Diego
Fischerman publicó hoy en Página 12 la nota que sigue a propósito de la
actuación de hoy de Tomás Gubitsch
en el CCK.
Sin sobreactuar porteñidad
Tal vez tenga que ver con el prestigio que
algunos géneros musicales detentan. Lo cierto es que quien se convirtió en
leyenda por haber formado parte del grupo Invisible en su cenit, acabó siendo
recordado como el guitarrista de un grupo de Piazzolla de breve existencia y
que jamás tocó en este país y, en la antesala, de Generación Cero, un grupo
casi secreto de Rodolfo Mederos. Será por eso que Tomás Gubitsch, virtuoso de
la guitarra pero también extraordinario compositor, autor de música de
películas, de piezas sinfónicas y de cámara y, en la actualidad, parte de un trío
deslumbrante que hoy se presentará en Buenos Aires, ocupa el lugar de artífice
de un improbable tango moderno en el exilio.
En rigor no es más fácil, ni más preciso, ubicarlo en el jazz,
a pesar de que ha tocado con luminarias del género enpezando por Stéphane
Grappelli, el mismo violinista que había tocado con Django Reinhardt. Ni en la
música de tradición académica, aun cuando varios grupos y solistas de
importancia interpretan sus composiciones: el trío francés K/ D/ M tocó dos
obras suyas recientemente en el Centro Experimental del Teatro Colón, dentro
del ciclo Antidiásporas. Por razones generacionales, y por la sensación de un
lenguaje en común, aun cuando confiesa que no es mucho el rock que escucha –o
que le interesa– en la actualidad, sigue pensándose como un músico de rock. Al
fin y al cabo allí obtuvo su educación sentimental y lo hizo en una época en la
que, en sus propias palabras, “allí cabían todas las músicas”.
Es la primera vez, cuenta Gubitsch, que no se trata de su
grupo sino de un trío de pares, que lo incluye. Los otros dos integrantes son
el violinista Sébastien Surel y el violoncellista Vincent Segal. Ambos tocan en
grupos de cámara pero tampoc en sus casos eso alcanza para definir sus
perfiles. Surel ha sido, además, parte del grupo del acordeonista Richard
Galliano durante años. Y Segal fue compañero de ruta de Sting, Blackalicious,
Naná Vasconcelos, Césaria Evora, Elvis Costello, Alexandre Desplat, Marianne
Faithful, Lhasa y Tricky, entre muchos otros. Ayer dieron un taller de composición
e improvisación integrada en la estructura ante una multitud, en el Centro
Cultural Kirchner. Y hoy actuarán a las 20.30, en la Sala Argentina de
ese complejo. Aquello que para Gubitsch nació, en su niñez, de la doble
advocación de La consagración de la primavera de Stravinsky y de Sgt. Pepper’s
Lonely Hearts Club Band de The Beatles, tiene allí, en ese trío y en esa música
que sólo puede describirse como una tromba arrasadora y llena a la vez de
sutilezas, una expresión ideal.
“Ignoro qué hubiera pasado si no me hubiera quedado en
Francia”, dice Gubitsch. “Esa relación con el tango, esa necesidad de
reencontrar esta ciudad en la distancia, tal vez nunca hubiera aparecido.” La
reflexión no es menor si se piensa que este es un grupo sin bandoneón, esa
especie de señal automática de tanguidad. “No hay ese resguardo. De alguna
manera ese sonido fija tanto la cuestión en lo porteño que uno después, en la
música, puede hacer cualquier cosa.” Gubitsch, obviamente, no busca sonar porteño
de manera expresa. Y sus compañeros de grupo, además, son franceses. “Me
sorprendería, no obstante, que en esta música no hubiera un sonido que tuviera
que ver con lo que escuché de chico”, dice.
Su historia es tan atípica como la de todos pero, claro, con
la pátina del prodigio. Sus padres eran intelectuales, la casa estaba llena de
libros y de visitantes tan ilustres como Jorge Luis Borges o el Mono Villegas.
Probando una guitarra en una casa de música, lo escuchó un productor y le
ofreció grabar. Tomás Gubitsch tenía 15 años y así lo conoció Mederos. Su
hermano mayor (el chico de la tapa de El jardín de los presentes) era amigo de
Gustavo, el hermano de Spinetta, y de ahí surgió una invitación a zapar en su
casa del Bajo Belgrano. “Lo hablamos y decidimos pedirte que entres al grupo”,
dice que le dijeron. Hacía muy poco había ido preso, como tantos, por haber ido
a un recital de Invisible. La siguiente actuación del grupo, en el estadio Luna
Park, lo encontraría en el escenario.
“Lo que más me preocupa en este momento es que haya una unidad
en mi música. No pensar en términos de género, si se trata de rock o música de
cámara. Aplico todo lo que sé y busco aquello que me gusta”, resume. Además de
su actuación de esta noche, Gubitsch se presentará también el próximo viernes 2
de octubre en el Centro Cultural de la Memoria Haroldo
Conti (Av. del Libertador 8151) junto a varios músicos argentinos: Carlos
Casazza, Luis Nacht, Diego Schissi y Juan Pablo Navarro.
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