, Petula Cark o Neil Diamond (más un largo etcétera que va de Fausto
Papetti a Kiri Te Kanawa pasando por los Vanilla Fudge) y así como en un
standard del jazz, como lo demuestran las versiones de Bud Shank, Oscar
Peterson (ambos en discos homónimos de 1969 y 1971 respectivamente), Toots
Thielemans (en Chez Toots, de
1998) o Paul Motian en su último disco, homónimo también, de 2011, acompañado
por Bill Frisell, Thomas Morgan y Petra Haden. Legrand repetiría con la banda
sonora de Le Mans (Lee H. Katzin, 1971), para muchos críticos quizá
su mejor trabajo para el cine. Ciertamente, el músico parisiense estuvo
particularmente inspirado (bella y sugestiva "A Face in the Crowd", de la
que existe una muy recomendable versión de Scott Walker) y dio más libertad que
en otras ocasiones a su vena jazzística, gracias sin duda a que contó tras los
atriles con nombres como los de Jean-Luc Ponty, Shelly Manne o Pete Candoli.
Todas estas bandas sonoras, en especial la de la citada Bullit, respiraban
jazz en mayor o menor medida, así como señales de cierta fusión que en el cine
eclosionaría en plenos años setenta. Un buen ejemplo de ello lo encontramos en
la música compuesta por Quincy Jones para La fuga (The Getaway, Sam
Pekinpah, 1972), en cuyo tema de amor ("Fareway Forever") suena la armónica de
Toots Thielemans y entre el órgano de Eddie Louis y la flauta de Hubert Laws
destaca el saxo alto de Phil Woods.
FOTO: John Dominis |
Y hasta ahí parecía guardar relación con el jazz la foto de Steve McQueen con
Miles Davis en el backstage del festival de Monterey de 1963. Pero
hete aquí que ese mismo año la revista Life envió a su reportero gráfico
John Dominis a registrar, durante tres semanas, la vida cotidiana de McQueen y
su esposa de entonces, Neile Adams, en la casa que ambos tenían en Palm
Springs, California. Y hete aquí asimismo que en una de esas fotos, con
el tiempo también icónicas, aparece el actor, rodeado de vinilos, poniendo un
elepé en un tocadiscos portátil. Una observación atenta de esos vinilos nos
revela la presencia de Kind of Blue y Sketches of Spain, de Miles; Atomic
Basie y, casi con seguridad, An Historical Musical First, de Count
Basie con Sinatra; My Favorite Things, de John Coltrane, casi oculto a la
izquierda de la imagen; Meet the Jazztet, de Art Farmer y Benny Golson;
posiblemente el de Sonny Rollins con el Modern Jazz Quartet en el Music
Inn... Todos estos títulos delatan a un aficionado con cierta
experiencia, con gustos trabajados en una escucha que imaginamos más atenta e
inquisitiva que la media (y ahí está, para demostrarlo mejor que cualquier
otro, el vinilo del Jazztet, el primero de este grupo). Es pura
especulación, por supuesto, pero si se unen ambas fotos se abre cierta puerta
hacia el alma de un actor del que yo al menos lo ignoraba todo salvo su
indudable encanto ante las cámaras y su adicción a la adrenalina. Un alma
a la que el jazz quizá ayudara a aplacar ciertos tormentos arrastrados desde la
infancia o simplemente se sintiera plena ante la belleza de la música.
Muy buena nota. De todas maneras, tengo entendido que el actor de Hollywood mas fanático y coleccionista de jazz fue James Coburn. De hecho, su pasión por el jazz es mencionada en el documental que dieron sobre su vida en el canal E!, donde incluyen fotos donde se lo ve rodeado de vinilos.
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