jueves, 20 de marzo de 2014

Aunque parezca un delirio, Tony Malaby tocó en Chacarita

La nota que se reproduce a continuación fue publicada ayer, 19 de marzo en el diario Página 12. Allí, Diego Fischerman daba cuenta de lo que se venía. Prestos y bien dispuestos como siempre, un grupo de amigos –que, a pesar de haber hecho las veces de avanzada, de ningún modo debe ser identificado con el núcleo duro de Minton’s, a esta altura un embeleco fraguado en la Boca, como diría Borges– se hizo presente en La Playita, el local casi secreto de Chacarita que se anuncia más abajo. Las comprobaciones en ese antro fueron las siguientes: 1) que Tony Malaby, además de ser muy simpático y de hablar perfecto castellano (nos contó que sus padres son mexicanos de Sonora) es realmente uno de los grandes saxofonistas de esta época, por lo que se conmina a los lectores a hacerse presentes en los conciertos anunciados en la nota que sigue, y 2) que La Playita tiene todo para ser uno de los mejores lugares para escuchar jazz en Buenos Aires: carece de pretensiones (y casi de infraestructura), ofrece buena comida a buen precio y la gente que se ocupa del lugar lo hace con verdadero cariño hacia los músicos y el público. Como, entre otras cosas, Malaby está acá para apoyar el lanzamiento del disco que grabó con Damián Allegretti, se incluye un vínculo para poder oír y ver una de esas sesiones de grabación.

Un mago del saxofón de visita en Buenos Aires

Es uno de los mejores saxofonistas del momento. Su nombre aparece en varios de los discos más destacados de los últimos años. Tony Malaby, nacido en Arizona pero pieza fundamental de lo que es hoy el jazz neoyorquino, está en Buenos Aires para dar cinco conciertos. Y en dos de ellos lo hará presentando la música de un baterista argentino, Damián Allegretti, de cuyo disco, Stoddard Place, fue parte esencial. Después de haber tocado anteayer en el Festival de Santa Fe, hoy a las 21.30 actuará en La Playita (Roseti 722) y lo hará tocando su instrumento a solas, inscribiéndose en una tradición que tiene como ilustres padres a Coleman Hawkins, Lee Konitz, Dave Liebman, Roscoe Mitchell y Anthony Braxton.

Mañana, Malaby actuará en ese mismo lugar pero en trío, junto a Carlos Alvarez en contrabajo y Fermín Merlo en batería, y el viernes y el domingo estará en Thelonious (Salguero 1884) con Allegretti, el pianista Santiago Leibson y Germán Lamonega en contrabajo. El sábado a las 20.30, además, estará en Villa Ocampo (Elortondo 1837, a la altura de Av. del Libertador 17.400, en Beccar), con Alvarez, Merlo y Juan Pablo Arredondo en guitarra. Y el lunes 24 a las 17, nuevamente en La Playita, dará una clínica. Miembro de la Liberation Orchestra de Charlie Haden y de la Electric Bebop Band de Paul Motian, entre otros grupos clásicos de las últimas décadas, este notable saxofonista se caracteriza por entretejer fluidas –y asombrosas– tensiones entre opuestos: la escritura y la improvisación; tocar dentro o por fuera de los acordes (o sin acordes en absoluto). Sus álbumes Paloma Recio, Tamarindo Live –una especie de supergrupo con William Parker en contrabajo, Wadada Leo Smith en trompeta y el baterista Nasheet Waits–, Voladores –con su conjunto Apparitions, conformado por Tom Rainey y John Hollenbeck en batería y percusión y Drew Gress en contrabajo– y Novela –un noneto arreglado por la pianista Kris Davis–; Hammered, con el grupo de Chess Smith, o Life Between y Wires & Moss, en cuarteto y quinteto con la pianista Angélica Sánchez, están entre lo más importante publicado últimamente.


“Fue algo mágico”, dice Allegretti, refiriéndose a las sesiones de grabación de Stoddard Place, con un trío que completaba el cellista Erik Friedlander. “Hubo temas que se hicieron en una sola toma”, relata. Y la trama que llevó a esas sesiones, dice, “no podría haber sido más fácil”. “Le escribí, le conté algo sobre mi música, le mandé algunas grabaciones y partituras y él se entusiasmó. Además, fue una posibilidad de reencuentro con Friedlander, con quien Malaby había tocado hace mucho tiempo.” Los motivos de que el baterista se pusiera en contacto con él tampoco son demasiado complicados: “Es uno de los músicos que más admiro. Tocar con él era un proyecto soñado. Y, realmente, no pensé que hacerlo realidad fuera algo tan sencillo.” Malaby, por su parte, asegura que “lo que me inspira, mientras toco, es la gente con la que estoy tocando; me doy cuenta instintivamente dónde van ellos a empezar y a parar y, la mayoría de las veces, sé cuándo van a salirse de lo que está compuesto y establecido de antemano y cuándo van a ser reverentes con la composición. Esto tiene que ver con que tanto yo como los músicos con los que toco habitualmente tenemos una gran experiencia con el jazz tradicional, y entendemos la forma. Por eso podemos sentirnos confortables allí y, hasta un punto tal, que podemos salirnos cuando queramos. Hay mucha abstracción allí, pero cada uno de nosotros confía en los demás y sabemos que cada uno sostiene a los otros en los momentos más arriesgados. Creo que lo más importante es que los intérpretes de esta música estén constantemente yendo y viniendo entre los dos mundos, lo más avanzado y lo más tradicional. Cada vez estoy más convencido de que no se trata de escuelas, sino, simplemente, de hacer buena música, buen jazz.”

Link a Stoddard Place
https://plus.google.com/110242102571584619234/posts


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