miércoles, 22 de octubre de 2014

Shocron, Jodos y Iaies en un ciclo especial de pianistas en Lomas de Zamora

Complejo Cultural Banfield Teatro Ensamble

Ciclo Jazz Ensamble. 
Especial pianistas

El ciclo Jazz Ensamble cierra su temporada 2014 junto a tres reconocidos pianistas argentinos que presentan sus últimos trabajos discográficos. Auspiciado por pianos  Bluthner.

2/11, 21 hs. Paula Shocron. Piano solo.




9/11, 21 hs. Ernesto Jodos. Piano solo.



16/11, 21 hs. Adrián Iaies dúo (con Juan Bayón)




Bono: $ 80 / estudiantes y jubilados $ 60
* * *
Complejo Cultural Banfield Teatro Ensamble 
Larrea 350, Lomas de Zamora 
Informes 4392-2011 / 4243-0928 
Reservas www.teatroensamble.com.ar 
banfield@teatroensamble.com.ar


martes, 16 de septiembre de 2014

Ernesto Jodos tiene nuevo disco para noviembre


Publicada sin firma en Clarín, del 16 de septiembre, una entrevista con Ernesto Jodos, donde se anticipa el material de su próxima disco de piano solo.

“Tengo que seguir estudiando”

Una atmósfera de sencillez se respira en la casa del pianista Ernesto Jodos, un artista fiel a su propia experiencia y que viene construyendo su camino sobre dos principios: talento y trabajo. Acaba de terminar su segundo disco de piano solo, aún sin título, que saldrá en noviembre por el sello Blue Art, de Rosario. “Fue un proyecto que venía postergando hasta que dije: es el momento. Y me siento conforme con la música grabada. Fue una experiencia interesante porque no hice standards, si no cinco composiciones mías y cinco piezas improvisadas”, señala el pianista a Clarín.

“La grabación fue en la casa del pianista clásico Alexander Panizza. Se armó un estudio de grabación muy prolijo y además tiene dos pianos. Eso también colaboró para la fluidez de este trabajo”, añade. Mientras desde lo alto de la discoteca vigilan dos Premios Gardel, ganados por el tributo a Lennie Tristano y por Jardín seco, ambos grabados para Sony.

Son pocos los músicos que hacen un disco de piano solo sin recurrir a los standards.

Ya lo hice en mi primer disco. No me resulta interesante invertir dinero en grabar standards. Sentía también que no tenía mucho que decir con ese material. No ahora; en cambio quería desarrollar algunas ideas sobre composiciones propias que, incluso, venía haciendo con el cuarteto y encontré que sonaban bien con el piano. Tienen algo “cancionístico” y que ayuda a la hora de ser tocadas.
¿Qué discos de piano solo son tus preferidos?

De años atrás nombraría cuatro Facing You, de Keith Jarrett; Open, to Love, de Paul Bley y las Improvisations I y II, de Chick Corea, todos editados por ECM. Creo que estos artistas cambiaron el enfoque sobre el piano solo. De los recientes, encuentro dos, el de Aaron Sparks y el de Craig Taborn.

Sobre su tarea como compositor explica que no desarrolla una rutina. “Todos tenemos tiempos distintos y no soy de sentarme diariamente a escribir. Es por momentos, por días, por épocas”.

Con catorce discos editados, Jodos es uno de los referentes que tiene el jazz en la Argentina y su música parece sonar algo adelante en la escena local. “Por un lado están los standards, que es un material siempre interesante para tocar e investigar. Sin embargo, mis preferencias están orientadas a escribir música original. Se podría decir que intento componer música en la cual las improvisaciones no se separen de la parte escrita, que tengan una relación absoluta una con otra”, expresa el pianista autor de la música del documental de Julio Cortázar Esto lo estoy tocando mañana, recientemente, estrenado en La Usina del Arte.

Pregunta ineludible. ¿Cómo sentís que está la escena actual?
–En términos musicales está muy bien, aunque hay escasos lugares para tocar.

¿Participás de jam sessions?
–No. Más bien hay sesiones en casas con colegas y nuevos músicos que van surgiendo y que vienen con sus propias ideas. Una de las clásicas sesiones es hacer standards en tonalidades incómodas y métricas diferentes, pero también alguien lleva música original para hacerla. Aparecen músicos muy interesantes en estas reuniones. Es muy formativo.

¿Y de esos encuentros cuáles son tus conclusiones?
–Que tengo que seguir estudiando.


jueves, 28 de agosto de 2014

Los músicos recomiendan (6): hoy Florencia Otero y Charles Mingus

Una vez más una ínterprete argentina recomienda un disco entre todos los discos de la historia del jazz. Florencia Otero reivindica aquí al Charles Mingus de  Mingus Ah Um 


"Espiritual, emotivo y potente"


Un disco que me conmueve y que tiene un nexo con la música de Joni Mitchell es Mingus Ah Um. Me parece un fundamental en cuanto a lo vanguardista e inusual de la instrumentación y me conmueve lo viva que se escucha la tradición negra a lo largo de todo el trabajo. Es espiritual, emotivo, potente y reivindica las raíces más profundas del jazz. Por eso lo elijo.

miércoles, 27 de agosto de 2014

Fischerman, en vísperas del concierto de Chick Corea


Esta noche se presenta Chick Corea en Buenos Aires, con su nueva banda The Vigil.  Lo que sigue es la entrevista que Diego Fischerman realizó con él y publicó hoy en el diario Página 12.





“Mi ‘secreto’ es siempre ser un estudiante”

Es uno de los grandes pianistas de la historia del jazz. Uno de los pocos –y tal vez uno de los últimos– que crearon lenguajes y cuyos rastros pueden ser seguidos en varias generaciones de sucesores. Chick Corea, después de su debut en 1962, con Mongo Santamaría y Willy Bobo, a los 21 años, y de su paso por los grupos de Blue Mitchell, de Herbie Mann y de Stan Getz, tuvo uno de los comienzos como líder más espectaculares que puedan imaginarse, con dos discos que quedaron para siempre como clásicos del género: Tones for Joan’s Bones, de 1966, y con Woody Shaw en trompeta, Joe Farrell en saxo y flauta, Steve Swallow en contrabajo y Joe Chambers en batería, y Now He Sings, Now He Sobs, de 1968, en trío con Miroslav Vitous en contrabajo y Roy Haynes en batería.

Después llegaría su fundamental pasaje por el grupo de Miles Davis, el Return To Forever acústico y latino de los comienzos y el que luego encarnó la versión más furibunda, eléctrica y compleja del jazz rock; la Elektric o la Akoustik Band; el mejor free con Circle y el trío ARC; los dúos con Herbie Hancock o con Gary Burton; las revisitas a sus propias invenciones; y más discos, muchos, tan distintos entre sí, dignos de cualquier antología: Friends, The Leprechaun, Three Quartets, The Griffith Park Collection, Voyage, los dos volúmenes de Improvisations, ARC, Again and Again, Crystal Silence, Romantic Warrior, Children Songs y el reciente Portraits, en piano solo (que acaba de ser publicado también en la Argentina). Parafraseando el título de una vieja colección de literatura infantil, bien valdría la apelación “elige tu propio Chick Corea”. Sin embargo, tal diversidad estilística no es tal. Siempre –como en Igor Stravinsky, otro transformer– se escucha allí al mismo creador. Y, además, ha logrado un estilo propio y absolutamente reconocible, aun en los usualmente impersonales teclados electrónicos.

“Cada uno de nosotros tiene la responsabilidad de vivir de acuerdo con los estándares que se ha fijado para sí mismo –reflexiona en diálogo con Página/12–. Demasiados acuerdos con ‘tendencias’ y ‘estilos’ merman la posibilidad de que las nuevas ideas surjan. Poner el propio estándar bien alto es el primer paso; pero el próximo paso es igualmente importante, o tal vez aún más. Hay que llevar las propias intenciones a través de ese estándar y no volver atrás por barreras o detenciones. Uno puede llamarlo ‘integridad artística’ o sólo simple ‘persistencia’. Pero, en cualquier caso, creo que esa podría ser la cualidad de individualidad en el jazz.”

En una entrevista con este diario, el pianista Stefano Bollani, que tocó a dúo con Corea, comentaba que lo que más le había llamado la atención era la relación del pianista con el estudio. El hecho de que siempre, aun siendo ya un músico absolutamente consagrado y con una técnica consumada, cada vez que lo encontraba o hablaba con él lo encontraba estudiando. El propio Corea se refiere a ello, mientras habla de lo que le dejó haber tocado con Miles Davis, Stan Getz o Anthony Braxton, y, de paso, brinda una suerte de posible enseñanza: “Mis logros han sido siempre el resultado de seguir mis intereses verdaderos o de permitirme a mí mismo estar interesado en lo que verdaderamente me interesa, y entonces ir más allá y aprender más acerca de ello, incrementando mis habilidades gradualmente mientras hago ese camino. Mi ‘secreto’ es ser siempre un estudiante y no el maestro que otros asumen que soy. Siempre he hecho todo lo posible por encontrar la compañía de artistas y músicos de gran habilidad y, trabajando para ellos o con ellos, observar cómo ellos logran hacer lo que hacen y aprender a aplicarlo en mi propia vida. Esa manera de actuar, pensar siempre qué es lo que se puede aprender de cada situación creativa, siempre ha funcionado bien para mí”.

Chick Corea es posiblemente el músico de jazz extranjero que más veces ha visitado la Argentina. Y la mayoría de las formaciones con las que ha tocado en las últimas décadas han actuado aquí, desde el fantástico dúo con el vibrafonista Gary Burton, y su Elektric Band, hasta eclécticos grupos como aquel de 1996 en el que participó en un homenaje a Piazzolla y, más recientemente, en 2012, con “Forever”, la versión acústica, con Stanley Clarke en contrabajo y Lenny White en batería, de aquel Return To Forever que cambió a un tiempo los límites del jazz y del rock (y que tan influyente resultó aquí para músicos como Luis Alberto Spinetta y Charly García). Hoy, el pianista volverá a actuar en Buenos Aires (en el Gran Rex, Corrientes 857, a las 21) y lo hará con su último proyecto, The Vigil. “Nuevas botellas, vino añejo”, había titulado Gil Evans uno de sus discos más importantes, y algo de eso hay en este grupo, donde la sonoridad remite a Return To Forever, pero la música suena con originalidad y frescura. Integrada por Marcus Gilmore en batería (incidentalmente, se trata del nieto de Roy Haynes), Hadrien Feraud en bajo, Tim Garland en saxo y el guitarrista Charles Altura, la banda se presentará en el Gran Rex. “No elijo tanto los sonidos como los músicos con los que hacer música. No es diferente con mi nueva banda”, dice el pianista. “Estos jóvenes músicos me inspiran. Aprendo de ellos cada noche, mientras viajamos y tocamos. De esa manera, todo se conserva fresco y lleno de vida.”

Con 73 años, Corea pertenece a la misma generación que el guitarrista John McLaughlin, esa que, hace unos cuarenta y cinco años, desde los grupos con los que Miles experimentó con instrumentaciones electrónicas y en sus posteriores ramificaciones, cambió masivamente el sonido y la concepción de la composición en el jazz. Una mirada apresurada podría hacer pensar que en el tiempo transcurrido desde aquellas revoluciones –y desde épocas en que se creía en las revoluciones– no ha sucedido demasiado. Y que todo sigue en las mismas viejas y sabias manos. “El mundo de la música está vivo y en buenas manos”, opina Corea. “Los músicos jóvenes y los nuevos artistas están creando cosas nuevas en todo el mundo y todo el tiempo. Lo que sucede es que nuestros sistemas sociales se han alterado y probablemente han cambiado para peor. La música es un fenómeno social; siempre lo ha sido. Y el espíritu de la creatividad está vivo en nosotros. El verdadero problema, pienso, es cuán amigable resulta el medio ambiente para permitir que esa creatividad florezca. Entonces, me parece, el jazz, o cualquier actividad creativa, está ‘en manos de’ todos los que creamos sociedades y ecosistemas culturales. Y cuantos más de nosotros creemos y participemos del mundo de las artes, más saludables serán los ecosistemas y más placenteras serán nuestras vidas.”

Entre los múltiples intereses musicales de Chick Corea apareció en algún momento el tango y, en particular, la obra de Astor Piazzolla. Parte de la responsabilidad fue de Gary Burton, quien muy joven, como bajista del cuarteto de Stan Getz, llegó a Buenos Aires en 1964 y compartió escenario con el formidable quinteto del bandoneonista. A partir de ese momento, se hacía mandar cada disco de Piazzolla y se convirtió en un auténtico fan. En los discos de Burton en dúo con Corea –una relación virtuosa que comenzó con el disco Crystal Silence, editado por ECM en 1972– aparecen las huellas de Piazzolla en más de un momento. “El gran Astor Piazzolla abrió muchas puertas musicales para mí”, dice Corea. “Y muchos músicos fueron conmovidos por su obra y por la inteligencia emocional de sus composiciones. Siempre tuve un interés muy especial por su música y ese interés se incrementó cuando me pidieron que escribiera tangos para una película. Al final, por mi propia recomendación, para ese film usaron tangos clásicos, pero el proyecto me permitió investigar mucho más profundamente en Piazzolla y en el tango.”

Pero el gran cruce musical de Corea fue con el flamenco en general (que influyó discos como My Spanish Heart, por ejemplo) y Paco de Lucía en particular (con quien tocó en el disco Zyrab). “Paco era un fenómeno artístico –recuerda el pianista–. El ayudó a que naciera una importante conexión entre el jazz y su propia tradición del flamenco. Fui afortunado al ser parte de ello, al convertirme en amigo de Paco y aprender muchísimo de él en cuanto a su relación con la música. En nuestros numerosos y preciosos proyectos conjuntos, me sentí muy fuertemente inspirado por Paco y la profundidad de su expresión. Le debo muchísimo.”


lunes, 18 de agosto de 2014

Un anticipo de la nueva visita de Chick Corea a la Argentina



Publicada en el diario Clarín, del 18 de agosto pasado, la siguiente entrevista entre Federico Monjeau y Chick Corea es un anticipo de la próxima visita del pianista a la Argentina.




“Mi misión es promover la libertad individual”

Nacido en Chelsea, Massachussetts, en 1941, el pianista y compositor Chick Corea forma un capítulo fundamental del jazz moderno. Entre 1968 y 1970 integró el quinteto de Miles Davis; en 1971 formó Circle (notable cuarteto de vanguardia completado por Dave Holland, Barry Altschul y Anthony Braxton) y grabó dos volúmenes de improvisaciones en piano solo para ECM que forman una de las grandes joyas de todo el jazz; en 1972 abrió la senda del jazz rock con Return to Forever; en 1976 renovó los lazos entre el jazz y la música española con el encantador My Spanish Heart. Su enorme discografía excede el campo del jazz, para incluir incursiones como dúos con el pianista clásico Friedrich Gulda y una formidable ejecución del Concierto para dos pianos K. 365 de Mozart junto con Keith Jarrett, mientras que sus Children Songs constituyen una exquisita extensión de Bela Bartok.

Ahora el músico vuelve a la Argentina para presentar su nuevo álbum The Vigil, con nueva banda y nuevas composiciones.La gira coincide con el flamante lanzamiento local de Portraits (Universal), de nuevo en piano solo, con standards, composiciones propias, reelaboraciones de piezas de Bartok y Scriabin y unos curiosos retratos musicales improvisados en salas de Cracovia, Vilnia, Casablanca e Easton (Maryland), con personas del público que aceptan subir al escenario y posar para estas breves pinceladas musicales.

“Ese es un juego que yo solía prácticar en casa con mi tío, con mi hijo o con amigos, y que todavía de vez en cuando hago”, cuenta el músico en conversación telefónica con Clarín. “Invento una pequeña melodía para describir su estado de ánimo y resulta bastante divertido”.

–¿Usted siempre necesita alguna imagen –objetiva o mental– como punto de partida para la improvisación?
No siempre. A veces puede ser algo más abstracto: un sonido o el recuerdo de un sonido; un acorde, dos notas. En el caso de losPortraits, no lo pienso mucho. Invito a una persona a subir al escenario y le pido que se siente en una silla cerca del piano. Le digo “hola”, le pregunto su nombre. Me dice “María”, por ejemplo, y ahí yo comienzo a crear una melodía como si estuviese pintando un retrato.

–Viendo el cuadernillo del disco, ¿le gusta mucho pintar y dibujar?
Es un hobby que me relaja. No son dibujos de Salvador Dalí, como usted habrá visto, pero es algo que me divierte hacer.

–Volviendo al tema de la improvisación, ¿cuál es la diferencia entre improvisar solo, como en su disco, e improvisar en grupo, como lo hará aquí con su banda?
Cuando estoy solo en la escena no hay ninguna otra influencia musical. Mi comunicación con la audiencia es muy directa, íntima. Con la banda es una conversación que viene y va. El pintor trabaja solo, el escritor también, pero el músico, en el caso del grupo de jazz, es hacer algo juntos en el instante mismo de la música.

–Usted siempre mantuvo una relación intensa con el repertorio clásico. ¿Qué piensa que puede darle usted como músico de jazz a un Concierto de Mozart, por ejemplo?
Nunca lo pensé en esos términos. Toco lo que me interesa, sin pensar en el efecto que esto pueda tener en la vida del repertorio clásico. Toco los autores que han significado una gran inspiración en mi vida como músico.

–Además de Mozart y Bartok, ¿qué toca con más frecuencia?
Voy cambiando, Bach está siempre, por supuesto. Pero últimamente me gusta mucho tocar en público alguna balada de Chopin o preludios de Scriabin.

–¿Cómo ve la escena actual del jazz en los Estados Unidos? Da la impresión de que el panorama es un poco más conservador que veinte o treinta años atrás, ¿no?
Todo es más conservador que veinte o treinta años atrás. El mundo se está volviendo cada día más maquinal y la individualidad de los artistas y de la creación, algo cada vez menos importante. No es así para la personas, pero sí para las instituciones. Es el modo en cómo la sociedad está evolucionando en un sentido más mecánico, y la música no está libre de eso.

–¿Y cuál es su posición como músico al respecto?
Cómo decirlo... mi misión es promover la libertad. La libertad individual. Quiero mantener la tradición de la improvisación y el contacto inmediato con la audiencia. Creo que eso es lo mejor que yo puedo ofrecer como artista.

–¿Qué podría decirme de su nueva banda?
Que tiene un fuerte toque latino y que está inspirada en la diversidad. Hay un bajista cubano, Carlitos del Puerto, y un percusionista venezolano, Luisito Quintero, y las conexiones con la música latinoamericana y el flamenco son muy estimulantes para mí. En la banda todo eso conecta con la tradición del jazz de Nueva York: Marcus Gilmore, el baterista, es nieto del gran Roy Haynes (también baterista). Charles Altura es un brillante guitarrista de California, mientras Tim Garland es un saxofonista y compositor que viene de Londres. Creo que esta diversidad le da una gran fuerza a la banda.