En el número de febrero de Cuadernos de Jazz, de España, del
mes de febrero, Jonio González comenta tres discos recientes de Paula Shocron,
Pablo Ledesma y Pepe Angelillo, y Juan Bayón. Reproducimos lo que escribió a
continuación.
Tres joyas australes
Surya
Paula Shocron (p), Juan Bayón (b), Bruno Varela (bat)
Buenos Aires, diciembre de 2013
Kuaimusic PS01
Paula Shocron (p), Juan Bayón (b), Bruno Varela (bat)
Buenos Aires, diciembre de 2013
Kuaimusic PS01
Orillas
Pablo Ledesma (sa, ss), Mono Hurtado (b), Pepe Angelillo (p), Martín Misa (bat,
perc)
Buenos Aires, mayo de 2014
Cielo Arriba
Buenos Aires, mayo de 2014
Cielo Arriba
Control
Juan Bayón (b), Rodrigo Domínguez (ss), Emmanuel Famin (sa), Juan Torres (st), Pablo Moser (sb), Francisco Cossavella (bat, perc)
Buenos Aires, marzo y diciembre de 2013
Kuaimusic KUAI011
Juan Bayón (b), Rodrigo Domínguez (ss), Emmanuel Famin (sa), Juan Torres (st), Pablo Moser (sb), Francisco Cossavella (bat, perc)
Buenos Aires, marzo y diciembre de 2013
Kuaimusic KUAI011
A
veces de Argentina llegan buenas noticias, por ejemplo estos tres discos
lanzados el año pasado a nombre de algunos de los músicos más destacados de la
interesantísima escena jazzística local, que parece gozar de una excelente
salud. De Paula Shocron, una de las principales voces pianísticas de ese país,
algunos lectores quizá recuerden la reseña de su disco Urbes (véase CdJ núm.105,
marzo-abril de 2008), también en formato trío, en la que quien esto escribe
señalaba su “toque nervioso que no elude el lirismo”. Después de escuchar unos
cuantos discos más de Shocron, en especial los tres de standards que grabara
para el lamentablemente desaparecido sello Rivorecords (Our Delight y Serenade
in Blue, ambos también con su trío, y See See Ryder, en solitario), diría
ahora que en su momento confundí nerviosismo con intensidad. Y es seguramente
esa intensidad la que la hace pasar de la observación analítica en el marco de
cierto clasicismo ("Angel Eyes") a la especulación experimental (XXI, de su
autoría) sin perder nunca su propia, reconocible, voz, que va asentándose,
adquiriendo espesor, en el proceso. Obra de exquisita madurez.
No menos exquisito es el libro-CD Orillas, concebido como sendos
comentarios musicales a dieciséis imágenes del fotógrafo Argamonte. Dichos
comentarios, en realidad improvisaciones libres inspiradas, o más bien
incitadas, por las imágenes, acaban por convertirse en un relato más que sobre
el límite que marca la orilla, sobre aquello que está más allá de la misma y
que es lo que la música, concebida como ámbito de la libertad, busca, explora y
encarna. Los protagonistas, y artífices, de ese relato crean espacios de
densidades cambiantes (ya sea en dúo, en trío o en cuarteto) que van del free y
distintos grados de abstracción a un lirismo grave y un punto desolado, como
las fotos a que alude. A destacar, la eficacia de Hurtado y Misa (soberbio su
diálogo en el primer tema del álbum) y el íntimo entendimiento, tras una
relación que dura ya veinte años y dio un maravilloso homenaje grabado a Mingus
y Monk (M&M, Lumenan, 2012), entre Pablo Ledesma, improvisador enérgico y a
la vez flemático, y Pepe Angelillo (véase CdJ núm.121,
noviembre-diciembre de 2010), un poético explorador de atonalidades y
atmósferas, un escultor de aristas y silencios.
Para
terminar, el segundo disco de uno de los contrabajistas más solicitados de la
escena jazzística argentina, colaborador de pesos pesados de la misma como la
mencionada Paula Shocron, Ernesto Jodos, Mariano Loiácono, Francisco Lo Vuolo o
Adrián Iaies. La propuesta, un cuarteto pianoless de alto, tenor,
contrabajo y batería más el añadido puntual de un barítono y un soprano, que
explora, sin renunciar a las tramas armónicas, y valiéndose de yuxtaposiciones
e intercambios más que de confrontaciones, los límites quizá menos agrestes de
la improvisación libre. Sobre una base rítmica impecable que marca las pautas
del discurso y lo impulsa (todos los temas, menos uno, son del propio Bayón),
los saxos, en solitario o formando dúos (notables Famin y Torres), tríos o
cuartetos, desarrollan urdimbres, dialogan y conquistan, como en el bellísimo "El
sueño de René", espacios a menudo mistéricos.
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