domingo, 27 de marzo de 2016

Una página del diario de Eduardo De Simone, con Randy Weston, Bill Frisell y Mostly Other People Do The Killing en una Nueva York nevada

Querido diario:

Sofisticada misión la que me encargó el empedernido Hernández: conseguir un juguete de verdad en un Mc Donalds. De hecho, la tarea me costó un fuerte resfrío porque de un día con nieve se pasa a otro con 20 grados. Lo más difícil es encontrar un auténtico McDonalds. Porque si bien por acá son todos McDonalds, algunos están disfrazados de panaderías, otros de cafeterías Gourmet, comida orgánica, locales de yogur de ciervo, de tapas españolas o de especialidades griegas. Han sabido proliferar por la ciudad convenientemente disimulados para atraer a los odiadores de McDonalds. Ya se sabe: platitos, vasos y cubiertos de papel para todos y todas, a comprar lo que sea y a comerlo por la calle.

Para compensar el esfuerzo elegimos algunos conciertos. 

Que Randy Weston cumpla 90 años supone un acontecimiento relevante para el jazz, naturalmente. También para Nueva York, que programó un concierto celebratorio en una de las salas del Carnegie Hall. El teatro no estaba completo, pero sobraba entusiasmo. El programa original incluía al saxofonista Billy Harper, que finalmente fue reemplazado por TK Blue, ambos de estilos muy diversos. Y se agregó en percusión el el cubano Candido Camero, 95 años, de locuacidad y humor desbordante. Alex Blake en contrabajo y Neil Clarke en percusión completaron la escena. Hubo música obviamente, pero también mucho ambiente de celebración. Randy Weston habló bastante, tocó poco pero hizo tocar mucho. Una versión de “anteca”en el arranque del show fue acaso lo mejor de la noche, con mayor cadencia rítmica que la original y un solo de TK Blue que exploró los límites con buen gusto y cierta dosis de riesgo. También habló mucho el conguero Camero, quien contó su infancia, sus comienzos en el jazz y hasta se acordó de sus padres: "Sin ellos no habría Cándido Camero".

El clima festivo se evaporó cuando bajamos al sótano del Village Vanguard para la presentación del grupo con el que el guitarrista Bill Frisell editó su reciente disco When you wish upon the star, dedicado a temas popularizados por el cine. Frisell lideró un cuarteto de bajo, batería y violín con Petra Haden en voz. Fue un show desangelado y nada sorpresivo para quien hubiera escuchado previamente el disco. Pero afuera nevaba y el frío apretaba. Adentro, el clima era ideal para adormecer la conciencia. Igual, el lugar estaba a tope, con más público que el que llevaría dos días después el trío de Fred Hersch, cuyo comentario pasa para mejor ocasión. Más allá de la música, el punto negativo del Vanguard es la incomodidad para quienes están lejos del escenario o cerca de la barra. No ver o escuchar ruidos perturbadores de máquinas de hielo, botellas y vasos pueden exasperar a quien tenga un umbral de tolerancia similar al de Jarrett.

Por oposición, el show que ofreció el grupo Mostly Other People do the Killing en el Cornelia Street Cafe fue de alto nivel. Para este concierto abordaron un estilo que podría denominarse "Killing dixieland", con los vientos –saxo, trompeta y trombón– mostrando una variedad infinita de registros cruzados e internándose en aventuras exploratorias para volver una y otra vez a una falsa base de dixieland, sostenida por el trabajo del banjo. Son todos grandes músicos, aunque tal vez el más reconocido sea el saxofonista Jon Irabagon, quien nos reveló que en septiembre estará en Buenos Aires para tocar con su grupo en Thelonious. Una fiesta escucharlos: encaran el set con humor, cambios de rumbo sorpresivos y solos originales.  Buen parte de los temas llevaban  nombres dedicados a escritores como Thomas Pynchon o Cormac Mc Carthy.

 Nos quedamos con ganas de más. Pero eso es lo que siempre pasa en NYC, más allá de McDonalds y Starbucks. A seguir buscando los juguetes.

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