“El concierto con el que la contrabajista mostró el material
de su más reciente disco, Radio Music Society, terminó cayendo en un exceso de
virtuosismo que lindó con el mero aburrimiento”, escribe Diego Fischerman, en su nota de Página
12, publicada en el día de hoy.
Demasiadas confituras
Por momentos parece una de esas
niñas prodigio, tan talentosas como incontinentes, que no pueden parar de
hablar y, como diría un tío de barrio, de presumir. Esperanza Spalding es una
notable contrabajista, canta con afinación asombrosa las melodías más intrincadas
y lo hace con swing, compone sus temas, tanto la música como la letra, y dirige
una banda sumamente sólida. En el primer tema asombra, en el segundo apabulla y
para cuando promedia el concierto ya se ha escuchado lo mismo muchas veces y
queda poco más que aburrimiento.
En su tercera visita a Buenos
Aires –la primera, en 2007, había sido con el Niño Josele y el año siguiente ya
había llegado con su propia banda–, Spalding presentó casi completo su álbum
más reciente, Radio Music Society, de donde provino todo su material, salvo los
dos bises, “Precious” y “I Know that you Know”, pertenecientes al disco
Esperanza, y el inicial, “Us”, donde literalmente presenta al “no-sotros” que
la acompaña, con solos de varios de sus integrantes. Melodías quebradas y
angulares, un poco en la vena de aquellas canciones que Flora Purim y, más
tarde, Gayle Moran cantaban en el viejo y buen Return To Forever, comentarios
del bajo y solos entre los que se destacaron los que estuvieron en manos de la
saxofonista Tia Fuller, fueron las piezas con las que se montaron cada una de
las canciones. Sin variedad dinámica ni expresiva, la casi continua exhibición
de virtuosismo vocal –dentro de la que merece especial mención Chris Turner, un
cantante especialmente dotado– acabó semejándose a un postre con sucesivas –e
interminables– capas de crema, confituras y merengue. En todo caso podría
pensarse que para Spalding permanece en el misterio la tenue división entre la
dulzura y el empalago.
Mezclando palabras en inglés y
español tarzánico –Spalding, a pesar de su nombre, que su madre eligió para
homenajear a una amiga, no desciende directamente de hispanoparlantes–, la
artista habló de amores perdidos (“mucho sonrisa, mucho maraviia, ahora mucho
dolor”), de los reyes (“una clase de hombres que lo puedes tener sentado a tu
lado, que pueden no tener oro ni castel pero tienen corazón de reies”) y, sobre
todo, de que no era necesario hablar y de que la música se explicaba por sí
sola. A pesar de eso habló y, además, llenó sus canciones de palabras.
Desfilaron “Hold on me”, “I Can’t Help it” y “Smile Like that”, entre otras,
hasta llegar a “Radio Song”, que abre el disco y aquí fue elegida como cierre.
Improvisando sobre los textos –a diferencia del scat clásico, que lo hace sobre
sílabas sin significado específico–, Esperanza Spalding fue del agudo al grave
y del grave al agudo, pero con intensidad y tempo invariable. Una banda que
logra una singular cohesión en los tramos colectivos y que consigue sus mejores
momentos cuando sus bronces se acercan al coral, la acompaña con eficiencia,
aunque no demasiada pasión. Los solos dan la sensación de ser repetidos con
prolijidad estudiantil más que con espíritu de riesgo y, eventualmente, faltó
esa sensación de salto al vacío sin la cual el jazz se convierte en su
caricatura. Tal vez –a veces sucede– las capas de confitura fueran necesarias
para ocultar la nada.
He visto dos veces a Esperanza en Barcelona y literalmente me emocionó hasta las lágrimas. Me sorprende mucho tu artículo.
ResponderEliminarDiscrepo totalmente con este artículo. La fui a ver la última vez que vino y me pareció excelente.
ResponderEliminarEn razón de la política de este blog de no publicar comentarios anónimos, señalamos que el que precede a este comentario fue enviado por Ignacio Freiberg.
ResponderEliminarCualquiera esta reseña, el show fue tremendo, estuve ahi! Speranza es una artista completa digna de envidia. Los famosos malditos criticos de la musica de siempre....no tienen ni idea lo que es tocar un instrumento y lanzan al aire predicas, desde un lugar de "sabiondos" musicales...por favor!
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