Jonio
González recuerda, en Cuadernos de Jazz de marzo, al trompetista Clark Terry,
recientemente desaparecido.
In memoriam Clark Terry
Recuerdo
una noche del mes de enero de 1995, en la antigua Boîte de la avenida Diagonal
de Barcelona: Dado Moroni al piano, Pierre Boussaguet al contrabajo, Idris
Muhammad a la batería y, a la trompeta, Clark Terry. Tengo ante mí el programa
con el autógrafo de éste…
…y en la memoria una versión de “Round Midnight “(tema que hizo famoso un trompetista, Miles Davis, y al que otro trompetista, Dizzy Gillespie, aportó su introducción canónica) que semejaba un tango. Sereno y sonriente, sentado en un taburete, Terry desgranaba su arte y su sabiduría con cierta educada displicencia y mucho humor. Tenía setenta y cinco años, acababa de registrar The More I See You (Pablo), con Oscar Peterson, Benny Carter, Ray Brown et alii, y se disponía a grabar Top and Bottom (Chiaroscuro) con su propio quinteto. En ambos, como esa noche en
Nacido
un 14 de diciembre de 1920 en Saint Louis, Misuri, Clark Terry Jr., el séptimo
de once hermanos, reparó por primera vez en la música al escuchar tocar la tuba
al novio de su hermana mayor. Pronto empezó a fabricarse instrumentos con
cuanto artilugio caía en sus manos, hasta que un vecino le regaló una trompeta
que compró en una casa de empeños (por doce dólares y medio, según la leyenda).
Tras tocar en la orquesta del instituto (al principio el trombón de pistones) y
diversos clubes de Saint Louis como integrante de la Fate Marable
Orchestra (de la que también había sido miembro Louis Armstrong) o acompañando
a Ida Cox, en 1942 es llamado a filas e ingresa en la orquesta de la Marina estacionada en
Chicago. Una vez licenciado, en 1945, comienza con la banda de George Hudson su
andadura profesional, que continúa con las formaciones de Lionel Hampton
(durante tres semanas), Charlie Barnet (con Doc Severinsen, Barney Kessel, Bud
Shank y Claude Williamson entre otros), Eddie Vinson y Charlie Ventura, su
primera aproximación al bop, o a un remedo del mismo. Con Vinson grabaría en
abril de 1947, y con Barnet en septiembre y diciembre del mismo año, pero antes
aun, en febrero, registraría seis temas para el sello V-Disc a nombre de Clark
Terry and His Section Eights, con Willard Parker en tenor, Bob Parker en piano,
Singleton Palmer en contrabajo y Earl Martin en batería.
La maldición del pianista, CdJ núm. 105, marzo-abril de 2008), con quienes graba. Pero por encima de todo se convierte en un músico profesional y reelabora la influencia de Rex Stewart hasta obtener, mediante una técnica superlativa, un lenguaje y sonoridad propios hechos de swing, inflexiones sutiles, cruces de hard bop y bop y ligereza sólo aparente.
Clark Terry en la orquesta de Count Basie |
En
1951, Terry deja a Basie y ficha por Duke Ellington en lo que será una
fructífera relación de ocho años, durante los cuales se convirtió en uno de los
principales solistas de la orquesta, como miembro de una sección de la que, en
un momento u otro, formaron parte Willie Cook, Ray Nance, Dick Vance, Shorty
Baker y Cat Anderson. En ese periodo afianza su estilo (y su maestría con la
sordina) y su prestigio a la vez que interviene en algunos de los mejores
discos grabados por Ellington a lo largo de su carrera, como Such Sweet
Thunder, A Drum Is a Woman o Anatomy of a Murder, con solos
memorables en temas como Madam Zajj, Lady Mac o Up and Down, up
and Down. En paralelo, entretanto, Terry siguió colaborando asiduamente con
Dinah Washington así como con Donald Byrd, Bud Powell y Thelonious Monk (por
ejemplo en Brilliant Corners, nada menos), hasta que en 1959 se unió a la
orquesta de Quincy Jones para, un año más tarde, ingresar en la de la NBC (fue el primer
afroamericano en hacerlo), acompañar a Sarah Vaughan, colaborar con Charles
Mingus en Pre-Bird, integrar la Concert Jazz Band de Gerry Mulligan, o colaborar
(en Jumpin' Punkins) con vanguardistas como Cecil Taylor, Roswell Rudd,
Steve Lacy, Archie Shepp y Charles Davis muy poco después de grabar con Teddy
Wilson.
The Spirit of '67), Benny Carter, Art Farmer, Al Cohn, Roy Edridge, Bobby Hackett, Eddie Lockjaw Davis (Trane Whistle; Afro-Jaws), Ella Fitzgerald, J. J. Johnson, Lee Konitz, Freddie Hubbard (The Body and the Soul), Stan Getz, Oliver Nelson, Milt Jackson, McCoy Turner, Wes Montgomery (Movin' Wes), Cannonball Adderly, Chico Hamilton, Dizzy Gillespie, Henry Red Allen, Hank Jones (Happenings), Ben Webster, Blue Mitchell, Tadd Dameron (The Magic Touch), Carole Sloane, Horace Silver (Music to Ease Your Disease), Louie Bellson, Chris Connor, Randy Weston (Uhuru Afrika), Gerald Wilson, Bob Brookmeyer (con quien codirigió un quinteto extraordinario que produjo gemas como Tonight o The Power of Positive Swinging), etc., etc., etc.
Su
actividad no se reduce, por supuesto, a la colaboración con otros músicos o
proyectos como el JATP de Norman Granz. Hacia finales de los cincuenta y
principios de los sesenta del siglo pasado empieza a organizar su propia
orquesta, con la que grabará, por ejemplo, el estimable Color Changes, y por la que pasarán,
entre otros, Jimmy Knepper, Yusef Lateef, Tommy Flanagan, Dave McKenna o Phil
Woods, o pequeñas formaciones, en compañía de Junior Mance, Ben Webster, Zoot
Sims, Ernie Wilkins o Dick Hyman, con las que registrará discos como Everything Mellow o It’s what’s Happenin’. Esta faceta de
Terry eclosionará en 1969 con la presentación, en el festival de Montreux, de
la Big Bad Band, una máquina de hacer swing con arreglos de un
viejo amigo y colega, el citado Ernie Wilkins, y por la que pasarán George
Coleman, Frank Wess o Joe Temperley entre otros, y fructificará con la
participación en innumerables seminarios musicales y proyectos orquestales de
centros educativos como las universidades de New Hampshire, Misuri o Buffalo.
Todo esto, y unas cuantas cosas más, entre ellas su excéntrica y un punto delirante faceta como cantante, fue jalonando el largo, libre y fértil camino de Clark Terry hasta aquella noche del 23 de enero de 1995 en
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