La disquería especializada en jazz Minton's fue creada en 1993 por Guillermo Hernández. Funciona en la Galería Apolo, Local 26 (Corrientes 1382 - Buenos Aires - Argentina). Con el correr del tiempo, se ha constituido en un sitio de reunión para músicos, periodistas y aficionados al género. Como consecuencias naturales de las reuniones que allí tienen lugar, poco a poco su campo de acción y especificidad han ido abarcando otras áreas. Este blog es prueba de ello.
miércoles, 24 de diciembre de 2014
sábado, 13 de diciembre de 2014
Guadalajara 2014: Escalandrum con Julieta Venegas, Adrián Iaies y Horacio Fumero, y los chiles habaneros de Guillermo Hernández
Entre el 29 de noviembre y el 7 de diciembre pasados tuvo lugar la Feria Internacional del Libro de Guadalajara. Esta vez el país invitado fue la Argentina y Jorge Fondebrider fue uno de los sesenta escritores argentinos que integraron la delegación enviada a esa ciudad mexicana por la Dirección de Cultura de la Cancillería con el objeto de dejar bien alto el nombre del país participando en mesas redondas y lecturas, que son las cosas que se suelen hacer en esos lugares. Sin embargo, como en otras ocasiones, Guillermo Hernández, del todo ajeno a la importancia de la misión, pero sabiendo del viaje le encargó a Fondebrider que le trajera unos chiles habaneros porque, según le explicó al atribulado polígrafo, en Merlo no se consiguen. Y sacando uno de esos fajos de billetes que conserva en el bolsillo del pantalón desde sus tiempos de verdulero le dijo al azorado escritor: "Tomá unos pesos, comprame los morrones y traeme el vuelto".
Ya en tierras aztecas, Fondebrider cumplió con los encargos (el de la patria y el de Hernández) y aprovechó para asistir dos noches a los shows musicales que tuvieron lugar dentro del programa que organiza la FIL en su explanada. En ambas ocasiones, lo primero que le llamó la atención fueron las 43 sillas vacías dejadas en homenaje a los estudiantes de la Escuela Normal Rural "Raúl Isidro Burgos", conocida como Escuela Normal Rural de Ayotzinapa, presuntamente asesinados por policías municipales del municipio de Iguala, en el estado mexicano de Guerrero. Cada una de esas sillas, con la correspondiente foto, se constituyó en una presencia ominosa a lo largo de cada acto que tuvo lugar en la explanada de la FIL y en un recordatorio singular de que México, harto de todo tipo de desigualdades y vilencias, es en estos días una especie de olla a presión
Gustavo Musso y Pipi Piazzolla |
Con todo, cuando Pipi anunció la presencia de la cantante Julieta Venegas, quien iba a compartir algunos temas con el conjunto, el auditorio se vino abajo. Con un bajísimo perfil y mucha humildad, la cantante mexicana se atrevió con "Chiquilín de Bachín" y un par de temas más, para concluir cantando una canción de Gustavo Ceratti (que, por cierto, le venía mucho mejor que las complicadas canciones de Piazzolla). De más está decir que todo terminó en una cerrada ovación. Y Escalandrun cerró con una versión magnífica de "Adiós Nonino", demostrando con gran inteligencia y muy buenos arreglos del pianista, que la música de Piazzolla puede ser interpretada sin recurrir al sempiterno bandoneón.
Dos días más tarde fue el turno de Adrián Iaies y Horacio Fumero. Ambos se presentaron por primera vez en México y, con un repertorio fundamentalmente de tangos tocados como standards de jazz, alguna incursión de Fumero en el folklore, un tema de Charlie Parker en homenaje a Julio Cortázar (cuyo centenario de nacimiento festejaba la FIL) y otro para el compositor local Armando Manzanero, cautivaron a un público entusiasta que terminó ovacionándolos de pie.
Contento con lo visto y oído, y con los chiles habaneros guardados en el bolsillo del saco, como otras tantas veces, Fondebrider se perdió en la noche, dispuesto a beberse un último tequila.
martes, 2 de diciembre de 2014
Jorge Fondebrider entrevista a Mauricio Dawid, vocero de KUAI MUSIC
Mauricio Dawid |
“Un espacio desde
donde difundir el esfuerzo”
–¿Cuándo y por qué se armó KUAI como sello?
–KUAI MUSIC surgió a principios de 2013 como
consecuencia de dos proyectos previos. El primero fue la reunión de más de
veinte músicos que tenían planeado grabar un disco y coordinarlo con la visita
del ingeniero de grabación Luis Bacqué a Buenos Aires. Durante un mes, un
estudio de grabación quedó a disposición exclusivamente nuestra y se grabaron
todos los discos de un tirón. El segundo proyecto fue crear un sello
discográfico para editar varios de esos discos que habían sido grabados a fines
de 2012, pero en ese momento se nos hizo muy complicado ponernos de acuerdo y
ese sello no llegó a nacer. Unos meses después le propuse a Fran Cossavella y a
Damien Poots retomar la idea y comenzamos a desarrollar KUAI MUSIC.
El motivo por el cual creamos el sello es que
deseamos documentar lo que consideramos un momento de ebullición en la escena
del jazz. Nosotros somos parte de una nueva generación de músicos que proviene
de distintas partes del país, y que hace ya unos años trabaja grupalmente en el
desarrollo de una expresión musical creativa. Es por eso que nos pareció
necesario darle un marco a todo ese trabajo que venimos realizando. A su vez,
los músicos necesitamos contar siempre con una plataforma desde la cual
difundir nuestra música, y en este caso somos nosotros mismos los que la hemos
creado y sostenemos actualmente.
–Los primeros responsables del proyecto hemos sido
Fran Cossavella, Damien Poots y yo. Actualmente ellos viven en París, y si bien
hoy en día es sencillo mantener la comunicación y la dinámica de trabajo, les
es difícil participar de ciertas cuestiones que necesitan ser tratadas desde
aquí. Por eso hemos decidido contar con la ayuda de otros colegas que siempre
estuvieron dispuestos a colaborar con el proyecto. El primero es Juan Bayon,
quien, desde que supo de la formación de KUAI MUSIC, nos dijo que quería formar
parte y editar su disco a través del sello. De hecho, la primera tanda de
discos a editarse iba a estar conformada por nuestros cuatro álbumes, pero Juan
ganó un premio por su disco Control y
tuvo que posponer la edición para agosto de 2014.
–¿Cómo
se financian los discos?
–Durante este año editamos muchos discos que fueron
grabados en 2013, es decir que mucha gente acudió a nosotros con una grabación
terminada ya en la mano. De todos modos, nuestro proyecto inicial siempre fue
que las grabaciones sean gestionadas por los propios músicos. Veremos si esa
condición cambia para 2015. Nuestro objetivo principal es lograr que los
músicos puedan grabar y difundir inmediatamente su música, agilizando todo el
proceso de edición que siempre resulta tan tedioso para los independientes.
–Nosotros buscamos principalmente que los discos
que editamos tengan un cierto sentido de homogeneidad entre sí. De alguna
manera buscamos que cada artista que forma parte del sello tenga libertad a la
hora de producir un disco: ésta va desde la música que escribe hasta el arte de
tapa, el estudio donde decide grabar, la formación de la banda, etc. En ese
aspecto vamos a contramano de varios sellos discográficos, pero eso no
significa que nosotros no tengamos incidencia en las decisiones estéticas.
Todos los discos que editamos pertenecen a músicos que no sólo admiramos, sino
que también conocemos bien. Eso nos facilita mucho el trabajo de producción.
–¿Por
qué hay discos reales y otros virtuales, que solamente se bajan?
–Creemos que estamos atravesando un momento de
transición en la industria discográfica, en el que el mercado de CDs ha decaído
mucho, pero el hecho de pagar por una descarga o por streaming tampoco se ha instalado del todo aquí. Nosotros apostamos
fuertemente a la difusión y la distribución de la música en formato digital, y
dejamos que cada artista decida si quiere editar en CD su disco o no. Además,
todo aquel que elija hacer una edición física de su material puede elegir los
detalles de la edición (packaging,
cantidad de réplicas), por eso es que los CDs pertenecientes a nuestro catálogo
son distintos entre sí.
–En
líneas generales, casi todos los músicos que graban en KUAI son muy jóvenes y
parecen tener referentes relativamente comunes. ¿Es así? ¿Podrías enumerarlos?
–Sí, de hecho la creación de KUAI MUSIC tiene su
origen en el hecho de que vemos a una generación de músicos de jazz que viene
trabajando con firmeza desde hace años y estaba haciendo falta un espacio desde
donde difundir con mayor eficacia todo ese esfuerzo. Hay un vínculo muy cercano
entre todos los artistas del sello, y la idea es que aquel que visite el sitio
web pueda llegar a conocerlos a todos con rapidez. Queríamos reflejar a través
del sello esa conexión musical y extra-musical que tenemos.
Los artistas que hasta ahora han editado su disco a
través de KUAI MUSIC son: Santiago Leibson, Miguel Crozzoli, Damien Poots, Fran
Cossavella, Mauricio Dawid, Juan Bayon, Francisco Slepoy, Paula Shocron, Tomás
Fares, Carlos Quebrada, Juani Méndez, Matias Suarez, Ramiro Franceschin, Pablo
Díaz y Bruno Delucchi. Muy pronto saldrá el nuevo disco de la cantante Jazmín
Prodan, el del guitarrista Juan Pablo Hernández y el del contrabajista Leonel
Cejas.
–La
mayoría la música está fundamentalmente compuesta por los líderes de los
distintos proyectos. ¿Por qué se inclinaron por este tipo de material y dejaron
afuera el material standard?
–La identidad del sello apareció sola: en el
momento en que decidimos juntarnos con Fran y Damien para desarrollar el
proyecto, nuestros discos eran de música propia y ninguno había grabado
standards. Luego aparecieron los discos de Juan Bayon, Miguel Crozzoli,
Francisco Slepoy, Santiago Leibson…y alguno que otro tenía una versión de
Thelonious Monk, Ornette Coleman o Andrew Hill, pero ninguno había puesto el
foco en los standards a la hora de armar el disco. No es que tengamos algo en
contra de los standards, de hecho casi todos tenemos una actividad musical que
gira en torno de ellos, pero justo nos topamos con que había muchísima música
escrita que valía la pena editar y difundir.
miércoles, 26 de noviembre de 2014
martes, 25 de noviembre de 2014
Henri Texier, homenajeado por Minton's
De izquierda a derecha, Eduardo Canzobre, Adrián Iaies, Henri Texier, Guillermo y Sofía Hernández y Jorge Fondebrider |
Y en homenaje a Texier, que es francés como Asterix, los amigos de Minton's realizaron un banquete. Dada la ausencia de jabalíes, se recurrió a la pizzería Banchero de la Boca, donde todo el mundo se comportó bien y pagó lo que debía.
miércoles, 19 de noviembre de 2014
Hoy empieza el Buenos Aires Jazz 2014
Pat Martino |
En la línea de los cruces desafiantes
Su historia es de las que fascinarían a Hollywood. Podría titularse El hombre que volvió a ser guitarrista. Pat Martino publicó en el sello Blue Note un primer disco llamado El hombre, en 1967. Llamaba la atención su virtuosismo y la claridad de su fraseo. Nueve años después, ya con una considerable carrera detrás, Joyous Lake, editado por Atlantic y bastante virado hacia el jazz-rock y el funky, se convertía en una referencia obligada en ese campo. Hubo un disco más, también en 1976, Starbright. Y después un largo hiato. Un silencio de una década hasta que apareció un álbum con un nombre explícito: The Return.
Un aneurisma y la operación que le salvó la vida habían dejado a Martino sin memoria alguna. Y durante diez años volvió a estudiar desde cero, en gran parte escuchando sus propios discos, y se convirtió, de nuevo, en uno de los mejores instrumentistas del jazz.
En aquel lejano primer disco aparecía el órgano Hammond, tocado por Trudy Pitts. Y en el grupo con el que este músico notable abrirá el Festival de Jazz de Buenos Aires, este instrumento al que muchos guitarristas aman –baste pensar en los tríos de Wes Montgomery y de Kenny Burell con Jimmy Smith, de Grant Green, con Brother Jack McDuff o, más cerca, de McLaughlin con Joey DeFrancesco o de Abercrombie con Dan Wall y, recientemente, con Gary Versace– tendrá un papel protagónico. En el concierto, hoy a las 20.30 en la Usina (Pedro Mendoza y Caffarena), Martino actuará junto a Pat Bianchi en órgano y Carmen Intorre en percusión.
Henri Texier |
El festival, conducido por el músico Adrián Iaies, continuará con su línea de provocar cruces desafiantes entre músicos extranjeros y argentinos, entre intérpretes de corrientes distintas entre sí y, también, entre géneros.
Martino no será la única estrella. El sábado estarán en un doble programa (en la Usina y a las 20.30) el fantástico quinteto del contrabajista francés Henri Texier, una de las figuras tutelares del jazz europeo de las últimas décadas y uno de los grupos más importantes del momento, el camarístico trío del pianista polaco Macin Wasilewski.
El primero de estos grupos está integrado, además, por Sebastien Texier en saxo alto y clarinete, François Corneloup en saxo barítono, Manu Codjia en guitarra y Louis Moutin en batería. El segundo lo completan los compañeros habituales de Wasilewski, sus compatriotas Slawomir Kurkiewiz en contrabajo y el baterista Michal Miskiewicz. El trío, que acaba de publicar en ECM un disco bellísimo, Spark of Life, con el saxofonista sueco Joakim Milder como invitado, muestra un entendimiento casi sobrenatural entre sus integrantes: tocan juntos desde sus años de estudiantes y han sido parte, entre otros, de los grupos del trompetista Tomasz Stanko y del percusionista Manu Katché.
Giovanni Guidi y Gianluca Petrella |
Entre los cruces más interesantes aparece el que se generará entre el pianista Francisco Lo Vuolo y el baterista Nicolás Politzer con Sebastian Texier, François Conteloup y el danés Dahl Knudsen (viernes 21 a las 22 en Thelonious, Salguero 1884). También prometen las actuaciones del cuarteto del baterista Eloy Michelini, integrado por Carlos Lastra en saxo, Ernesto Jodos en piano y Jerónimo Carmona en contrabajo, haciendo foco en la música de John Coltrane (jueves, a las 21, en la Usina); de Leo Genovese, que tocará con el trío que integran Demian Cabaud y Aleksandar Petrov; del trombonista Gianluca Petrella, que se presentará con el excelente pianista Giovanni Guidi, Matías Crouzelles en batería y Maxi Kirszner en contrabajo (domingo 23, a las 22, en Café Vinilo, Gorriti 3780).
Ed Neumeister |
Por otra parte, actuarán juntos dos grandes pianistas, Jorge Navarro y Manuel Fraga, presentando el disco Viva el swing, y varias cantantes de importancia: Sol Liebeskind, Georgina Díaz, Julia Moscardini y Agustina Zárate al frente de su cuarteto Jamal.
La sección Proyectos Especiales permitirá descubrir cuatro voces –la entrerriana Flopa Suksdorf, la rosarina Yamile Baidón y las porteñas Mariana Iturri y Lucía Boffo– y mostrará el trabajo de los alumnos de la carrera de Jazz del Conservatorio Manuel de Falla, junto al norteamericano Ed Neumeister, que tocó con las orquestas de Duke Ellington, Mel Lewis, Lionel Hampton y Frank Sinatra. Se realizará en el Auditorio de la Usina, el jueves 20 a las 18, la presentación del Sello Kuai, exitosa experiencia cooperativa llevada adelante por un grupo de jóvenes compositores e intérpretes que dará a conocer tres flamantes discos: los de Juan Manuel Bayón, Mauricio Dawid y el Juani Méndez. La talentosa Nora Sarmonia, que se mueve habitualmente con el folklore rural (o alguno de sus gestos) como punto de partida, presentará un trabajo de relectura sobre Thelonious Monk (viernes a las 18, la Usina). Y el cierre, en esa sala, pero el lunes 24, a las 20.30, también tendrá el signo de un encuentro inusual: el del Trío Aca Seca con el quinteto de Diego Schissi.
jueves, 13 de noviembre de 2014
Los músicos recomiendan (7): hoy, Guillermo Roldán y los tríos de Sonny Clark, Paul Chambers y Philly Joe Jones, y Charlie Haden, Don Cherry y Ed Blackwell
Nuevamente, un músico de jazz argentino recomienda un disco (que en este caso son dos) de la historia del jazz. En la oportunidad, el que elige es el bajista Guillermo Roldán.
Elijo dos
discos en formacion de trio. Son de aquellos que disfruto de principio a fin y
que, siempre, me cautivan.
Uno es Sonny Clark, un disco en trío con una sección rítmica que inclñuye a Paul Chambers y a Philly Joe Jones. Standards con
una interacción y swing impresionantes.Chambers y
Philly Joe fluyen por toda la sesión. Y los solos de los tres me encantan
(motívicos, espaciosos...).
El otro disco en cuestión es The Montreal
Tapes, de Charlie Haden con Don Cherry y Ed Blackwell. Todo, absolutamente
todo lo que tocan me fascina. Haden es uno de los artistas que más impactó en
mi vida. Cada nota que toca, como sección rítmica o como solista, tiene
sentido. Las composiciones sobre las que improvisa el trío (la mayoría de
Ornette) se abren constantemente. No hay un cliché, jamás. Los solos de Haden son una mamushka, siempre se abren en una nueva canción y retoman de donde vienen para volver al concepto que muestra el tema en cuestión de donde se proyectó.
martes, 11 de noviembre de 2014
La música en su estado más libre y puro
En
el diario Página 12, del día de hoy, Diego Fischerman realiza la crónica de
lo que fue el Festival de Jazz de Salta, que acaba de concluir su segunda edición
consecutiva. Sabemos que no le faltó el tiempo para comer empanadas.
Ciudad que enamora a los jazzeros
“Dorotea
la cautiva” junto al Art Ensemble of Chicago. O una coplera en inquietante
contrapunto con unas canciones gitanas. “Salta enamora”, dice la muletilla
publicitaria. Y algo de eso debe ser cierto. El Festival de Jazz de esta
ciudad, que concluyó el domingo su segunda edición consecutiva, se destaca
precisamente por eso: por la fascinación que la tradición local ejerce en los
músicos que llegan de afuera. Pero, sobre todo, por el altísimo nivel de los
que viven acá y por la manera en que unos y otros interactúan. Y si faltara
alguna prueba, además de la equilibrada programación “oficial”, bastaría con lo
sucedido noche a noche en las improvisaciones informales. Ese espacio tantas
veces forzado y tan pocas capaz de concitar el interés del oyente fue, en esta
ocasión, el marco natural para encuentros inesperados y para más de un gran
momento musical.
Yamile Burich |
Por
un lado, hay una suerte de círculo virtuoso: los organizadores aman el jazz,
tienen una larga trayectoria como músicos, en el ámbito del periodismo o al
frente de la que fue, de hecho, la sede paralela del festival, el Café del
Tiempo, y el Ministerio de Cultura y Turismo puso todo lo necesario para que el
deseo se transformara en hecho. Por otro, el ambiente musical de la ciudad es
de una riqueza inusual. Y allí aparecen el notable baterista Martín Misa y Juan
Pablo Mayor, percusionista y trompetista de la orquesta, respectivamente, que
animan una gran parte del jazz local y que se hicieron presentes en trío, junto
al bajista Fernando “Fefe” Botti, el fantástico baterista Chinato Torres (al
frente de Chino Básico y protagonizando varias de las improvisaciones fuera de
programa), el legendario guitarrista Pekinés Lamas, quien al frente del grupo
Niebla es capaz de entregar iluminadoras versiones tanto de Monk como de la
“Zamba del pañuelo”. O el contrabajista Matías Saluzzi, o Fernando Nocetti, un
guitarrista de exquisito virtuosismo, y el también guitarrista Walter Guzmán. Y
hubo también repatriados, como la saxofonista Yamile Burich, nacida en la
provincia, formada en Estados Unidos y en Londres y actualmente incorporada a
la escena porteña. O afincados recientes, como Mariana Baraj, actualmente
radicada en Cerrillos, que cantó invitada por el cuarteto de Mariano Otero.
Otro
dato relevante tiene que ver con la parte menos visible del festival: los más
de quinientos asistentes a los talleres que los músicos convocados dieron en la
ciudad. Y, obviamente, en el momento de hacer balance mal podría no tenerse en
cuenta la respuesta del público, que llenó cada noche la sala de la Casa de la Cultura , que agotó las
entradas para oír a la
Sinfónica conducida por Bernardo Teruggini, y que protagonizó
una auténtica fiesta callejera en el cierre, con el grupo de Otero actuando en
un escenario al aire libre. El bajista mostró una faceta más lírica, centrada
en el formato de lo que podría considerarse como la encarnación jazzística de
la canción sin palabras del romanticismo alemán, y fue protagonista de un digno
broche de oro.
Mariana Carrizo |
Varios
de los grupos actuaron en otras localidades –Cachi, Cafayate y Vaqueros– y cabe
destacar, también, el rigor y la falta de concesiones de una programación que
no tuvo reparos en incluir propuestas estéticamente arriesgadas, como la del
trío del saxofonista Pablo Puntoriero con el contrabajista Pablo Vázquez y el
baterista Santiago Lacabe. Burich, por su parte, actuó junto a un grupo
energético y compacto, con Ramiro Penovi en guitarra eléctrica, Alfonso Santini
en contrabajo y Nicolás Segura en batería. Y el inclasificable y siempre
sorprendente Leo Genovese, con Demian Cabaud en contrabajo y el deslumbrante
baterista macedonio Aleksandar Petrov, mostró no sólo su impactante control
sobre el piano, sino una concepción musical en la que cabe casi todo –también
la coplera Mariana Carrizo, que actuó como invitada– y donde “Cheques”, de
Spinetta, puede coexistir con un pie rítmico iraquí, con un instrumento de
cuerda marroquí o, simplemente, con la música en su estado más libre y más puro.
miércoles, 22 de octubre de 2014
Shocron, Jodos y Iaies en un ciclo especial de pianistas en Lomas de Zamora
Complejo Cultural Banfield Teatro Ensamble
Ciclo Jazz Ensamble.
Especial
pianistas
El ciclo Jazz Ensamble cierra su temporada 2014 junto a tres reconocidos pianistas argentinos que presentan sus últimos trabajos discográficos. Auspiciado por pianos Bluthner.
El ciclo Jazz Ensamble cierra su temporada 2014 junto a tres reconocidos pianistas argentinos que presentan sus últimos trabajos discográficos. Auspiciado por pianos Bluthner.
2/11, 21 hs. Paula Shocron. Piano solo.
9/11, 21 hs. Ernesto Jodos. Piano solo.
16/11, 21 hs. Adrián Iaies dúo (con Juan Bayón)
Bono: $ 80 /
estudiantes y jubilados $ 60
* * *
Complejo Cultural Banfield Teatro Ensamble
Larrea 350, Lomas de Zamora
Informes 4392-2011 / 4243-0928
Reservas www.teatroensamble.com.ar
banfield@teatroensamble.com.ar
Larrea 350, Lomas de Zamora
Informes 4392-2011 / 4243-0928
Reservas www.teatroensamble.com.ar
banfield@teatroensamble.com.ar
jueves, 18 de septiembre de 2014
martes, 16 de septiembre de 2014
Ernesto Jodos tiene nuevo disco para noviembre
Publicada
sin firma en Clarín, del 16 de septiembre, una entrevista con Ernesto Jodos, donde se anticipa el
material de su próxima disco de piano solo.
“Tengo que seguir estudiando”
Una
atmósfera de sencillez se respira en la casa del pianista Ernesto Jodos, un
artista fiel a su propia experiencia y que viene construyendo su camino sobre
dos principios: talento y trabajo. Acaba de terminar su segundo disco de piano
solo, aún sin título, que saldrá en noviembre por el sello Blue Art, de
Rosario. “Fue un proyecto que venía postergando hasta que dije: es el momento.
Y me siento conforme con la música grabada. Fue una experiencia interesante
porque no hice standards, si no cinco composiciones mías y cinco piezas
improvisadas”, señala el pianista a Clarín.
“La
grabación fue en la casa del pianista clásico Alexander Panizza. Se armó un estudio
de grabación muy prolijo y además tiene dos pianos. Eso también colaboró para
la fluidez de este trabajo”, añade. Mientras desde lo alto de la discoteca
vigilan dos Premios Gardel, ganados por el tributo a Lennie Tristano y por Jardín seco, ambos grabados para Sony.
Son
pocos los músicos que hacen un disco de piano solo sin recurrir a los
standards.
Ya lo hice en mi primer disco. No me resulta interesante invertir dinero en grabar standards. Sentía también que no tenía mucho que decir con ese material. No ahora; en cambio quería desarrollar algunas ideas sobre composiciones propias que, incluso, venía haciendo con el cuarteto y encontré que sonaban bien con el piano. Tienen algo “cancionístico” y que ayuda a la hora de ser tocadas.
¿Qué
discos de piano solo son tus preferidos?
De años atrás nombraría cuatro Facing You, de Keith Jarrett; Open, to Love, de Paul Bley y las Improvisations I y II, de Chick Corea, todos editados por ECM. Creo que estos artistas cambiaron el enfoque sobre el piano solo. De los recientes, encuentro dos, el de Aaron Sparks y el de Craig Taborn.
Sobre
su tarea como compositor explica que no desarrolla una rutina. “Todos tenemos
tiempos distintos y no soy de sentarme diariamente a escribir. Es por momentos,
por días, por épocas”.
Con
catorce discos editados, Jodos es uno de los referentes que tiene el jazz en la Argentina y su música
parece sonar algo adelante en la escena local. “Por un lado están los standards, que es un material siempre
interesante para tocar e investigar. Sin embargo, mis preferencias están
orientadas a escribir música original. Se podría decir que intento componer
música en la cual las improvisaciones no se separen de la parte escrita, que
tengan una relación absoluta una con otra”, expresa el pianista autor de la
música del documental de Julio Cortázar Esto lo estoy tocando mañana, recientemente, estrenado en La Usina del Arte.
–Pregunta ineludible. ¿Cómo sentís que está
la escena actual?
–En
términos musicales está muy bien, aunque hay escasos lugares para tocar.
–¿Participás de jam sessions?
–No.
Más bien hay sesiones en casas con colegas y nuevos músicos que van surgiendo y
que vienen con sus propias ideas. Una de las clásicas sesiones es hacer
standards en tonalidades incómodas y métricas diferentes, pero también alguien
lleva música original para hacerla. Aparecen músicos muy interesantes en estas
reuniones. Es muy formativo.
–¿Y de esos encuentros cuáles son tus
conclusiones?
–Que
tengo que seguir estudiando.
jueves, 28 de agosto de 2014
Los músicos recomiendan (6): hoy Florencia Otero y Charles Mingus
Una vez más una ínterprete argentina recomienda un disco entre todos los discos de la historia del jazz. Florencia Otero reivindica aquí al Charles Mingus de Mingus Ah Um
"Espiritual, emotivo y potente"
Un disco que me conmueve y que
tiene un nexo con la música de Joni Mitchell es Mingus Ah Um. Me parece un fundamental en cuanto a lo vanguardista
e inusual de la instrumentación y me conmueve lo viva que se escucha la
tradición negra a lo largo de todo el trabajo. Es espiritual,
emotivo, potente y reivindica las raíces más profundas del jazz. Por eso lo
elijo.
miércoles, 27 de agosto de 2014
Fischerman, en vísperas del concierto de Chick Corea
Esta
noche se presenta Chick Corea en
Buenos Aires, con su nueva banda The Vigil. Lo que sigue es la entrevista que Diego Fischerman realizó con él y
publicó hoy en el diario Página 12.
“Mi ‘secreto’ es siempre ser un estudiante”
Es
uno de los grandes pianistas de la historia del jazz. Uno de los pocos –y tal
vez uno de los últimos– que crearon lenguajes y cuyos rastros pueden ser
seguidos en varias generaciones de sucesores. Chick Corea, después de su debut
en 1962, con Mongo Santamaría y Willy Bobo, a los 21 años, y de su paso por los
grupos de Blue Mitchell, de Herbie Mann y de Stan Getz, tuvo uno de los
comienzos como líder más espectaculares que puedan imaginarse, con dos discos
que quedaron para siempre como clásicos del género: Tones for Joan’s Bones, de 1966, y con Woody Shaw en trompeta, Joe
Farrell en saxo y flauta, Steve Swallow en contrabajo y Joe Chambers en
batería, y Now He Sings, Now He Sobs,
de 1968, en trío con Miroslav Vitous en contrabajo y Roy Haynes en batería.
Después
llegaría su fundamental pasaje por el grupo de Miles Davis, el Return To
Forever acústico y latino de los comienzos y el que luego encarnó la versión
más furibunda, eléctrica y compleja del jazz rock; la Elektric o la Akoustik Band ; el
mejor free con Circle y el trío ARC;
los dúos con Herbie Hancock o con Gary Burton; las revisitas a sus propias
invenciones; y más discos, muchos, tan distintos entre sí, dignos de cualquier
antología: Friends, The Leprechaun, Three Quartets, The Griffith
Park Collection, Voyage, los dos
volúmenes de Improvisations, ARC, Again
and Again, Crystal Silence, Romantic
Warrior, Children Songs y el
reciente Portraits, en piano solo
(que acaba de ser publicado también en la Argentina ). Parafraseando el título de una vieja
colección de literatura infantil, bien valdría la apelación “elige tu propio
Chick Corea”. Sin embargo, tal diversidad estilística no es tal. Siempre –como
en Igor Stravinsky, otro transformer–
se escucha allí al mismo creador. Y, además, ha logrado un estilo propio y
absolutamente reconocible, aun en los usualmente impersonales teclados
electrónicos.
“Cada
uno de nosotros tiene la responsabilidad de vivir de acuerdo con los estándares
que se ha fijado para sí mismo –reflexiona en diálogo con Página/12–. Demasiados acuerdos con ‘tendencias’ y ‘estilos’ merman
la posibilidad de que las nuevas ideas surjan. Poner el propio estándar bien
alto es el primer paso; pero el próximo paso es igualmente importante, o tal
vez aún más. Hay que llevar las propias intenciones a través de ese estándar y
no volver atrás por barreras o detenciones. Uno puede llamarlo ‘integridad
artística’ o sólo simple ‘persistencia’. Pero, en cualquier caso, creo que esa
podría ser la cualidad de individualidad en el jazz.”
En
una entrevista con este diario, el pianista Stefano Bollani, que tocó a dúo con
Corea, comentaba que lo que más le había llamado la atención era la relación
del pianista con el estudio. El hecho de que siempre, aun siendo ya un músico
absolutamente consagrado y con una técnica consumada, cada vez que lo
encontraba o hablaba con él lo encontraba estudiando. El propio Corea se
refiere a ello, mientras habla de lo que le dejó haber tocado con Miles Davis,
Stan Getz o Anthony Braxton, y, de paso, brinda una suerte de posible enseñanza:
“Mis logros han sido siempre el resultado de seguir mis intereses verdaderos o
de permitirme a mí mismo estar interesado en lo que verdaderamente me interesa,
y entonces ir más allá y aprender más acerca de ello, incrementando mis
habilidades gradualmente mientras hago ese camino. Mi ‘secreto’ es ser siempre
un estudiante y no el maestro que otros asumen que soy. Siempre he hecho todo
lo posible por encontrar la compañía de artistas y músicos de gran habilidad y,
trabajando para ellos o con ellos, observar cómo ellos logran hacer lo que
hacen y aprender a aplicarlo en mi propia vida. Esa manera de actuar, pensar
siempre qué es lo que se puede aprender de cada situación creativa, siempre ha
funcionado bien para mí”.
Chick
Corea es posiblemente el músico de jazz extranjero que más veces ha visitado la Argentina. Y la
mayoría de las formaciones con las que ha tocado en las últimas décadas han
actuado aquí, desde el fantástico dúo con el vibrafonista Gary Burton, y su
Elektric Band, hasta eclécticos grupos como aquel de 1996 en el que participó
en un homenaje a Piazzolla y, más recientemente, en 2012, con “Forever”, la
versión acústica, con Stanley Clarke en contrabajo y Lenny White en batería, de
aquel Return To Forever que cambió a un tiempo los límites del jazz y del rock
(y que tan influyente resultó aquí para músicos como Luis Alberto Spinetta y
Charly García). Hoy, el pianista volverá a actuar en Buenos Aires (en el Gran
Rex, Corrientes 857, a
las 21) y lo hará con su último proyecto, The Vigil. “Nuevas botellas, vino
añejo”, había titulado Gil Evans uno de sus discos más importantes, y algo de
eso hay en este grupo, donde la sonoridad remite a Return To Forever, pero la
música suena con originalidad y frescura. Integrada por Marcus Gilmore en batería
(incidentalmente, se trata del nieto de Roy Haynes), Hadrien Feraud en bajo,
Tim Garland en saxo y el guitarrista Charles Altura, la banda se presentará en
el Gran Rex. “No elijo tanto los sonidos como los músicos con los que hacer
música. No es diferente con mi nueva banda”, dice el pianista. “Estos jóvenes
músicos me inspiran. Aprendo de ellos cada noche, mientras viajamos y tocamos.
De esa manera, todo se conserva fresco y lleno de vida.”
Con
73 años, Corea pertenece a la misma generación que el guitarrista John
McLaughlin, esa que, hace unos cuarenta y cinco años, desde los grupos con los
que Miles experimentó con instrumentaciones electrónicas y en sus posteriores
ramificaciones, cambió masivamente el sonido y la concepción de la composición
en el jazz. Una mirada apresurada podría hacer pensar que en el tiempo
transcurrido desde aquellas revoluciones –y desde épocas en que se creía en las
revoluciones– no ha sucedido demasiado. Y que todo sigue en las mismas viejas y
sabias manos. “El mundo de la música está vivo y en buenas manos”, opina Corea.
“Los músicos jóvenes y los nuevos artistas están creando cosas nuevas en todo
el mundo y todo el tiempo. Lo que sucede es que nuestros sistemas sociales se
han alterado y probablemente han cambiado para peor. La música es un fenómeno
social; siempre lo ha sido. Y el espíritu de la creatividad está vivo en
nosotros. El verdadero problema, pienso, es cuán amigable resulta el medio
ambiente para permitir que esa creatividad florezca. Entonces, me parece, el
jazz, o cualquier actividad creativa, está ‘en manos de’ todos los que creamos
sociedades y ecosistemas culturales. Y cuantos más de nosotros creemos y
participemos del mundo de las artes, más saludables serán los ecosistemas y más
placenteras serán nuestras vidas.”
Entre
los múltiples intereses musicales de Chick Corea apareció en algún momento el
tango y, en particular, la obra de Astor Piazzolla. Parte de la responsabilidad
fue de Gary Burton, quien muy joven, como bajista del cuarteto de Stan Getz,
llegó a Buenos Aires en 1964 y compartió escenario con el formidable quinteto
del bandoneonista. A partir de ese momento, se hacía mandar cada disco de
Piazzolla y se convirtió en un auténtico fan. En los discos de Burton en dúo
con Corea –una relación virtuosa que comenzó con el disco Crystal Silence, editado por ECM en 1972– aparecen las huellas de
Piazzolla en más de un momento. “El gran Astor Piazzolla abrió muchas puertas
musicales para mí”, dice Corea. “Y muchos músicos fueron conmovidos por su obra
y por la inteligencia emocional de sus composiciones. Siempre tuve un interés
muy especial por su música y ese interés se incrementó cuando me pidieron que
escribiera tangos para una película. Al final, por mi propia recomendación,
para ese film usaron tangos clásicos, pero el proyecto me permitió investigar
mucho más profundamente en Piazzolla y en el tango.”
Pero
el gran cruce musical de Corea fue con el flamenco en general (que influyó
discos como My Spanish Heart, por
ejemplo) y Paco de Lucía en particular (con quien tocó en el disco Zyrab). “Paco era un fenómeno artístico
–recuerda el pianista–. El ayudó a que naciera una importante conexión entre el
jazz y su propia tradición del flamenco. Fui afortunado al ser parte de ello,
al convertirme en amigo de Paco y aprender muchísimo de él en cuanto a su
relación con la música. En nuestros numerosos y preciosos proyectos conjuntos,
me sentí muy fuertemente inspirado por Paco y la profundidad de su expresión.
Le debo muchísimo.”
lunes, 18 de agosto de 2014
Un anticipo de la nueva visita de Chick Corea a la Argentina
Publicada
en el diario Clarín, del 18 de agosto
pasado, la siguiente entrevista entre Federico
Monjeau y Chick Corea es un
anticipo de la próxima visita del pianista a la Argentina.
“Mi misión es promover la libertad individual”
Nacido
en Chelsea, Massachussetts, en 1941, el pianista y compositor Chick Corea forma
un capítulo fundamental del jazz moderno. Entre 1968 y 1970 integró el quinteto
de Miles Davis; en 1971 formó Circle (notable cuarteto de vanguardia completado
por Dave Holland, Barry Altschul y Anthony Braxton) y grabó dos volúmenes de improvisaciones
en piano solo para ECM que forman una de las grandes joyas de todo el
jazz; en 1972 abrió la senda del jazz rock con Return to Forever; en 1976
renovó los lazos entre el jazz y la música española con el encantador My Spanish Heart. Su enorme discografía
excede el campo del jazz, para incluir incursiones como dúos con el pianista
clásico Friedrich Gulda y una formidable ejecución del Concierto para dos pianos K. 365 de Mozart junto con Keith
Jarrett, mientras que sus Children
Songs constituyen una exquisita extensión de Bela Bartok.
Ahora
el músico vuelve a la
Argentina para presentar su nuevo álbum The Vigil, con nueva banda y nuevas composiciones.La gira coincide
con el flamante lanzamiento local de Portraits (Universal),
de nuevo en piano solo, con standards,
composiciones propias, reelaboraciones de piezas de Bartok y Scriabin y unos
curiosos retratos musicales improvisados en salas de Cracovia, Vilnia,
Casablanca e Easton (Maryland), con personas del público que aceptan subir al
escenario y posar para estas breves pinceladas musicales.
“Ese
es un juego que yo solía prácticar en casa con mi tío, con mi hijo o con
amigos, y que todavía de vez en cuando hago”, cuenta el músico en conversación
telefónica con Clarín. “Invento
una pequeña melodía para describir su estado de ánimo y resulta bastante
divertido”.
–¿Usted siempre necesita alguna imagen –objetiva
o mental– como punto de partida para la improvisación?
–No siempre. A veces puede ser algo más
abstracto: un sonido o el recuerdo de un sonido; un acorde, dos notas. En el
caso de losPortraits, no lo pienso mucho. Invito a una persona a subir al
escenario y le pido que se siente en una silla cerca del piano. Le digo “hola”,
le pregunto su nombre. Me dice “María”, por ejemplo, y ahí yo comienzo a crear
una melodía como si estuviese pintando un retrato.
–Viendo
el cuadernillo del disco, ¿le gusta mucho pintar y dibujar?
–Es un hobby que me relaja. No son dibujos de Salvador Dalí, como usted
habrá visto, pero es algo que me divierte hacer.
–Volviendo
al tema de la improvisación, ¿cuál es la diferencia entre improvisar solo, como
en su disco, e improvisar en grupo, como lo hará aquí con su banda?
–Cuando estoy solo en la escena no hay
ninguna otra influencia musical. Mi comunicación con la audiencia es muy
directa, íntima. Con la banda es una conversación que viene y va. El pintor
trabaja solo, el escritor también, pero el músico, en el caso del grupo de
jazz, es hacer algo juntos en el instante mismo de la música.
–Usted
siempre mantuvo una relación intensa con el repertorio clásico. ¿Qué piensa que
puede darle usted como músico de jazz a un Concierto de Mozart, por ejemplo?
–Nunca lo pensé en esos términos. Toco
lo que me interesa, sin pensar en el efecto que esto pueda tener en la vida del
repertorio clásico. Toco los autores que han significado una gran inspiración
en mi vida como músico.
–Además de Mozart y Bartok, ¿qué toca con
más frecuencia?
–Voy cambiando, Bach está siempre, por
supuesto. Pero últimamente me gusta mucho tocar en público alguna balada de
Chopin o preludios de Scriabin.
–¿Cómo ve la escena actual del jazz en los
Estados Unidos? Da la impresión de que el panorama es un poco más conservador
que veinte o treinta años atrás, ¿no?
–Todo es más conservador que veinte o
treinta años atrás. El mundo se está volviendo cada día más maquinal y la
individualidad de los artistas y de la creación, algo cada vez menos
importante. No es así para la personas, pero sí para las instituciones. Es el
modo en cómo la sociedad está evolucionando en un sentido más mecánico, y la
música no está libre de eso.
–¿Y cuál es su posición como músico al
respecto?
–Cómo decirlo... mi misión es promover
la libertad. La libertad individual. Quiero mantener la tradición de la
improvisación y el contacto inmediato con la audiencia. Creo que eso es lo
mejor que yo puedo ofrecer como artista.
–¿Qué podría decirme de su nueva banda?
–Que tiene un fuerte toque latino y que
está inspirada en la diversidad. Hay un bajista cubano, Carlitos del Puerto, y
un percusionista venezolano, Luisito Quintero, y las conexiones con la música
latinoamericana y el flamenco son muy estimulantes para mí. En la banda todo
eso conecta con la tradición del jazz de Nueva York: Marcus Gilmore, el
baterista, es nieto del gran Roy Haynes (también baterista). Charles Altura es
un brillante guitarrista de California, mientras Tim Garland es un saxofonista
y compositor que viene de Londres. Creo que esta diversidad le da una gran
fuerza a la banda.
viernes, 15 de agosto de 2014
Los músicos recomiendan (5): hoy Ada Rave y John Coltrane, Ornette Coleman y Eric Dolphy
Quinta entrega de los discos que los músicos de jazz argentinos recomiendan como importantes para su formación. En la oportunidad, la saxofonista y compositora Ada Rave envía su respuesta desde Amsterdam.
Hay tres discos que han creado en mi un punto visagra en mi vida, un fuerte punto de inflexión en mis decisiones y emociones, tres discos que hoy continuo escuchando y a los que le he tratado de sacar todo el jugo que he podido, tocando encima de ellos y cantando y tocando sus melodías y solos, y emocionándome hasta la médula.
"Un camino expresivo mas libre y experimental"
Hay tres discos que han creado en mi un punto visagra en mi vida, un fuerte punto de inflexión en mis decisiones y emociones, tres discos que hoy continuo escuchando y a los que le he tratado de sacar todo el jugo que he podido, tocando encima de ellos y cantando y tocando sus melodías y solos, y emocionándome hasta la médula.
El primero me ha hecho decidir en la adolesencia de que queria dedicarme a tocar jazz, y el segundo y tercer disco, ya cuando comenzaba a tocar en la escena de jazz de Buenos Aires, me han impulsado a continuar por un camino expresivo mas libre y experimental dentro del jazz y/o rozando también sus bordes. Hoy en día puedo decir que es difícil encasillar la música, a la que dedico todo mi tiempo en explorar, entre estos limites que he demarcado"
miércoles, 13 de agosto de 2014
Los músicos recomiendan (4): hoy, Eloy Michelini y Elmo Hope como excusa para Philly Joe Jones
Cuarta entrega de los discos que los músiocos argentinos recomiendan. Eloy Michelini, acaso uno de los más conspicuos melómanos que existen entre los músicos de jazz, además de fantástico baterista, se inclina por un clásico de Elmo Hope.
El disco que elijo no es el mejor que tengo, sino el que estoy escuchando estos dias, Se trata de Here´s Hope, de Elmo Hope con Paul Chambers y Philly Joe Jones.
Una cuestión de swing
El disco que elijo no es el mejor que tengo, sino el que estoy escuchando estos dias, Se trata de Here´s Hope, de Elmo Hope con Paul Chambers y Philly Joe Jones.
No hay mucho que decir. Primero que nada, tiene lo más importante SWING, Luego la originalidad de los temas y la interpretación de Hope son un universo aparte, algo parecido a lo que sucede con Herbie Nichols, Por último, y lo más importante, ¡toca Philly Joe!
martes, 29 de julio de 2014
sábado, 19 de julio de 2014
"Soy el saxofonista del cuarteto de Brubeck. Pueden reconocerme porque cuando no toco, lo que ocurre a menudo, aún sigo allí, apoyado en el piano"
Publicada el 18 de junio pasado en su blog Fischerman’s
Tales, la siguiente columna de Diego
Fischerman trata sobre Dave Brubeck
y Paul Desmond, con especial énfasis
en este último.
Martini seco
Dave Brubeck, se cuenta, empezó a tocar jazz por
consejo de un compositor “clásico”, Darius Milhaud, que le daba clase en el
Mills College. Paul Breitenfeld, más conocido como Desmond, un apellido que
eligió al azar en la guía telefónica, era un graduado universitario en Lengua
Inglesa que, según sus palabras, abandonó la literatura “porque sólo era capaz
de trabajar en la playa y no dejaba de entrarme arena en la máquina de
escribir”. Y, también, un saxofonista que aseguraba haber ganado “varios
premios al saxo alto más lento del mundo, así como un galardón especial al
silencio en 1961” .
No era su única frase genial. “Pasé de moda antes de que nadie me conociera”, aseguraba. Y definía: “Creo que de forma inconsciente quería sonar como un martini seco”. Brubeck y Desmond no siempre tocaron juntos y el pianista lo sobrevivió treinta y cinco años. Pero, por algún motivo, cuando se habla de uno de ellos es inevitable hacerlo también del otro. Y hasta el tema más célebre de Brubeck es, por supuesto, de Desmond: ese “Take Five” que utilizó un compás de cinco tiempos en el jazz y que convirtió al disco que lo incluía, Time Out, en el máximo hit de la historia del género. "Nunca pensé que un solo de batería se haría tan famoso", fue la conclusión de su autor.
“Soy el saxofonista del cuarteto de Brubeck –decía Desmond–. Pueden reconocerme porque cuando no toco, lo que ocurre a menudo, aún sigo allí, apoyado en el piano.” Empezó a tocar con Brubeck en 1946, integrando un octeto modernista donde ya estaban inscriptas muchas de las obsesiones estéticas del pianista: el uso de acentuaciones irregulares (y nada usuales en el jazz), de la politonalidad, a la manera de Milhaud, y de formas provenientes de la tradición académica, como la fuga. Luego, hasta 1967, integró de manera estable el famoso cuarteto, al que más adelante regresó de manera esporádica. La disolución del grupo también fue objeto, obviamente, de su humor implacable: “Estamos trabajando como si el grupo estuviera pasando de moda, cosa que por supuesto está ocurriendo”, dijo. Una de las últimas colaboraciones entre Desmond y Brubeck fue el notable disco The Duets, de 1975. En 1976 volvió a conformarse el cuarteto, conmemorando los veinticinco años de su fundación. Y en 1977, antes de cumplir 43 años, Desmond murió de cáncer de pulmón. Su comentario ante el diagnóstico había sido el festejo público por lo bien que estaba su hígado de bebedor de whisky: “Impoluto, perfecto, uno de los grandes hígados de nuestra era. Bañado en Dewars y rebosante de salud”.
Entre la abundante producción del cuarteto se destaca el período en que grabó para el sello Columbia. Uno de esos discos, Jazz Impressions of Japan, de 1964 y grabado después de una de las numerosas giras a lugares a los que ningún otro grupo estadounidense llegaba, desde Polonia a Australia pasando por el Lejano Oriente, incluye una de las piezas más perfectas –y más bellas– de todo el jazz. Titulada “Rising Sun” y compuesta por Brubeck, allí puede encontrarse la quintaesencia del estilo de Desmond, tal vez el único saxo alto más cercano a Lester Young que a Charlie Parker. El melodismo de ese sonido puro, cristalino, la facilidad para desarrollar las posibilidades armónicas de una melodía y para llevarla, con la máxima naturalidad, a los lugares más insospechados, la imaginación para subdividir rítmicamente de maneras sorprendentes y jamás sobreactuadas, están allí en su versión más concentrada y exacta.
Ese grupo, conformado además por el baterista Joe Morello y el contrabajista Eugene Wright (un negro, lo que le hizo perder a Brubeck más de un trabajo en una época en que la integración no estaba muy bien vista), está allí en estado de gracia. Otra de las ediciones para no perder de vista es The Great Concerts, con extractos de las actuaciones en Amsterdam y en el Carnegie Hall, en 1963, y en Copenhague en 1968, y donde puede escucharse el exquisito swing que el grupo tenía en vivo, y la forma en que lograba que los ritmos y contrapuntos más intrincados sonaran con la fluidez más extrema. La obra de Desmond, no obstante, no se agota allí. Y, más allá de alguna incursión en instrumentaciones diversas –como en el excelente Skylark, editado por CTI en 1973, donde además del guitarrista Gabor Szabó y el pianista Bob James aparece una pequeña orquesta arreglada por Don Sebesky, en los iniciales quintetos de 1954 o en los históricos Blues in Time y Two of a Mind, que registró junto a Gerry Mulligan en saxo barítono– tuvo el formato casi excluyente del cuarteto con guitarra eléctrica, contrabajo y batería. Con Jim Hall grabó, en 1959, el notable First Place Again! (Percy Heath y Connie Kay, contrabajista y baterista del Modern Jazz Quartet, completaban el grupo). Y, en los 60, Desmond Blue (1961, con Georges Duvivier y Kay, además de una orquesta de cuerdas, corno y maderas), Take Ten (1963, con Kay y Eugene Chirico), Easy Living (con grabaciones realizadas ese año y el siguiente, con Kay y Gene Wright), Glad To Be Unhappy (1964, con ese mismo grupo), y Bossa Antigua (1964, también con la misma formación). Y, ya en los '70, se recorta una serie de grabaciones ejemplares con el canadiense Ed Bickert como guitarrista: Pure Desmond (1974, CTI, con Ron Carter y Connie Kay), y, con Don Thompson en contrabajo y Jerry Fuller en batería, varios registros realizados en vivo en Canadá: Like Someone in Love (Telarc, 1975), The Paul Desmond Quartet Live (Horizon, 1975), y Paul Desmond (del mismo año, en Artists House). Si algún sonido pudo parecerse alguna vez a un martini seco, allí, en esos notables ejercicios de autocontención, es posible encontrarlo.
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