Un mago del saxofón de visita en Buenos Aires
Es uno de los mejores
saxofonistas del momento. Su nombre aparece en varios de los discos más
destacados de los últimos años. Tony Malaby, nacido en Arizona pero pieza
fundamental de lo que es hoy el jazz neoyorquino, está en Buenos Aires para dar
cinco conciertos. Y en dos de ellos lo hará presentando la música de un
baterista argentino, Damián Allegretti, de cuyo disco, Stoddard Place, fue parte esencial. Después de haber tocado
anteayer en el Festival de Santa Fe, hoy a las 21.30 actuará en La Playita (Roseti 722) y lo
hará tocando su instrumento a solas, inscribiéndose en una tradición que tiene
como ilustres padres a Coleman Hawkins, Lee Konitz, Dave Liebman, Roscoe
Mitchell y Anthony Braxton.
Mañana, Malaby actuará en ese
mismo lugar pero en trío, junto a Carlos Alvarez en contrabajo y Fermín Merlo
en batería, y el viernes y el domingo estará en Thelonious (Salguero 1884) con
Allegretti, el pianista Santiago Leibson y Germán Lamonega en contrabajo. El
sábado a las 20.30, además, estará en Villa Ocampo (Elortondo 1837, a la altura de Av.
del Libertador 17.400, en Beccar), con Alvarez, Merlo y Juan Pablo Arredondo en
guitarra. Y el lunes 24 a
las 17, nuevamente en La
Playita , dará una clínica. Miembro de la Liberation Orchestra
de Charlie Haden y de la
Electric Bebop Band de Paul Motian, entre otros grupos
clásicos de las últimas décadas, este notable saxofonista se caracteriza por
entretejer fluidas –y asombrosas– tensiones entre opuestos: la escritura y la
improvisación; tocar dentro o por fuera de los acordes (o sin acordes en
absoluto). Sus álbumes Paloma Recio, Tamarindo Live –una especie de supergrupo
con William Parker en contrabajo, Wadada Leo Smith en trompeta y el baterista
Nasheet Waits–, Voladores –con su conjunto Apparitions, conformado por Tom Rainey
y John Hollenbeck en batería y percusión y Drew Gress en contrabajo– y Novela
–un noneto arreglado por la pianista Kris Davis–; Hammered, con el grupo de
Chess Smith, o Life Between y Wires & Moss, en cuarteto y quinteto con la
pianista Angélica Sánchez, están entre lo más importante publicado últimamente.
“Fue algo mágico”, dice
Allegretti, refiriéndose a las sesiones de grabación de Stoddard Place, con un
trío que completaba el cellista Erik Friedlander. “Hubo temas que se hicieron
en una sola toma”, relata. Y la trama que llevó a esas sesiones, dice, “no
podría haber sido más fácil”. “Le escribí, le conté algo sobre mi música, le
mandé algunas grabaciones y partituras y él se entusiasmó. Además, fue una
posibilidad de reencuentro con Friedlander, con quien Malaby había tocado hace
mucho tiempo.” Los motivos de que el baterista se pusiera en contacto con él
tampoco son demasiado complicados: “Es uno de los músicos que más admiro. Tocar
con él era un proyecto soñado. Y, realmente, no pensé que hacerlo realidad
fuera algo tan sencillo.” Malaby, por su parte, asegura que “lo que me inspira,
mientras toco, es la gente con la que estoy tocando; me doy cuenta
instintivamente dónde van ellos a empezar y a parar y, la mayoría de las veces,
sé cuándo van a salirse de lo que está compuesto y establecido de antemano y
cuándo van a ser reverentes con la composición. Esto tiene que ver con que
tanto yo como los músicos con los que toco habitualmente tenemos una gran
experiencia con el jazz tradicional, y entendemos la forma. Por eso podemos
sentirnos confortables allí y, hasta un punto tal, que podemos salirnos cuando
queramos. Hay mucha abstracción allí, pero cada uno de nosotros confía en los
demás y sabemos que cada uno sostiene a los otros en los momentos más arriesgados.
Creo que lo más importante es que los intérpretes de esta música estén
constantemente yendo y viniendo entre los dos mundos, lo más avanzado y lo más
tradicional. Cada vez estoy más convencido de que no se trata de escuelas,
sino, simplemente, de hacer buena música, buen jazz.”
Link a Stoddard Place
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