viernes, 13 de febrero de 2015

Discos del 2014: opina Jonio González

Este año el blog de Minton’s no se ha perdido en el vértigo de las encuestas. Sin embargo, como para que nadie las extrañe, aquí van las preferencias de Jonio González, publicadas en Cuadernos de Jazz del mes de enero. Él sabrá.

Repaso de un año: Siempre nos quedará el jazz
  
Un año más esperando al mesías, al nuevo Monk, al nuevo Parker, al nuevo Coltrane (al nuevo Ellington hace mucho que no se lo espera), aun sabiendo que no llegará. Por eso tal vez nos disponemos a escuchar los discos que compramos, recibimos, nos regalan, como si fuéramos a encontrar en él la obra a partir de la cual todo será distinto. Nada de eso ocurre, por supuesto. En el mejor de los casos hallamos belleza, y nos conformamos, cómo no íbamos a hacerlo.
   
DISCOS

The Art of Conversation: Kenny Barron & Dave Holland (Impulse!)

Count Basie Original Album Series: Count Basie (Warner Jazz)

Stories: Enrico Pieranunzi Trio (CamJazz)

Riverside:  Dave Douglas, Chet Doxas, Steve Swallow & Jim Doxas (Greenleaf Music)

Reeds Ramble: Seamus Blake & Chris Cheek (Criss Cross)
 




Como todos los años, y se me perdonará el tópico, resulta por demás difícil elegir sólo cinco discos. Me temo, no obstante, que lo mismo ocurriría si fuesen treinta, lo que nos hace abrigar seguramente absurdas esperanzas en que la situación no es tan mala como parece. Para empezar, ha habido que descartar, y antes de los seleccionados han quedado por el camino discos tan interesantes como Birdies for Lulu , de Sylvie Courvoisier y Mark Feldman, con el últimamente muy activo Scott Colley y Billy Mintz, y un inteligente equilibrio en los contrastes: una suerte de free impregnado de impresionismo. Lo siguió Floating (Palmetto), el último registro de Fred Hersch, a poco de ingresar en el olimpo de los grandes pianistas de jazz de todos los tiempos, y su trío. Y a éste Sixteen Sunsets (Pure Audio), de la cada vez más asentada Jane Ira Bloom, el simple, delicado y esencial With Love(Origin), de la gran Jessica Williams, y The Imagined Savior Is Far Easier to Paint (Blue Note), del siempre interesante Ambrose Akinmusire. Todo ello por no hablar de las reediciones, donde ha habido que descartar, entre muchos otros, el Speak No Evil (Blue Note) de Wayne Shorter, The Complete Jazz Messengers at The Café Bohemia (Phoenix),The Complete Jam Sessions (American Jazz Classics), de Gene Ammons & Art Farmer, o The Complete 1956-1960 Studio Recordings (Fresh Sound), de Lars Gullin. 

Tras esta criba cruel, lo que ha quedado es el encuentro de dos históricos, Kenny Barron y Dave Holland, que parecen conocerse desde siempre y han concebido un disco con vocación de clásico, pleno de homenajes y diálogos inteligentes que, atentos a las partes y al todo, dan como fruto una tercera, e inolvidable, voz conjunta. Tras ellos, un cofre cuyo contenido nos exime de cualquier comentario (Atomic Mr. Basie; One More Time; Count Basie Swings, Tony Bennett Sings; Chairman of the Board y Basie at Birdland), la quintaesencia del Conde en uno de sus mejores períodos, si no el mejor.  A continuación, Enrico Pieranunzi y su trío con Scott Colley y Antonio Sánchez: angularidad voluntariamente irregular, ecos de un pianismo clásico, inesperados cambios de ritmo; en suma, nervio y poesía. Luego, el penúltimo experimento grabado de Dave Douglas, esta vez en compañía de los hermanos Chet y Jim Doxas y Steve Swallow: vehemencia neorlandesa impregnada de blues y profundidad en un sentido homenaje a Jimmy Giuffre. Y para terminar, la comprensión simbiótica de Seamus Blake y Chris Cheek en un disco pleno de incitaciones mutuas, llamadas y respuestas, comentarios mutuos y cierta abstracción elegíaca.

APARICIONES EN ESCENA

Stoddard Place: Allegretti, Friedlander, Malaby (CdBaby.com)

Fair is Foul and Foul is Fair: Costanza Alegiani (Doppia i)







Los vastos y fértiles prados del jazz no dejan de dar frutos, a veces aún cercanos a lo que algunos todavía entendemos por esta música; otras, evoluciones que la toman como referencia, inspiración, ingrediente o incluso señuelo. Damián Allegretti se encuentra sin duda entre los primeros. Con la inestimable compañía de dos pesos pesados como Tony Malaby y Eric Friedlander, ha concebido una ópera prima de una rara madurez, original y certera a la hora de combinar atmósferas y tempos, complementarios a veces, abiertamente contrapuestos otras. Un gran disco. Tanto como promisorio lo es el de la italiana Costanza Alegiani. Si el año pasado su compatriota Maria Pia De Vito nos sorprendió con Il Pergolese (ECM), una interesantísima relectura del compositor barroco, y hace ya una década Jenny Evans se atrevía en Nuages (Enja) con John Dowland y Henry Purcell, Alegiani, con una voz más nórdica que mediterránea, incluso cuando canta en italiano, y secundada por unos excelentes músicos (entre los que destaca el belga Thijs Troch al piano), se inspira en Macbeth y el Otello de Verdi para internarse, con acertadísimos recursos, audaces y jazzísticos (o audaces por jazzísticos), en senderos plenos de luces, sombras y misterio.   

ACONTECIMIENTO DEL AÑO

Roadshows vol. 3: Sonny Rollins (DOXI/OKEH)

Magic 201: Frank Wess (IPO Recordings) 






Ni conciertos, ni sellos, ni muertes, ni integrales, sencillamente dos discos de otros tantos gigantes de nuestra música preferida. Por un lado, Rollins, que en 2015 cumplirá ochenta y cinco años de edad y más de sesenta y cinco en los escenarios, presenta el tercer volumen de la serie que recoge diversas actuaciones por todo el mundo (de Saitama, en Japón, a Marciac, en Francia) entre 2001 y 2012. Acompañado, entre otros, por Stephen Scott, Clifton Anderson, Victor Lewis, Peter Berstein y Bob Cranshaw, interpreta clásicos de su autoría como Don't Stop the Carnival o Private Lives, o standards como Why Was I Born, y lo hace con su sonoridad punzante, dura, irónica a veces, puesta al servicio de un músico que aún se sigue brindando como pocos. En cuanto a Wess, si en 2013 (año de su fallecimiento) nos dio con Magic 101 (IPO) uno de los mejores discos del año (al menos para quien esto escribe), con Magic 201 (grabado tres meses después de aquél con la compañía de Kenny Barron, Russell Malone, Rufus Reid y Winard Harper) nos ofrece otra muestra (una más) de su sensibilidad, refinamiento y sapiencia, así como de su exquisito tratamiento del espacio y el tempo. Dos gigantes de sensibilidades puede que distintas (no opuestas), que supieron hacer del azul de su cielo el azul del nuestro.   


© Cuadernos de Jazz

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