miércoles, 16 de septiembre de 2015

Paula Shocrón presentó su último disco en Virasoro



El jueves 10 de septiembre, Paula Shocrón presentó en Virasoro Anfitrión, su último disco en trío con Germán Lamonega y Pablo Díaz. Ese mismo día apareció en La Nación, la siguiente entrevista firmada por Jorge Fondebrider.


"Mi atención ahora está puesta en abrir puertas"

Con 35 años y 14 discos grabados a su nombre y como co-líder de otros músicos, la rosarina Paula Shocrón ya no es la revelación de la que tanto habló la prensa en su momento, sino una de las más sólidas exponentes del jazz en la Argentina. Reconcentrada, muy bella y, sobre todo, intensamente apasionada, verla tocar el piano es todo un espectáculo en sí mismo. No le es algo caído del cielo, sino el fruto de ingentes horas de trabajo las cuales, en una década, le han permitido transitar por una variedad de estilos que hoy confluyen en Anfitrión, su último disco, que se presentará el jueves 10 de septiembre, a las 21:30hs., en Virasoro (Guatemala 4328, C.A.B.A.), excusa perfecta para hablar con ella.    

Anfitrión, que acaba de salir, no aparece bajo tu nombre, sino como SDL Trío. ¿Por qué?
Bueno, son las siglas de mi apellido, el del baterista Pablo Díaz y el contrabajista Germán Lamonega, cosa que me pareció lógica porque es el fruto de una iniciativa de los tres. Siempre los discos son el resultado de un trabajo previo y este caso no es una excepción. Desde hace mucho nos juntamos a improvisar específicamente entre nosotros y es lo que queríamos reflejar, por eso es un disco que, salvo un tema que compuso Pablo Díaz, incluye exclusivamente música improvisada.   

–¿Y por qué estos tres músicos?
Yo creo que tiene mucho que con que los tres realizamos un viaje conjunto que nos permitió conocer a una serie de artistas que nos inspiraron y que nos permitieron darle algo así como un cierre al tipo de trabajo que se presenta en este disco.

–¿En qué consistió ese cierre del que hablás?
En homenajear a determinados músicos, en incluir a algunos de esos artistas que no son necesariamente músicosen la creación del disco. Por ejemplo, el poeta Steve Dalachinsky aportó textos y el fotógrafo Peter Gannushkin, la hermosa fotografía de tapa. La idea era abrirnos a otras ramas artísticas que es la idea en la que yo he venido trabajando a lo largo de todo este último tiempo y que comparten los músicos con quienes toco.

En otra oportunidad me dijiste que los discos los grabás para dejar algún testimonio de lo que hiciste antes de pasar definitivamente a otra cosa
Es que, para mí, salir del estudio de grabación es pasar a algo distinto de lo que grabaste que, por otra parte, ya es viejo. Por más que uno haga presentaciones, te diría que estamos en otra cosa, más aún como en un caso como éste se trata de música absolutamente improvisada. Entiendo que hay músicos que graban el disco y empiezan el ciclo a partir de esa grabación; en mi caso, siempre fue de la otra manera.

Siguiendo tu trayectoria, uno ve que fuiste trabajando siempre en razón de algo específico: de una impronta muy de Monk pasaste a una etapa de composiciones propias muy importante y, asimismo, a co-liderar formaciones con Marcelo Guttfraind y Pablo Puntoriero. Después, a escribir para un ensamble grande y, en paralelo, a rendirle tributo a Andrew Hill. Más tarde, durante tus años con Rivo Records, a estudiar a fondo a compositores y pianistas del estilo hard-bop. Ahora estás en una gran desestructuración cercana al free jazz. Cada etapa tuya te tomó varios años
Y ésta también, pero acaso por ausencia de grabaciones, no quedó tan registrada como las otras. Luego, mis experiencias con la improvisación colectiva tuvieron lugar muchas veces de manera paralela a los otros trabajos, en un contexto menos público, más de puertas adentro cuando, por ejemplo, nos juntábamos en privado con la saxofonista Ada Rave, el contrabajista Carlos Álvarez, o incluso el cornetista Enrique Norris. Es probable que el público que me suele acompañar no lo vea tan claro, pero ya llevo prácticamente más de diez años buscando en esta dirección.. 

–¿Y a qué lugar querrías llegar con lo que estás haciendo ahora?
Para decirte la verdad, estoy empezando a sentir que quizás no sea necesario llegar a un solo lugar. Por eso mi atención ahora está puesta en abrir puertas. Dicho de otro modo, querría que la música fuera cada vez más inclusiva, que no se limitara a un estilo,  que no calzara en una etiqueta. Somos un montón de perspectivas todas juntas. Si sacamos las casillas, todas esas perspectivas pueden empezar a convivir e interactuar. Eso enriquece a cualquier artista y al arte en general.

 –¿Ahí es donde entran las otras artes?
Claro. Sin ir más lejos, ahí está la voz humana, y con ella llegan las palabras solas, desestructuradas, que luego pueden llegar a estructurarse en un poema, en un fragmento de prosa. Y, por supuesto, también el movimiento, que llegado el caso se convierte en danza.

Bueno, en su momento ya habías trabajado con la voz, cuando acompañaste a las cantantes Barbie Martínez y, fundamentalmente, a Florencia Otero, con quien grabaron un magnífico disco dedicado a Joni Mitchell.
Y con quien ahora estamos trabajando en otro, donde las composiciones son casi todas de Florencia, y yo me ocupé de casi todos los arreglos. El disco incluirá dos poemas de E. E. Cummings a los cuales se les puso música.  Paralelamente a este proyecto, estoy trabajando mucho con mi propia voz también.

–¿Qué determinó que todas estas actividades laterales se conviertieran ahora en centrales para vos?
En realidad, no sé. Simplemente, sucedió. Un día empecé a probar mi voz y hoy ya es parte de mi música. Luego, los instrumentos de percusión siempre ocuparon un lugar importante en mi idea de la música, empezando por el piano, al que también veo como instrumento de percusión.

–¿Y la danza?
Ahí tuve que sincerarme, haciéndome cargo de que eso estaba. Y un día la danza también empezó a suceder en el contexto de mi música. Luego de la labor con el gran ensemble, algunos músicos quedaron y, paralelamente, empezamos a trabajar con Laura Monge, una bailarina de quien fui alumna. Juntas empezamos a tratar de descubrir cuáles eran los factores comunes entre el movimiento y la música. Las razones son muchas. De hecho, debiera ir más atrás y contarte que, de chica, tuve muchos problemas con el piano y mi forma de solucionarlos fue a través del aikido. Ahí entendí qué pasaba físicamente con el instrumento. El uso del cuerpo como instrumento principal del músico siempre me pareció fundamental y luego, cuando empecé a enseñar,  sentí que eso era algo que tenía que transmitirles a mis alumnos.  

–¿Qué es el Proyecto IMUDA?
Es la formalización de todas esas instancias previas que, a partir de 2012, empezaron a asumir la consistencia de un proyecto abocado a la creación espontánea, la comunicación y la asociación entre artistas procedentes de diversas disciplinas. No se trata de un grupo fijo, sino de artistas provenientes de mundos diferentes asociados puntualmente para un único evento, que nunca es el mismo como tampoco son los mismos los participantes.

Vuelvo atrás. ¿Qué pasó para que de trabajar sobre estructuras hayas decidido la desestructuración total?
Preferiría decirlo de otra manera. Acá ya no importa qué hay y qué falta. Lo que importa es trabajar ese estado tan necesario para la creación artística.  Se trata de una búsqueda permanente, que no tiene fin.  Se trata de estar en lo que estás haciendo.



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