lunes, 21 de marzo de 2016

Últimos días de la víctima: hoy, Jeremy Pelt y su Power Quintet

Guillermo Hernández, con la amabilidad que lo caracteriza, le mandó un telegrama a Fondebrider, que rezaba así: “Che, antes de volver, andá a ver a Jeremy Pelt, que se presenta en el Sunset/Sunside STOP Me llegó disco y quiero promocionarlo STOP Traé de esa cerveza que ya sabés STOP Y queso STOP”.

Fondebrider, que intentaba guardar sin éxito el CD número 181 que se había comprado en su ya muy cargada segunda valija, se costeó hasta el Sunset/Sunside y averiguó que los días sábado 12 y domingo 13 de marzo, se presentaba en doble función el Jeremy Pelt Power Quintet, integrado por Pelt en trompeta, Danny Grisset en piano, Steve Nelson en vibráfono, Peter Washington en contrabajo y Bill Stewart en batería. Así que presto a cumplir esa última misión (anteúltima si se considera la compra de la cerveza y del queso a último momento), desembolsó los 28 euros en cuestión para asistir a la última función del último día.

Para quienes no estén enterados, Jeremy Pelt, (1976) luego de participar en una de las últimas formaciones de la Mingus Big Band, ganó pública notoriedad por su muy enérgica manera de tocar. Hay que decir también que ha sabido construir una carrera como miembro de las bandas de Bobby “Blue” Bland, Ravi Coltrane, Frank Foster, Winard Harper, Jimmy Heath, Vincent Herring, John Hicks, Charli Persip, Ralph Peterson, Lonnie Plaxico, Bobby Short, Cedar Walton, Frank Wess, Nancy Wilson and The Skatalites, entre muchos otros. Por otra parte, la Mingus Big Band lo llevó a la fama, pero antes de ella integró la Roy Hargrove Big Band, The Village Vanguard Orchestra y la Duke Ellington Big Band. También, el Lewis Nash Septet y la Cannonball Adderley Legacy Band. Luego, como líder, Pelt grabó diez álbumes. Todo eso le valió que la Downbeat lo considerara como major trompetista emergente a lo largo de los últimos cinco años.

El Power Quintet que dirige es un auténtico seleccionado de estrellas; algo así como The Cookers, pero una generación más joven. Steve Nelson (1954), por ejemplo, es ya un viejo conocido. Miembro de las bandas de Kenny Barron, Bobby Watson, Mulgrew Miller, David “Fathead” Newman, Johnny Griffin y Jackie McLean, entre otros, ha logrado una enorme proyección internacional, sobre todo por su trabajo con David Holland y por los siete álbumes que lleva editados como líder.

Danny Grissett (1975), por su parte, pianista frecuentemente comparado con Cedar Walton, integró las bandas de Buster Williams, Russell Malone, Wycliff Gordon, Benny Golson, Nicholas Payton y Tom Harell. Tiene, además, cinco discos a su nombre.

Inútil detallar la inmensa discografía de Bill Stewart (1966) quien ha tocado con John Scofield, Peter Bernstein, Pat Metheny, Larry Goldings, Tim Hagans, Bill Carrothers, Marc Copland, David Kikoski, Adam Rogers, Joe Lovano, Seamus Blake y un larguísimo etcétera. Como líder ha registrado cuatro discos en los que tocan, entre otros, Eddie Henderson, David Holland y Kevin Hays, para nombrar sólo a algunos de los músicos que lo acompañaron.

Y si bien Peter Washington (1964) estuvo ausente sin aviso durante las actuaciones francesas, su CV no va a la saga del de sus compañeros. En la ocasión, fue reemplazado por un contrabajista local cuyo nombre Fondebrider no alcanzó a retener, lo cual, claro, le valió una severa reprimenda por parte de Hernández.

Sería demasiado fácil hablar de la competencia del grupo que es, francamente, una aplanadora. Tal vez más interesante sea decir que tocan un repertorio fundamentalmente propio, en el que alternan las composiciones de Pelt y Grissett con algún standard (Monk, sobre todo). Pelt es un trompetista muy competente, un poco exhibicionista a la hora de los sobreagudos y con un concepto de liderazgo un tanto anticuado: presenta los temas contando las circunstancias en que los escribió, elogio las bellezas arquitectónicas y naturales de Europa, sonríe socarrón y habla de sus compañeros nombrándolos “Mr.” antes de mencionar sus apellidos. Pero el grupo funciona y tuvo, al menos en su última actuación parisina, dos polos magnéticos absolutamente fascinantes: Steve Nelson y Billy Stewart. El primero, que interpreta dramáticamente sus solos mientras los canta al unísono sorprende por su brillantez y profundidad; el segundo, como en segundo plano, se asegura con una autoridad que estremece de que el grupo progrese permanentemente y es tan bueno en los tempos rápidos como en las baladas que, por cierto, están entre lo mejor de la producción de Pelt y Grissett como compositores.

En síntesis, la noche del 13 de marzo pasado fue realmente interesante y valió el esfuerzo de último momento. A la salida estaba el nuevo disco del Power Quintet. Costaba inexplicables 20 euros. Una rápida llamada a Hernández sirvió para saber que en Minton’s se vende considerablemente más barato. Vale la pena.


Como siempre, Fondebrider, cumplió con los encargos del siempre modoso Hernández y se perdió en la noche.

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