sábado, 22 de agosto de 2015

El último disco de Chris Potter, según el señor González

Una reseña de Jonio González, aparecida en Cuadernos de Jazz, de mayo de 2015, a propósito del último disco de Chris Potter.

CHRIS POTTER UNDERGROUND ORCHESTRA
IMAGINARY CITIES

Chris Potter (st, ss, cl-b),
Adam Rogers (g),
Craig Taborn (p),
Steve Nelson (vib, marimba),
Fima Ephrom (b-el),
Scott Colley (b),
Nate Smith (bat),
Mark Feldman, Joyce Hammann (vln),
Lois Martin (viola),
David Eggar (chelo)

Nueva York, diciembre de 2013
ECM 2387

Basta abrir el cuadernillo del último disco de Chris Potter para saber con qué va a encontrarse el oyente. Ni un dato más allá de títulos de temas y los nombres de quienes intervienen. Ni un atisbo de presentación u opinión crítica. No hacen falta explicaciones cuando se trata de ECM. Y, en efecto, Imaginary Cities es puro sonido Eicher, y para la mayoría de críticos lo mejor que el saxofonista de Chicago ha hecho en mucho tiempo. Para ello Potter ha echado mano de su grupo Underground (Taborn, aquí en piano acústico, Smith, Rogers) y le ha sumado un cuarteto de cuerdas encabezado por Mark Feldman, el vibráfono y la marimba de Steve Nelson, el contrabajo de Scott Colley y el bajo eléctrico de Fima Ephron, con lo cual queda clara la intención de ganar en armonías, texturas, colores y atmósferas respecto del anterior, y en muchos aspectos notable, The Sirens (ECM, 2013), y alejarse de la etapa “eléctrica” de discos como Underground (Sunnyside, 2003) o Ultrahang (ArtistShare, 2009).


Imaginary Cities es, no diremos previsiblemente, puro jazz de cámara que gira en torno a la suite homónima en cuatro movimientos de la que el propio Potter es autor, como lo es de los otros cuatro temas del disco. Son estos movimientos que, si bien parecen dirigirse en una misma dirección, acumulando ideas, dispersándolas, reuniéndolas y redimensionándolas, se diferencian por sus tensiones internas entre instrumentos (básicamente Potter y un sobresaliente Rogers, para mi gusto uno de los mejores y más personales guitarristas de jazz de la actualidad) y entre estos y la sección de cuerdas. De la introspección al arrebato, de la balada a la disolución, de lo climático a lo ponderado, con ecos de Bartók, según algunos, y sobre todo, en mi opinión, de George Russell en lo que a reflexionar sobre los procedimientos se refiere, el sonido de Potter marca siempre la pauta a quien debe complementarlo o refutarlo, sorprendiendo al oyente como si lo pautado fuese fruto de la pura intuición.

Una obra, pues, que sobre un trasfondo sonoro de una pulcritud cuasiaséptica reconocible y hasta esperada, revela un impulso exploratorio intenso, seguro, proyectivo, que sólo depende de su creador y, quizá, su productor.

domingo, 16 de agosto de 2015

63rd ANNUAL DOWNBEAT CRITICS POLL WINNERS

​​A pesar de lo devaluada que está la Down Beat, siempre da un poco de curiosidad saber por dónde andan los críticos. Por eso, se reproduce a continuación la última encuesta realizada, que se publicó en el número correspondiente a julio de este año. Así son las cosas.

Lee Konitz


Hall of Fame: Lee Konitz 

Veterans Committee Hall of Fame: Muddy Waters 

Jazz Artist: Vijay Iyer 

Jazz Album: Rudresh Mahanthappa, Bird Calls (ACT)

Historical Album: John Coltrane, Live At Temple University (Impulse!/Resonance)

Jazz Group: Vijay Iyer Trio 

Big Band: Darcy James Argue’s Secret Society

Trumpet: Ambrose Akinmusire

Trombone: Steve Turre

Soprano Saxophone: Wayne Shorter

Alto Saxophone: Rudresh Mahanthappa
Nicole Mitchell
Tenor Saxophone: Joe Lovano 

Baritone Saxophone: Gary Smulyan

Clarinet: Anat Cohen

Flute: Nicole Mitchell

Piano: Kenny Barron 

Keyboard: Robert Glasper 

Organ: Joey DeFrancesco 

Brian Blade
Guitar: Bill Frisell

Bass: Christian McBride

Electric Bass: Stanley Clarke 

Violin: Regina Carter

Drums: Brian Blade 

Percussion: Zakir Hussain 

Vibraphone: Gary Burton 

Maria Schneider
Miscellaneous Instrument: Erik Friedlander (cello)

Male Vocalist: Gregory Porter

Female Vocalist: Cécile McLorin Salvant 

Composer: Maria Schneider 

Arranger: Maria Schneider 

Record Label: ECM

Producer: Manfred Eicher

Blues Artist or Group (tie): Gary Clark Jr. and Buddy Guy

Blues Album: Gary Clark Jr., Live (Warner Bros.)

Beyond Artist or Group: D’Angelo

Beyond Album: D’Angelo and The Vanguard, Black Messiah (RCA)


The Cookers
RISING STAR WINNERS
Rising Star–Jazz Artist: Steve Lehman 
Rising Star–Jazz Group:
 The Cookers 
Rising Star–Big Band:
 Jason Lindner Big Band 
Rising Star–Trumpet:
 Kirk Knuffke 
Rising Star–Trombone:
 Ryan Keberle    
Rising Star– Soprano Saxophone: Ingrid Laubrock
David Virelles
Rising Star–Alto Saxophone: Steve Lehman 
Rising Star–Tenor Saxophone: Melissa Aldana 
Rising Star–Baritone Saxophone (tie):
 Chris Cheek and Brian Landrus 
Rising Star–Clarinet:
 Chris Speed
Rising Star–Flute:
 Erica von Kleist 
Rising Star–Piano:
 David Virelles 
Rising Star–Keyboard (tie):
 George Colligan and Jamie Saft 
Rising Star–Organ:
 Jamie Saft 
Rising Star–Guitar:
 Michael Blum 
Rising Star–Bass:
 Ben Williams 
Anouar Brahem
Rising Star–Electric Bass:
 Tarus Mateen 
Rising Star–Violin:
 Carla Kihlstedt 
Rising Star–Drums:
 Tyshawn Sorey 
Rising Star–Percussion:
 Giovanni Hidalgo 
Rising Star–Vibraphone:
 Bryan Carrott 
Rising Star–Miscellaneous Instrument:
 Anouar Brahem (oud) 
Rising Star–Male Vocalist:
 Allan Harris 
Rising Star–Female Vocalist:
 Cyrille Aimée
Rising Star–Composer:
 Rudresh Mahanthappa 
Rising Star–Arranger:
 Arturo O’Farrill 
Rising Star–Producer: Dave Douglas


jueves, 6 de agosto de 2015

Jonio González escribe desde España

Probablemente quien más y mejor hace por la difusión del jazz argentino en España, Jonio González acaba de publicar la siguiente nota en la revista Cuaderno de Jazz del mes de agosto.

El jazz que llega de Argentina

El jazz que nos llega de Argentina está tan lleno de sorpresas como de (crecientes) certezas. Voces que reafirman su calidad, otras que se afianzan y por fin las que se abren paso a fuerza de sensibilidad y trabajo. De ellas hemos recibido recientemente unas cuantas muestras, todas desde Buenos Aires y Rosario, al parecer las ciudades (junto con La Plata, aunque en menor medida) donde se desarrolla la mayor parte de la vida jazzística del país.


Adrián Iaies Drumless Trio
Cada mañana te trae
Adrián Iaies (p), Juan Manuel Bayón (b), Mariano Loiácono (tr)
Rosario, Argentina, agosto de 2014
20 Misas


Ernesto Jodos
Actividades constructivas
Ernesto Jodos (p)
Rosario, Argentina, agosto de 2014
Blue Art BARCD-169

Guillermo Bazzola
Hora libre
Guillermo Bazzola (gt), Ernesto Jodos (p), Rodrigo Domínguez (st, sa, ss), Juanma
Barroso (bt)
Buenos Aires, mayo de 2005
Blue Art BARCD-164

Hernán Mandelman
Reflexiones en verano
Hernán Mandelman (bat, perc), Natalio Sued (st), Juan Cruz de Urquiza (tp), Rodrigo
Domínguez (sa), Sebastián de Urquiza (b), Francisco Lo Vuolo (p)
Buenos Aires, 2014
Blue Art BARCD-168

Guillermo Roldán Trío
Nuclear
Tatiana Castro Mejía (p), Hernán Rodríguez (bt), Guillermo Roldán (b)
Buenos Aires, marzo de 2014
Autoeditado. compra 









Comencemos por un pianista bien conocido por el público español, Adrián Iaies, que en Cada mañana te trae opta por la fórmula drumless trio, con Juan Bayón en contrabajo (gran trabajo el suyo, no sólo sosteniendo sino impulsando y tendiendo puentes) y su viejo conocido Mariano Loiácono, con quien ya colaboró en Small Hours, Late at Night (20 Misas, 2013) y Melancolía (20 Misas, 2012), un trompetista que no ha parado de crecer, dueño del mesurado vigor de Clifford Brown, la melódica serenidad de Miles Davis y un conocimiento de su instrumento y de los arcanos del swing absolutamente propios. Iaies, cuyas composiciones suenan cada vez más clásicas (por concepción, por estructura, por poder melódico), saca todo el provecho posible de la elasticidad y los espacios que genera la ausencia de batería y prioriza, con un sonido de singular pureza, tanto el poder de la melodía como la interacción con sus compañeros, generando silencios complementarios, climas secretos, desplazando el centro del discurso hasta hacerlo adquirir por momentos una triple voz conjunta. Sin duda, uno de los mejores trabajos de Adrián Iaies en su fructífera carrera (y uno de los que más blues contiene) y la constatación, por si hacía falta, del talento de Loiácono y Bayón. 


El también pianista Ernesto Jodos, por su parte, vuelve a grabar sin acompañamiento más de diez años después de su anterior y primer disco en solitario (Solo, BlueArt, 2004). Si en Iaies el silencio cumple una cierta función de ceñir la melodía, en Jodos viene a ser el hilo en que se van ensartando, sin premura, como destiladas, las notas que constituyen la esencia de cada uno de los doce temas, todos de él mismo, que conforman Actividades constructivas, su último trabajo. Contrariamente a lo que podría pensarse, Jodos no deconstruye la melodía a la manera de un Ethan Iverson, por hablar de un pianista de su generación (de hecho, tienen la misma edad), sino que busca sus diversos núcleos, los ubica, los analiza, los confronta, especula con ellos y los devuelve al mismo lugar musical en un proceso literalmente fascinante en el que avanza a medida que profundiza, en la línea del mejor Bill Evans. 


Jodos interviene asimismo en el último disco del guitarrista, afincado desde hace más de diez años en Madrid, Guillermo Bazzola, Hora libre, pero esta vez ante los teclados de un Hammond. A ambos se suman el saxofonista, también argentino, Rodrigo Domínguez (en cuyo primer álbum, Tonal, lanzado por BAU en 2004, Jodos tocaba, precisamente, el órgano eléctrico) y el baterista madrileño Juanma Barroso (cuyo último trabajo, Nairi -Big Music, 2012-, es altamente recomendable). Bazzola, que probablemente sea hoy mismo el guitarrista más interesante de la escena jazzística española, grabó este disco en 2005, incluyendo nueve temas de su autoría de los diez que lo componen, decidido a profundizar, en sus palabras, en las coincidencias tímbricas de guitarra y órgano así como en las posibilidades de la mayor laxitud de las líneas de bajo. De ello es excelente muestra un disco lleno de potencia y a la vez sutilezas, mucho swing y en el que, con una coherencia extraordinaria, se invita al oyente a recorrer un camino que comienza con ecos bop y concluye con alusiones a la mejor fusión tras tocar puertos que remiten al blues o (lógicamente) el soul jazz sin eludir, incluso, ciertas pinceladas ácidas. A todo ello contribuye, en primer lugar, la refinada y serena sensibilidad de Bazzola, pero también un Jodos de una delicadeza y musicalidad extraordinarias, un Domínguez robusto como se espera de un saxo que acompaña a un Hammond y un Barroso contundente y efectivo. 


Del baterista y compositor bonaerense Hernán Mandelman, este cronista recuerda su feliz intervención en Amistad (BlueArt, 2008), un disco de extraordinaria intensidad y madurez (sobre todo si se considera la edad de los músicos) en el que se planteaba una interesante reelaboración del lenguaje bop. Ahora, enReflexiones en verano (tercer disco de Mandelman a su nombre), son nuevamente de la partida Rodrigo Domínguez en saxo alto, Natalio Sued en tenor y el propio Mandelman, mientras que Sebastián Urquiza reemplaza a Franck Oberson en contrabajo y se suman dos pesos pesados de la escena jazzística argentina, el excelente Juan Cruz de Uquiza en trompeta y Francisco Lo Vuolo, posiblemente el pianista de su país con un dominio más profundo del lenguaje jazzístico clásico. Pero si en el citado Amistad, ninguna de las composiciones era de Mandelman, en éste lo son todas, y ellas revelan una concepción musical más estructurada y clara si se quiere.Reflexiones... es un claro ejemplo de búsqueda rigurosa de los límites del lenguaje del jazz que se traduce en unos logros armónicos y melódicos ciertamente memorables. 

Distinta, pero no opuesta, parece la búsqueda del bajista Guillermo Roldán en Nuclear, secundado por la incisiva y un punto sigilosa colombiana Tatiana Castro Mejía en piano y Hernán Rodríguez en batería. Nuevamente nos hallamos ante lo que ya suena a tópico: músicos jóvenes con unos conocimientos y talento para llevarlos a la práctica que no dejan de sorprender. Pero no es sólo conocimiento, sino plena consciencia del material con que se trabaja. Al contrario que en los casos anteriores, donde el noventa y nueve por ciento de los temas están compuestos por los líderes de las distintas formaciones, aquí nos encontramos con dos temas de Monk, otros tantos de Ornette Coleman y uno de Paul Motian, además de uno improvisado que nos remite a lo que escribiera Geoff Dyer a propósito de Mingus, para quien no había diferencia entre composición e improvisación. La maestría de estos tres músicos al respecto queda reflejada en el tratamiento a que someten el tema improvisado, Hombre lobo, y el Epistrophy de Monk: de lo que se trata, en realidad, no es de efectuar relecturas desde cierta estrategia musical, sino de llevar a cabo lecturas capaces de dar con otros significados posibles

martes, 4 de agosto de 2015

Las razones de por qué Craig Taborn tocó como tocó en Buenos Aires

Alertado de la venida de Craig Taborn a la Argentina, el núcleo duro de Minton's procedió rápidamente. El viernes previo a los conciertos del fin de semana, en connivencia con el productor del ciclo Piano Piano, el pianista fue sustraído de su hotel y llevado a la disquería de Guillermo Hernández, donde fue psicológicamente preparado para lo  que vendría.


Una vez en el Gran Buenos Aires, el dueño de casa (a quien, por razones de seguridad, de ahora en más llamaremos Sr. M), le mostró a Craig Taborn lo que iba a poner sobre las brasas con el objeto de homenajearlo.

El diligente Sr. M., acto seguido, procedió a atizar el fuego, sin por ello pasmarlo, mientras el pianista estadounidense comenzaba a entender un tanto más en qué consistía la argentinidad.


Luego, en el interior de la vivienda, el Sr M. en forma conjunta con el Sr. J. (que en la foto sostiene la botella) procedieron, ante la mirada vigilante de Guillermo Hernández, a iniciar al joven pianista en las bondades de nuestras cepas, con explicaciones que habrían hecho palidecer a Miguel Brascó, si todavía estuviese vivo. 

(Nota 1: No fue posible registrar las palabras evocadas por el Sr. J en su explicación, pero su expresión parece plausible. Tampoco queda claro si la actitud de rezo de Hernández está vinculada a su deseo de que el Sr. J. se llame a silencio.

Así las cosas, 
algunos comensales, como Carri
estuvieron de alegre palique con el invitado.

Otros, como el Sr. MC, manifestaron un vehemente deseo de fotografiarse con la celebridad venida del norte. 


Lo mismo ocurriócon el Sr. A. y el Dr. B, quienes no dudaron en posar ante las cámaras, uno sabiéndose autorizado por los años que llevaba escuchando free jazz y el otro, de puro contento por no estar haciendo campaña política, por más que a ello lo obligara su conciencia de militante. 

Con todo, en otro rincón del salón, y haciendo caso omiso a todo lo que no fuera su satisfacción inmediata, Guillermo Hernández mordía rabiosamente una costillita de cerdo, compitiendo en gula con el célebre y hambriento crítico musical D.F., quien, hueso en ristre, amenaza, ante la mirada atenta del Sr. S y del Sr. J., con vaya a saber uno qué atonalidades.


Mientras tanto, solo y en las sombras, el Sr. Carlos Melero amenizaba la reunión y hacia gala de su talento como pianista.

Nota 2: Dos días más tarde, cuando los mismos comensales entraron al camerino de Taborn para felicitarlo por lo que había sido un concierto realmente increíble, él aclaro que buena parte de la energía con la que había tocado había sido previamente adquirida en el asado del Sr. M.
Dicho lo cual, se le prometió mollejas para cuando venga con William Parker.

lunes, 27 de julio de 2015

Craig Taborn dio dos conciertos en Buenos Aires que estarán entre lo mejor del año

Craig Taborn se presentó los días 25 y 26 de julio, acompañado en la primera parte por dos de los mejores pianistas de jazz argentinos: Francisco LoVuolo y Ernesto Jodos, respectivamente. Sus conciertos, que seguramente se cuentan entre lo mejor que tendrá este año, ya son recuerdo, uno de esos increíbles recuerdos que dejan las grandes actuaciones y que, seguramente, van a perdurar en la memoria durante muchísimo tiempo. La siguiente entrevista, realizada por Jorge Fondebrider, salió en el diario La Nación el sábado mismo del primero de los dos conciertos.

 “Nada más que música”

Craig Taborn es uno de los invitados internacionales que llega a Buenos Aires para presentarse en el marco del festival Piano Piano, que, con curaduría del brasileño Benjamin Taubkin, está teniendo lugar en el Centro Cultural Kirchner, desde 3 de julio al 8 de agosto de este año. Cuando se le pregunta si alguna vez estuvo en Sudamérica, Craig Taborn responde a La Nación –que tuvo oportunidad de conversar con él pocos días antes de su llegada– que sólo estuvo en Chile, integrando el grupo del trompetista Ralph Allesi, y en Brasil, con el contrabajista Dave Holland. Interrogado sobre si va a presentarse acompañado o solo responde: “Va a ser un solo piano”.
–¿Es ése el formato que prefiere?
–En realidad, no tengo un formato preferido. Tocar solo supone un tipo de presentación particular: no hay nadie que responda a las ideas de uno ni tampoco a quien responderle, por lo tanto se crea un mundo enteramente propio y toda la responsabilidad es de uno. Tocar con otros implica fundamentalmente oír para poder responder y, a la vez, proponer. Son distintos tipos de desafío. A mí me gustan todos los contextos.

Hay sobradas pruebas de que es así. En 1994 James Carter hizo su debut con JC on the Set, un álbum que lo revelaba como uno de los más notables saxofonistas de ese momento. En su grupo estaban el pianista Craig Taborn, el contrabajista Jaribu Shahid y el baterista Tanni Tabal, quienes, ese mismo año, registrarían bajo el nombre del pianista Craig Taborn Trio, un disco al que, en años posteriores y con otras formaciones, Taborn –nacido en Minneapolis, Minnesota, en 1970, pero radicado en Nueva York– sumaría Light Made Lighter (2001), Junk Magic (2004) y, para el sello ECM, Avenging Angel (2011) y Chants (2012). Se trata, en apariencia, de muy poco para un pianista, considerado en la actualidad como uno de los más importantes de la actualidad. Hay, con todo, otros datos que conviene considerar: a lo largo de todos esos años, Taborn integró diversos grupos, como el Chris Potter’s Underground, Drew Gress’ 7, Farmers by Nature –con contrabajista William Parker–, la Innerzone Orchestra, los grupos de Tim Berne –Hard Cell y Science Friction– el Mat Maneri Quartet, el Michael Formanek Quartet, Roscoe Mitchell & the Note Factory, Chris Lightcap’s Bigmouth, Rob Brown Trio, Nicole Mitchell’s Sonic Projection, el Susie Ibarra Trio, una de las últimas formaciones de Dave Holland, un grupo con Brill Frisell, etc. Con la mayoría grabó discos, pero también lo hizo con Lotte Anker, Louis Sclavis, Scott Colley, David Torn, David Binney y muchos otros artistas. Luego, se ha presentado en todo el mundo con las más diversas formaciones, conquistando una notoriedad que le ha valido la atención de la crítica y el público.

–Recorriendo su discografía, salta a la vista que ha pasado por las propuestas más diversas?
–Supongo que la clave está en la manera en que uno se acerca a la música. Trato de mantenerme abierto. Parte de mi trabajo consiste en exponerme a diferentes tipos de intérprete y descubrir qué puedo aportar yo a la música que se me propone. Por supuesto que, a medida que pasa el tiempo, uno va forjando un estilo, pero me parece saludable forzarlo a ver qué pasa en diferentes situaciones.

–Imagino que debe haber un límite.
–No estoy seguro. Miré, yo vengo exponiéndome a muchos tipos de música distinta desde muy joven. Nunca privilegié a ninguna como mi favorita.

–En el caso de sus propias composiciones, uno nunca está del todo seguro de si se trata de jazz o de música contemporánea. Un par de años atrás, durante su gira europea con el pianista Vijay Iyer los dúos de piano que presentaron parecían inclinar la balanza para el lado contemporáneo.
–Cuando uno hace música improvisada no necesariamente piensa en términos clasificatorios que, tiendo a pensar, son una cuestión de marketing. No creo que me corresponda ocuparme de esas cosas. Personalmente, no estoy demasiado interesado en saber qué música es la que hago. Se trata nada más que de música y ahí termina todo. La única distinción que haría depende del contexto del concierto. Eso, en más de una oportunidad, determina el tipo de improvisación que sigue. En ocasiones, podrá identificarse con lo que tradicionalmente llamamos “jazz”. Pero, a veces, es otra cosa. No sé si tiene sentido ponerse a adivinar qué cosa es. Le aseguro que con Vijay no nos pusimos a pensar nada de esto. Simplemente nos sentamos y nos pusimos a tocar.

–Brad Mehldau y Eric Reed nacieron, como usted, en 1970. Vijay Iyer en 1971. Son de una misma generación, pero, sin embargo, da la impresión de que sus “bibliotecas” son muy distintas…
–Me imagino que nos relacionamos con distintas genealogías y que, por lo tanto, estudiamos cosas diferentes.

–En su caso particular, uno puede imaginarse a pianistas como Cecil Taylor, Andrew Hill, Muhal Richard Abrams, Matthew Shipp…
–Sumaría a esa lista a Don Pullen y, más cerca en el tiempo, a Geri Allen…

–¿Por qué esos nombres?
–Por la forma de encarar la composición. Todos ellos son parte de una tradición que deberíamos remontar a Duke Ellington y a Thelonious Monk; vale decir, pianistas que componen prestándole atención al piano, a las múltiples posibilidades que ofrece ese instrumento. La composición en ellos suena a improvisación y la improvisación es siempre una composición. Eso los diferencia de otros  pianistas que buscan para el piano lo que por ejemplo ofrecen los bronces o las cañas.

–¿Hay un denominador común en los nombrados?
–En casi todos, la cosa pasa exclusivamente por el piano. Ahora bien, que la mayoría de los pianistas que nombró estén identificados con un cierto tipo de jazz más vinculado al free, no significa que no vaya a considerar a melodistas como Keith Jarrett, que es un gran pianista.

–Noto que establece una diferenciación entre compositor y pianista.
–En los casos de Thelonious Monk y de Andrew Hill importa más la composición. Hay que escucharlos para aprender y después hay que despegarse porque se corre el riesgo de terminar imitándolos y ellos no admiten imitaciones. El problema –y el desafío– es cómo hacer para no tenerlos presentes cuando se interpretan sus composiciones.

–Cambiando de tema, da la impresión de que después de una época muy conservadora, como los años noventa, con su vuelta al bebop y a otros estilos museológicos, en los últimos años hay una cierta voluntad de pasar a otra cosa. ¿Es realmente así?
–Hoy hay mucha más gente tocando jazz que antes. A través de las escuelas, los jóvenes dominan los instrumentos y los estilos del pasado relativamente rápido. Y eso, antes, no pasaba. La escena del jazz se ha multiplicado exponencialmente. Los estilos anteriores probablemente sobreviven como alternativa comercial de la que se nutre la nostalgia. ¡Los músicos tienen que comer! Pero después, uno ve a esos mismos músicos tocando otras cosas que se relacionan más con el presente. Y eso pasa en todas partes, tanto en los Estados Unidos como en Europa e, imagino, también en Sudamérica. Supongo que la variedad no le hace mal a nadie, ¿no?




miércoles, 22 de julio de 2015

Adrián Iaies y Bojan Z en el Centro Cultural Kirchner

La siguiente reseña del concierto de Adrián Iaies y Bojan Z, firmada por Jorge Fondebrider, fue publicada por el diario La Nación, de Buenos Aires, el pasado lunes 20 de julio. 

De la pampa a los Balcanes 

En el marco del festival Piano Piano, que se viene desarrollando en Centro Cultural Kirchner desde el pasado 3 de julio al 8 de agosto próximo, el jueves 16 hubo un doble programa dedicado al piano solista. En primera parte se presentó el argentino Adrián Iaies y, acto seguido, el serbio Bojan Zulfikarpasic, quien, radicado en Francia y acaso por motivos obvios, hace unos años simplificó su nombre artístico en “Bojan Z”. No podía tratarse de pianistas más disímiles, lo que, para gusto del público, se tradujo en una suerte de agradable complementariedad.

Iaies incluyó algunos standards del repertorio jazzístico, así como grandes lecturas de “La casita de mis viejos”, de Juan Carlos Cobián (uno de los compositores favoritos de Iaies) y de “Serenata para la tierra de uno”, de María Elena Walsh, además de piezas propias. En ese eclecticismo, en el abordaje de temas correspondientes a distintas especies interpretados como si se fueran todos de un mismo género está uno de los rasgos distintivos de Iaies, pianista que, acaso con mayor énfasis que muchos de sus compatriotas, ha sabido hacer de la forma canción una marca de fábrica. Sus inteligentes relecturas son casi siempre desconcertantes y, en muchas oportunidades –como el jueves con “My one and only love” y “Whisper not”– magníficos ejemplos de cómo es posible sacarle provecho desde una perspectiva diferente a bellísimos temas, abordados cientos de veces por otros músicos.

Terminada su actuación Iaies presentó a Bojan Z, quien sin solución de continuidad se instaló al piano. Miembro de una familia musulmana de origen bosnio, nació en Belgrado en 1968. Allí comenzó sus estudios de piano, que continuó en los Estados Unidos con Clare Fischer. Luego de haber cumplido con el ejército de la entonces Yugoslavia en una banda militar, se instaló en París en 1988. Allí además de integrar los grupos de Julien Lourau, Magic Malik, Henri Texier, Michel Portal, Nguyen Lê y Sylvain Beuf, entre muchos otros, comenzó una actividad como solista y líder de sus propios grupos, lo que le permitó grabar discos tan notables como Solobsession (2001), Xenophonia (2006) y el más reciente Soul Shelter (2012), que acaso destacan sobre el resto de su catálogo.

El virtuosismo de Bojan Z, su descomunal manejo del ritmo, la variedad de recursos –que incluyen una portentosa mano izquierda– y el aprovechamiento de las formas folklóricas de los Balcanes –que, en medio de su vértigo, curiosamente remitían a nuestro propio folklore– podrían haberse constituido en una demostración algo circense, si no hubiese mediado la necesidad de decir algo. Y Bojan Z dijo mucho y bien, poniendo el corazón al servicio de la música (fundamentalmente, varios temas del álbum Soul Shelter, así como un bellísimo vals del contrabajista Henri Texier, sin olvidar los restos de una rapsodia húngara que, contó, interpretaba su padre, deformándola cada vez que se sentaba al piano). Fue deslumbrante. Y si quedaban dudas, ahí estaba el tema de Duke Ellington, con el que Bojan Z cerró una noche increíble.