viernes, 15 de enero de 2016

Del Arco del Triunfo a Les Deux Magots, siempre en París


Luego de que las nubes descargaran súbitamente sobre los desprevenidos transeúntes una tonelada de granizo y de que el cierzo helado sacudiera las últimas hojas de los pocos árboles a los que el invierno hasta ahora había perdonado, helo aquí a Guillermo Hernández, en una original fotografía,  a escasos metros del Arco del Triunfo. Que la foto que lo tiene de protagonista sirva para acallar a los insidiosos, que nunca faltan, que hicieron correr la voz de que la foto del Sena, de la entrada anterior, era apenas un montaje.

Otro tanto vale para esta otra toma, realizada en una de las innumerables callejuelas del Quartier Latin, que Hernández fatiga con un entusiasmo hasta ahora desconocido en él. En la oportunidad se trata de la rue du Chat qui Peche, aquella que inspirara a María Elena Walsh una célebre página del repertorio infantil con que en su momento supo alegrar a la gente menuda.







No satisfecho con tales aventuras, Hernández manifestó su deseo de tomar café en A los Mandarines. Confundido por el pedido, Fondebrider (para quien los deseos de Hernández son órdenes) le explicó que en París no había tal establecimiento, pero propuso en cambio llevarlo de inmediato a Les Deux Magots, en el Boulevard de Saint-Germain, para que conociera el lugar donde Jean-Paul Sartre y Simone de Beavoir solían beber interminables pocillos  mientras allende los mares, Juan Domingo Perón hacía lo propio con Hesperidina. Aparentemente, de todo el discurso, Hernández retuvo el nombre de Perón y dijo: "Vamo"..  .




Ya en el interior, Hernández insistió en documentar cada recoveco de Les Deux Magots, empezando por el mobiliario. Al verlo dijo: "París bien vale una mesa"..







También se interesó por los distintos elementos que componían su pedido, como lo demuestra la foto de abajo.






Además, a falta de mejor explicación, recurrió al diccionario que, merced a Internet, traía en su teléfono para descubri que "magot" significa "figura grotesca que suele decorar, con motivo chino, los muebles y los empapelados franceses".


Su conclusión ante tal definición fue un clarísimo "chupate esa mandarina y escupime los carozos", que un habitué de una mesa vecina, interesado en la filología hispánica le preguntó a Fondebrider qué quería decir.









Comprobada por último la limpieza de los baño, Hernández volvió diciendo: "Así da gusto orinar". Luego coronó la noche con un impecable "Merci beaucoup", con que sorprendió al atildado mozo y pasmó al desprevenido Fondebrider, El dueño de Minton's se acercó a una de las paredes del café y vio que otros argentinos lo habían precedido en la visita. "Sí", agregó, "Borges y yo tenemos mucho en común". Y así transcurrió otro capítulo de las aventuras parisinas de Guillermo (que ahora amaga con hacerme llamar "Guillaume"). 




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