Guillermo
Hernández, con la amabilidad que lo caracteriza, le mandó un telegrama a
Fondebrider, que rezaba así: “Che, antes de volver, andá a ver a Jeremy Pelt, que se presenta en el
Sunset/Sunside STOP Me llegó disco y quiero promocionarlo STOP Traé de esa
cerveza que ya sabés STOP Y queso STOP”.
Fondebrider,
que intentaba guardar sin éxito el CD número 181 que se había comprado en su ya
muy cargada segunda valija, se costeó hasta el Sunset/Sunside y averiguó que
los días sábado 12 y domingo 13 de marzo, se presentaba en doble función el
Jeremy Pelt Power Quintet, integrado por Pelt en trompeta, Danny Grisset en
piano, Steve Nelson en vibráfono, Peter Washington en contrabajo y Bill Stewart
en batería. Así que presto a cumplir esa última misión (anteúltima si se
considera la compra de la cerveza y del queso a último momento), desembolsó los
28 euros en cuestión para asistir a la última función del último día.
Para
quienes no estén enterados, Jeremy Pelt, (1976) luego de participar en una de las últimas
formaciones de la Mingus Big
Band, ganó pública notoriedad por su muy enérgica manera de tocar. Hay que
decir también que ha sabido construir una carrera como miembro de las bandas de
Bobby “Blue” Bland, Ravi Coltrane, Frank Foster, Winard Harper, Jimmy Heath,
Vincent Herring, John Hicks, Charli Persip, Ralph Peterson, Lonnie Plaxico,
Bobby Short, Cedar Walton, Frank Wess, Nancy Wilson and The Skatalites, entre
muchos otros. Por otra parte, la Mingus Big
Band lo llevó a la fama, pero antes de ella integró la Roy Hargrove Big
Band, The Village Vanguard Orchestra y la Duke Ellington Big
Band. También, el Lewis Nash Septet y la Cannonball Adderley
Legacy Band. Luego, como líder, Pelt grabó diez álbumes. Todo eso le valió que la Downbeat lo considerara
como major trompetista emergente a lo largo de los últimos cinco años.
El
Power Quintet que dirige es un auténtico seleccionado de estrellas; algo así
como The Cookers, pero una generación más joven. Steve Nelson (1954), por ejemplo, es ya un viejo conocido. Miembro
de las bandas de Kenny Barron, Bobby Watson, Mulgrew Miller, David “Fathead”
Newman, Johnny Griffin y Jackie McLean, entre otros, ha logrado una enorme
proyección internacional, sobre todo por su trabajo con David Holland y por los
siete álbumes que lleva editados como líder.
Danny Grissett (1975), por su parte, pianista
frecuentemente comparado con Cedar Walton, integró las bandas de Buster
Williams, Russell Malone, Wycliff Gordon, Benny Golson, Nicholas Payton y Tom
Harell. Tiene, además, cinco discos a su nombre.
Inútil
detallar la inmensa discografía de Bill
Stewart (1966) quien ha tocado con John Scofield, Peter Bernstein, Pat
Metheny, Larry Goldings, Tim Hagans, Bill Carrothers, Marc Copland, David
Kikoski, Adam Rogers, Joe Lovano, Seamus Blake y un larguísimo etcétera. Como líder
ha registrado cuatro discos en los que tocan, entre otros, Eddie Henderson,
David Holland y Kevin Hays, para nombrar sólo a algunos de los músicos que lo
acompañaron.
Y si
bien Peter Washington (1964) estuvo
ausente sin aviso durante las actuaciones francesas, su CV no va a la saga del
de sus compañeros. En la ocasión, fue reemplazado por un contrabajista local cuyo
nombre Fondebrider no alcanzó a retener, lo cual, claro, le valió una severa
reprimenda por parte de Hernández.
Sería
demasiado fácil hablar de la competencia del grupo que es, francamente, una
aplanadora. Tal vez más interesante sea decir que tocan un repertorio
fundamentalmente propio, en el que alternan las composiciones de Pelt y
Grissett con algún standard (Monk,
sobre todo). Pelt es un trompetista muy competente, un poco exhibicionista a la
hora de los sobreagudos y con un concepto de liderazgo un tanto anticuado:
presenta los temas contando las circunstancias en que los escribió, elogio las
bellezas arquitectónicas y naturales de Europa, sonríe socarrón y habla de sus
compañeros nombrándolos “Mr.” antes de mencionar sus apellidos. Pero el grupo
funciona y tuvo, al menos en su última actuación parisina, dos polos magnéticos
absolutamente fascinantes: Steve Nelson y Billy Stewart. El primero, que interpreta
dramáticamente sus solos mientras los canta al unísono sorprende por su
brillantez y profundidad; el segundo, como en segundo plano, se asegura con una
autoridad que estremece de que el grupo progrese permanentemente y es tan bueno
en los tempos rápidos como en las baladas que, por cierto, están entre lo mejor
de la producción de Pelt y Grissett como compositores.
En
síntesis, la noche del 13 de marzo pasado fue realmente interesante y valió el
esfuerzo de último momento. A la salida estaba el nuevo disco del Power
Quintet. Costaba inexplicables 20 euros. Una rápida llamada a Hernández sirvió
para saber que en Minton’s se vende considerablemente más barato. Vale la pena.
Como
siempre, Fondebrider, cumplió con los encargos del siempre modoso Hernández y
se perdió en la noche.
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