miércoles, 22 de julio de 2015

Adrián Iaies y Bojan Z en el Centro Cultural Kirchner

La siguiente reseña del concierto de Adrián Iaies y Bojan Z, firmada por Jorge Fondebrider, fue publicada por el diario La Nación, de Buenos Aires, el pasado lunes 20 de julio. 

De la pampa a los Balcanes 

En el marco del festival Piano Piano, que se viene desarrollando en Centro Cultural Kirchner desde el pasado 3 de julio al 8 de agosto próximo, el jueves 16 hubo un doble programa dedicado al piano solista. En primera parte se presentó el argentino Adrián Iaies y, acto seguido, el serbio Bojan Zulfikarpasic, quien, radicado en Francia y acaso por motivos obvios, hace unos años simplificó su nombre artístico en “Bojan Z”. No podía tratarse de pianistas más disímiles, lo que, para gusto del público, se tradujo en una suerte de agradable complementariedad.

Iaies incluyó algunos standards del repertorio jazzístico, así como grandes lecturas de “La casita de mis viejos”, de Juan Carlos Cobián (uno de los compositores favoritos de Iaies) y de “Serenata para la tierra de uno”, de María Elena Walsh, además de piezas propias. En ese eclecticismo, en el abordaje de temas correspondientes a distintas especies interpretados como si se fueran todos de un mismo género está uno de los rasgos distintivos de Iaies, pianista que, acaso con mayor énfasis que muchos de sus compatriotas, ha sabido hacer de la forma canción una marca de fábrica. Sus inteligentes relecturas son casi siempre desconcertantes y, en muchas oportunidades –como el jueves con “My one and only love” y “Whisper not”– magníficos ejemplos de cómo es posible sacarle provecho desde una perspectiva diferente a bellísimos temas, abordados cientos de veces por otros músicos.

Terminada su actuación Iaies presentó a Bojan Z, quien sin solución de continuidad se instaló al piano. Miembro de una familia musulmana de origen bosnio, nació en Belgrado en 1968. Allí comenzó sus estudios de piano, que continuó en los Estados Unidos con Clare Fischer. Luego de haber cumplido con el ejército de la entonces Yugoslavia en una banda militar, se instaló en París en 1988. Allí además de integrar los grupos de Julien Lourau, Magic Malik, Henri Texier, Michel Portal, Nguyen Lê y Sylvain Beuf, entre muchos otros, comenzó una actividad como solista y líder de sus propios grupos, lo que le permitó grabar discos tan notables como Solobsession (2001), Xenophonia (2006) y el más reciente Soul Shelter (2012), que acaso destacan sobre el resto de su catálogo.

El virtuosismo de Bojan Z, su descomunal manejo del ritmo, la variedad de recursos –que incluyen una portentosa mano izquierda– y el aprovechamiento de las formas folklóricas de los Balcanes –que, en medio de su vértigo, curiosamente remitían a nuestro propio folklore– podrían haberse constituido en una demostración algo circense, si no hubiese mediado la necesidad de decir algo. Y Bojan Z dijo mucho y bien, poniendo el corazón al servicio de la música (fundamentalmente, varios temas del álbum Soul Shelter, así como un bellísimo vals del contrabajista Henri Texier, sin olvidar los restos de una rapsodia húngara que, contó, interpretaba su padre, deformándola cada vez que se sentaba al piano). Fue deslumbrante. Y si quedaban dudas, ahí estaba el tema de Duke Ellington, con el que Bojan Z cerró una noche increíble. 

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