miércoles, 3 de febrero de 2016

Jemeel Moondoc, Joe McPhee y Matthew Shipp en Arcueil

Situada a unos 2 km de París, Arcueil es otra de las comunas que integran el Val de Marne. Su nombre invoca los arcos construidos por los romanos para llevar agua a Lutecia en la antigüedad. Y fue precisamente debajo de esos arcos donde el Dr. Barreiro, su señora esposa y el fiel Fondebrider se perdieron cuando intentaban llegar al concierto que iba a desarrollarse en el Espace Jean Vilar, en la 1 rue Paul Signac. Y tanta precisión viene a cuento porque, luego de 40 minutos de espera en la estación Les Halles, se anunció por los parlantes que el R.E.R. (tren interurbano) estaba demorado por alguien que había decidido suicidarse en sus vías. Mientras esto ocurría, la gente iba aglomerándose en el andén (era hora pico) y el futuro se veía negro sardina. Finalmente, llegó el tren y todos entraron a presión (exactamente como si se tratara de la citada conserva) hasta que las estaciones fueron sucediéndose y la aglomeración, aumentando. Escupidos, que no descendidos del tren en Arcueil, Fondebrider procedió a preguntarle a una mujer dónde estaba el teatro, a lo que la mujer informó mal. Llegados a un callejón de terrible catadura, otra mujer a la que se le preguntó aumentó la confusión. Cuando todo auguraba lo peor, apareció una chica que informó que el Espace Jean Vilar estaba del otro lado de las vías, que había que desandar todo el camino hecho, etc. A cinco minutos de que empezara el show, los Barriero y Fondebrider retrocedieron hasta volver al punto de partida. Allí, la esposa de Barreiro (a la que para abreviar llamaremos Elsa) y Fondebrider se dedicaron científicamente a estudiar un plano del barrio, mientras el Dr. en perfecto castellano de San Isidro (o sea, con una papa parcialmente masticada en la boca) le preguntó a un señor polaco por el lugar, y éste último contestó en mal francés, que milagrosamente la mente afiebrada del Dr. tradujo para los demás. "¿Vieron? Y hablando apenas castellano", dijo triunfante. Y así fue como el Dr. Barreiro guío a la comitiva al Espace Jean Vilar, al que entraron en el preciso momento en que el show estaba por comenzar.



La primera parte estuvo a cargo del grupo liderado por Jemeel Moondoc (saxo alto), con Matthew Shipp (piano), Hilliard Greene (contrabajo) y Newman Taylor Baker (batería). Moondoc, nacido en Chicago en 1951, entró caminando como si tuviera una hernia de disco mal curada, con un sombrero de gnomo y una cara ad hoc, y subió con dificultad al taburete que le habían destinado para que descansara su minúscula humanidad. Y ahí se termina toda la ironía, porque lo que siguió fue un show absolutamente extraordinario, a cargo de un grupo francamente excepcional con un Moondoc en forma, para no hablar del resto del grupo.

Ahora bien, si uno cree haber visto grandes pianistas (y de hecho en el jazz hay muchos), Matthew Shipp (1960) es un prodigio de inteligencia, recursos y sutileza. Por su parte, Hillard Geene (1958), un veterano de Berklee que tocó con Steve Swell, Gebhard Ullmann, Barry Altschul, Dave Douglaqs, Klaus Kugel, Perry Robinson y Charles Gayle, entre otros, fue la columna vertebral del grupo y quien principalmente marcó los cambios de ritmo en una velada que, fuera de algún standard de Coltrane, estuvo principalmente dedicada al blues. Newman Taylor Baker (1943), integrante de los grupos de Billy Harper, Henry Threadgill, Billy Bang, Henry Grimes, Leroy Jenkins fue el acompañante ideal y, para sorpresa de los presentes, se dedicó a explorar la parte de abajo de la batería, tocando los tambores al revés y alternando las baquetas y escobillas... con cucharas de cocina. 

Esa primera parte fue tan buena que Fondebrider, que nunca exagera, le comentó al Dr. Barreiro que había sido uno de los mejores conciertos que recordaba haber visto. El Dr., que a pesar de haber averiguado que "¿Tocá jazz!" en francés se decía "Jouez jazz!" no tuvo que recurrir a su conocimiento de lenguas, estuvo de acuerdo. En el entreacto, antes de que ambos huyeran a ver los discos en el stand de Rogue Art especialmente dispuesto en el hall, tuvieron tiempo de documentar su paso por el Espace Jean Vilar con el claro objetivo de enviarle la foto a Guillermo Hernández, presente en espíritu, que no en su abultada humanidad de campera roja. 


La segunda parte del show fue muy interesante, pero, a pesar de la intensidad desplegaa, no pudo empardar lo que los emisarios de Minton's vieron en la primera parte. Se presentaba The Bridge, en su versión n| 11; vale decir, un grupo conformado por músicos estadounidenses y franceses, que, con distintas formaciones, se presenta dos veces por año en los Estados Unidos y dos veces en Francia. El grupo que tocó en el Espace Jean Vilar estaba integrado por Joe McPhee (saxo tenor y trompeta pocket), Daunik Lazro (saxo barítono), Joshua Abrams (contrabajo y guembri), Guillaume Séguron (contrabaja) y Chad Taylor (batería y m'bira). Tocaron un único tema, que les llevó algo así como una hora y cuarto, cuyos cambios estaban determinados sistemáticamente por la batería de Taylor.(para más datos, integrante del Chicago Undergroun Duo con Rob Mazurek, del trío de Marc Ribot y Henry Grimes, y acompañante de Dave Liebman, Fred Anderson, etc.). Tanto en la m'bira (instrumento de Camerún al que en castellano se suele llamar kalimba) como con su potente batería era el responsable de fijar la dirección que asumirían los saxos y los contrabajos. 

Por supuesto que el gasto mayor quedó a cargo de Joe McPhee quien, a sus 76 años, mostró una forma francamente envidiable. La naturaleza hímnica de todo lo que tocaba hacía pensar en Albert Ayler y su discurso en todo momento era perturbado por las frecuentes intervenciones de Daunik Lazro, también influido por Ayler y frecuente colaborador de Saheb Sarbib, George Lewis, Jean-Jacques Avenel, etc. Por su parte, Abrams, uno de los contrabajistas estadounidenses más importantes de la actualidad y Séguron, discípulo de Jean-Francois Jenny Clark, tuvieron espacio suficiente para hacer diversos dúos con y sin arco.

En un momento especialmente denso de la interpretación, el Dr. Barreiro le preguntó a Fondebrider: "¿Cómo se decía 'Tocá'?". Pero aparentemente la cosa no fue para tanto porque un cambio de atmósfera hizo que prestara atención y comentara lo bueno que era el baterista.

Terminado el show, los Barreiro y Fondebrider buscaron la estación del R.E.R. y volvieron a París. Ellos bajaron en Saint-Michel. Fondebrider siguió hasta la Gare du Nord. Todos se perdieron en la llovizna que, como todas las noches, caía sobre París.






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