La disquería especializada en jazz Minton's fue creada en 1993 por Guillermo Hernández. Funciona en la Galería Apolo, Local 26 (Corrientes 1382 - Buenos Aires - Argentina). Con el correr del tiempo, se ha constituido en un sitio de reunión para músicos, periodistas y aficionados al género. Como consecuencias naturales de las reuniones que allí tienen lugar, poco a poco su campo de acción y especificidad han ido abarcando otras áreas. Este blog es prueba de ello.
jueves, 18 de septiembre de 2014
martes, 16 de septiembre de 2014
Ernesto Jodos tiene nuevo disco para noviembre
Publicada
sin firma en Clarín, del 16 de septiembre, una entrevista con Ernesto Jodos, donde se anticipa el
material de su próxima disco de piano solo.
“Tengo que seguir estudiando”
Una
atmósfera de sencillez se respira en la casa del pianista Ernesto Jodos, un
artista fiel a su propia experiencia y que viene construyendo su camino sobre
dos principios: talento y trabajo. Acaba de terminar su segundo disco de piano
solo, aún sin título, que saldrá en noviembre por el sello Blue Art, de
Rosario. “Fue un proyecto que venía postergando hasta que dije: es el momento.
Y me siento conforme con la música grabada. Fue una experiencia interesante
porque no hice standards, si no cinco composiciones mías y cinco piezas
improvisadas”, señala el pianista a Clarín.
“La
grabación fue en la casa del pianista clásico Alexander Panizza. Se armó un estudio
de grabación muy prolijo y además tiene dos pianos. Eso también colaboró para
la fluidez de este trabajo”, añade. Mientras desde lo alto de la discoteca
vigilan dos Premios Gardel, ganados por el tributo a Lennie Tristano y por Jardín seco, ambos grabados para Sony.
Son
pocos los músicos que hacen un disco de piano solo sin recurrir a los
standards.
Ya lo hice en mi primer disco. No me resulta interesante invertir dinero en grabar standards. Sentía también que no tenía mucho que decir con ese material. No ahora; en cambio quería desarrollar algunas ideas sobre composiciones propias que, incluso, venía haciendo con el cuarteto y encontré que sonaban bien con el piano. Tienen algo “cancionístico” y que ayuda a la hora de ser tocadas.
¿Qué
discos de piano solo son tus preferidos?
De años atrás nombraría cuatro Facing You, de Keith Jarrett; Open, to Love, de Paul Bley y las Improvisations I y II, de Chick Corea, todos editados por ECM. Creo que estos artistas cambiaron el enfoque sobre el piano solo. De los recientes, encuentro dos, el de Aaron Sparks y el de Craig Taborn.
Sobre
su tarea como compositor explica que no desarrolla una rutina. “Todos tenemos
tiempos distintos y no soy de sentarme diariamente a escribir. Es por momentos,
por días, por épocas”.
Con
catorce discos editados, Jodos es uno de los referentes que tiene el jazz en la Argentina y su música
parece sonar algo adelante en la escena local. “Por un lado están los standards, que es un material siempre
interesante para tocar e investigar. Sin embargo, mis preferencias están
orientadas a escribir música original. Se podría decir que intento componer
música en la cual las improvisaciones no se separen de la parte escrita, que
tengan una relación absoluta una con otra”, expresa el pianista autor de la
música del documental de Julio Cortázar Esto lo estoy tocando mañana, recientemente, estrenado en La Usina del Arte.
–Pregunta ineludible. ¿Cómo sentís que está
la escena actual?
–En
términos musicales está muy bien, aunque hay escasos lugares para tocar.
–¿Participás de jam sessions?
–No.
Más bien hay sesiones en casas con colegas y nuevos músicos que van surgiendo y
que vienen con sus propias ideas. Una de las clásicas sesiones es hacer
standards en tonalidades incómodas y métricas diferentes, pero también alguien
lleva música original para hacerla. Aparecen músicos muy interesantes en estas
reuniones. Es muy formativo.
–¿Y de esos encuentros cuáles son tus
conclusiones?
–Que
tengo que seguir estudiando.
jueves, 28 de agosto de 2014
Los músicos recomiendan (6): hoy Florencia Otero y Charles Mingus
Una vez más una ínterprete argentina recomienda un disco entre todos los discos de la historia del jazz. Florencia Otero reivindica aquí al Charles Mingus de Mingus Ah Um
"Espiritual, emotivo y potente"
Un disco que me conmueve y que
tiene un nexo con la música de Joni Mitchell es Mingus Ah Um. Me parece un fundamental en cuanto a lo vanguardista
e inusual de la instrumentación y me conmueve lo viva que se escucha la
tradición negra a lo largo de todo el trabajo. Es espiritual,
emotivo, potente y reivindica las raíces más profundas del jazz. Por eso lo
elijo.
miércoles, 27 de agosto de 2014
Fischerman, en vísperas del concierto de Chick Corea
Esta
noche se presenta Chick Corea en
Buenos Aires, con su nueva banda The Vigil. Lo que sigue es la entrevista que Diego Fischerman realizó con él y
publicó hoy en el diario Página 12.
“Mi ‘secreto’ es siempre ser un estudiante”
Es
uno de los grandes pianistas de la historia del jazz. Uno de los pocos –y tal
vez uno de los últimos– que crearon lenguajes y cuyos rastros pueden ser
seguidos en varias generaciones de sucesores. Chick Corea, después de su debut
en 1962, con Mongo Santamaría y Willy Bobo, a los 21 años, y de su paso por los
grupos de Blue Mitchell, de Herbie Mann y de Stan Getz, tuvo uno de los
comienzos como líder más espectaculares que puedan imaginarse, con dos discos
que quedaron para siempre como clásicos del género: Tones for Joan’s Bones, de 1966, y con Woody Shaw en trompeta, Joe
Farrell en saxo y flauta, Steve Swallow en contrabajo y Joe Chambers en
batería, y Now He Sings, Now He Sobs,
de 1968, en trío con Miroslav Vitous en contrabajo y Roy Haynes en batería.
Después
llegaría su fundamental pasaje por el grupo de Miles Davis, el Return To
Forever acústico y latino de los comienzos y el que luego encarnó la versión
más furibunda, eléctrica y compleja del jazz rock; la Elektric o la Akoustik Band ; el
mejor free con Circle y el trío ARC;
los dúos con Herbie Hancock o con Gary Burton; las revisitas a sus propias
invenciones; y más discos, muchos, tan distintos entre sí, dignos de cualquier
antología: Friends, The Leprechaun, Three Quartets, The Griffith
Park Collection, Voyage, los dos
volúmenes de Improvisations, ARC, Again
and Again, Crystal Silence, Romantic
Warrior, Children Songs y el
reciente Portraits, en piano solo
(que acaba de ser publicado también en la Argentina ). Parafraseando el título de una vieja
colección de literatura infantil, bien valdría la apelación “elige tu propio
Chick Corea”. Sin embargo, tal diversidad estilística no es tal. Siempre –como
en Igor Stravinsky, otro transformer–
se escucha allí al mismo creador. Y, además, ha logrado un estilo propio y
absolutamente reconocible, aun en los usualmente impersonales teclados
electrónicos.
“Cada
uno de nosotros tiene la responsabilidad de vivir de acuerdo con los estándares
que se ha fijado para sí mismo –reflexiona en diálogo con Página/12–. Demasiados acuerdos con ‘tendencias’ y ‘estilos’ merman
la posibilidad de que las nuevas ideas surjan. Poner el propio estándar bien
alto es el primer paso; pero el próximo paso es igualmente importante, o tal
vez aún más. Hay que llevar las propias intenciones a través de ese estándar y
no volver atrás por barreras o detenciones. Uno puede llamarlo ‘integridad
artística’ o sólo simple ‘persistencia’. Pero, en cualquier caso, creo que esa
podría ser la cualidad de individualidad en el jazz.”
En
una entrevista con este diario, el pianista Stefano Bollani, que tocó a dúo con
Corea, comentaba que lo que más le había llamado la atención era la relación
del pianista con el estudio. El hecho de que siempre, aun siendo ya un músico
absolutamente consagrado y con una técnica consumada, cada vez que lo
encontraba o hablaba con él lo encontraba estudiando. El propio Corea se
refiere a ello, mientras habla de lo que le dejó haber tocado con Miles Davis,
Stan Getz o Anthony Braxton, y, de paso, brinda una suerte de posible enseñanza:
“Mis logros han sido siempre el resultado de seguir mis intereses verdaderos o
de permitirme a mí mismo estar interesado en lo que verdaderamente me interesa,
y entonces ir más allá y aprender más acerca de ello, incrementando mis
habilidades gradualmente mientras hago ese camino. Mi ‘secreto’ es ser siempre
un estudiante y no el maestro que otros asumen que soy. Siempre he hecho todo
lo posible por encontrar la compañía de artistas y músicos de gran habilidad y,
trabajando para ellos o con ellos, observar cómo ellos logran hacer lo que
hacen y aprender a aplicarlo en mi propia vida. Esa manera de actuar, pensar
siempre qué es lo que se puede aprender de cada situación creativa, siempre ha
funcionado bien para mí”.
Chick
Corea es posiblemente el músico de jazz extranjero que más veces ha visitado la Argentina. Y la
mayoría de las formaciones con las que ha tocado en las últimas décadas han
actuado aquí, desde el fantástico dúo con el vibrafonista Gary Burton, y su
Elektric Band, hasta eclécticos grupos como aquel de 1996 en el que participó
en un homenaje a Piazzolla y, más recientemente, en 2012, con “Forever”, la
versión acústica, con Stanley Clarke en contrabajo y Lenny White en batería, de
aquel Return To Forever que cambió a un tiempo los límites del jazz y del rock
(y que tan influyente resultó aquí para músicos como Luis Alberto Spinetta y
Charly García). Hoy, el pianista volverá a actuar en Buenos Aires (en el Gran
Rex, Corrientes 857, a
las 21) y lo hará con su último proyecto, The Vigil. “Nuevas botellas, vino
añejo”, había titulado Gil Evans uno de sus discos más importantes, y algo de
eso hay en este grupo, donde la sonoridad remite a Return To Forever, pero la
música suena con originalidad y frescura. Integrada por Marcus Gilmore en batería
(incidentalmente, se trata del nieto de Roy Haynes), Hadrien Feraud en bajo,
Tim Garland en saxo y el guitarrista Charles Altura, la banda se presentará en
el Gran Rex. “No elijo tanto los sonidos como los músicos con los que hacer
música. No es diferente con mi nueva banda”, dice el pianista. “Estos jóvenes
músicos me inspiran. Aprendo de ellos cada noche, mientras viajamos y tocamos.
De esa manera, todo se conserva fresco y lleno de vida.”
Con
73 años, Corea pertenece a la misma generación que el guitarrista John
McLaughlin, esa que, hace unos cuarenta y cinco años, desde los grupos con los
que Miles experimentó con instrumentaciones electrónicas y en sus posteriores
ramificaciones, cambió masivamente el sonido y la concepción de la composición
en el jazz. Una mirada apresurada podría hacer pensar que en el tiempo
transcurrido desde aquellas revoluciones –y desde épocas en que se creía en las
revoluciones– no ha sucedido demasiado. Y que todo sigue en las mismas viejas y
sabias manos. “El mundo de la música está vivo y en buenas manos”, opina Corea.
“Los músicos jóvenes y los nuevos artistas están creando cosas nuevas en todo
el mundo y todo el tiempo. Lo que sucede es que nuestros sistemas sociales se
han alterado y probablemente han cambiado para peor. La música es un fenómeno
social; siempre lo ha sido. Y el espíritu de la creatividad está vivo en
nosotros. El verdadero problema, pienso, es cuán amigable resulta el medio
ambiente para permitir que esa creatividad florezca. Entonces, me parece, el
jazz, o cualquier actividad creativa, está ‘en manos de’ todos los que creamos
sociedades y ecosistemas culturales. Y cuantos más de nosotros creemos y
participemos del mundo de las artes, más saludables serán los ecosistemas y más
placenteras serán nuestras vidas.”
Entre
los múltiples intereses musicales de Chick Corea apareció en algún momento el
tango y, en particular, la obra de Astor Piazzolla. Parte de la responsabilidad
fue de Gary Burton, quien muy joven, como bajista del cuarteto de Stan Getz,
llegó a Buenos Aires en 1964 y compartió escenario con el formidable quinteto
del bandoneonista. A partir de ese momento, se hacía mandar cada disco de
Piazzolla y se convirtió en un auténtico fan. En los discos de Burton en dúo
con Corea –una relación virtuosa que comenzó con el disco Crystal Silence, editado por ECM en 1972– aparecen las huellas de
Piazzolla en más de un momento. “El gran Astor Piazzolla abrió muchas puertas
musicales para mí”, dice Corea. “Y muchos músicos fueron conmovidos por su obra
y por la inteligencia emocional de sus composiciones. Siempre tuve un interés
muy especial por su música y ese interés se incrementó cuando me pidieron que
escribiera tangos para una película. Al final, por mi propia recomendación,
para ese film usaron tangos clásicos, pero el proyecto me permitió investigar
mucho más profundamente en Piazzolla y en el tango.”
Pero
el gran cruce musical de Corea fue con el flamenco en general (que influyó
discos como My Spanish Heart, por
ejemplo) y Paco de Lucía en particular (con quien tocó en el disco Zyrab). “Paco era un fenómeno artístico
–recuerda el pianista–. El ayudó a que naciera una importante conexión entre el
jazz y su propia tradición del flamenco. Fui afortunado al ser parte de ello,
al convertirme en amigo de Paco y aprender muchísimo de él en cuanto a su
relación con la música. En nuestros numerosos y preciosos proyectos conjuntos,
me sentí muy fuertemente inspirado por Paco y la profundidad de su expresión.
Le debo muchísimo.”
lunes, 18 de agosto de 2014
Un anticipo de la nueva visita de Chick Corea a la Argentina
Publicada
en el diario Clarín, del 18 de agosto
pasado, la siguiente entrevista entre Federico
Monjeau y Chick Corea es un
anticipo de la próxima visita del pianista a la Argentina.
“Mi misión es promover la libertad individual”
Nacido
en Chelsea, Massachussetts, en 1941, el pianista y compositor Chick Corea forma
un capítulo fundamental del jazz moderno. Entre 1968 y 1970 integró el quinteto
de Miles Davis; en 1971 formó Circle (notable cuarteto de vanguardia completado
por Dave Holland, Barry Altschul y Anthony Braxton) y grabó dos volúmenes de improvisaciones
en piano solo para ECM que forman una de las grandes joyas de todo el
jazz; en 1972 abrió la senda del jazz rock con Return to Forever; en 1976
renovó los lazos entre el jazz y la música española con el encantador My Spanish Heart. Su enorme discografía
excede el campo del jazz, para incluir incursiones como dúos con el pianista
clásico Friedrich Gulda y una formidable ejecución del Concierto para dos pianos K. 365 de Mozart junto con Keith
Jarrett, mientras que sus Children
Songs constituyen una exquisita extensión de Bela Bartok.
Ahora
el músico vuelve a la
Argentina para presentar su nuevo álbum The Vigil, con nueva banda y nuevas composiciones.La gira coincide
con el flamante lanzamiento local de Portraits (Universal),
de nuevo en piano solo, con standards,
composiciones propias, reelaboraciones de piezas de Bartok y Scriabin y unos
curiosos retratos musicales improvisados en salas de Cracovia, Vilnia,
Casablanca e Easton (Maryland), con personas del público que aceptan subir al
escenario y posar para estas breves pinceladas musicales.
“Ese
es un juego que yo solía prácticar en casa con mi tío, con mi hijo o con
amigos, y que todavía de vez en cuando hago”, cuenta el músico en conversación
telefónica con Clarín. “Invento
una pequeña melodía para describir su estado de ánimo y resulta bastante
divertido”.
–¿Usted siempre necesita alguna imagen –objetiva
o mental– como punto de partida para la improvisación?
–No siempre. A veces puede ser algo más
abstracto: un sonido o el recuerdo de un sonido; un acorde, dos notas. En el
caso de losPortraits, no lo pienso mucho. Invito a una persona a subir al
escenario y le pido que se siente en una silla cerca del piano. Le digo “hola”,
le pregunto su nombre. Me dice “María”, por ejemplo, y ahí yo comienzo a crear
una melodía como si estuviese pintando un retrato.
–Viendo
el cuadernillo del disco, ¿le gusta mucho pintar y dibujar?
–Es un hobby que me relaja. No son dibujos de Salvador Dalí, como usted
habrá visto, pero es algo que me divierte hacer.
–Volviendo
al tema de la improvisación, ¿cuál es la diferencia entre improvisar solo, como
en su disco, e improvisar en grupo, como lo hará aquí con su banda?
–Cuando estoy solo en la escena no hay
ninguna otra influencia musical. Mi comunicación con la audiencia es muy
directa, íntima. Con la banda es una conversación que viene y va. El pintor
trabaja solo, el escritor también, pero el músico, en el caso del grupo de
jazz, es hacer algo juntos en el instante mismo de la música.
–Usted
siempre mantuvo una relación intensa con el repertorio clásico. ¿Qué piensa que
puede darle usted como músico de jazz a un Concierto de Mozart, por ejemplo?
–Nunca lo pensé en esos términos. Toco
lo que me interesa, sin pensar en el efecto que esto pueda tener en la vida del
repertorio clásico. Toco los autores que han significado una gran inspiración
en mi vida como músico.
–Además de Mozart y Bartok, ¿qué toca con
más frecuencia?
–Voy cambiando, Bach está siempre, por
supuesto. Pero últimamente me gusta mucho tocar en público alguna balada de
Chopin o preludios de Scriabin.
–¿Cómo ve la escena actual del jazz en los
Estados Unidos? Da la impresión de que el panorama es un poco más conservador
que veinte o treinta años atrás, ¿no?
–Todo es más conservador que veinte o
treinta años atrás. El mundo se está volviendo cada día más maquinal y la
individualidad de los artistas y de la creación, algo cada vez menos
importante. No es así para la personas, pero sí para las instituciones. Es el
modo en cómo la sociedad está evolucionando en un sentido más mecánico, y la
música no está libre de eso.
–¿Y cuál es su posición como músico al
respecto?
–Cómo decirlo... mi misión es promover
la libertad. La libertad individual. Quiero mantener la tradición de la
improvisación y el contacto inmediato con la audiencia. Creo que eso es lo
mejor que yo puedo ofrecer como artista.
–¿Qué podría decirme de su nueva banda?
–Que tiene un fuerte toque latino y que
está inspirada en la diversidad. Hay un bajista cubano, Carlitos del Puerto, y
un percusionista venezolano, Luisito Quintero, y las conexiones con la música
latinoamericana y el flamenco son muy estimulantes para mí. En la banda todo
eso conecta con la tradición del jazz de Nueva York: Marcus Gilmore, el
baterista, es nieto del gran Roy Haynes (también baterista). Charles Altura es
un brillante guitarrista de California, mientras Tim Garland es un saxofonista
y compositor que viene de Londres. Creo que esta diversidad le da una gran
fuerza a la banda.
viernes, 15 de agosto de 2014
Los músicos recomiendan (5): hoy Ada Rave y John Coltrane, Ornette Coleman y Eric Dolphy
Quinta entrega de los discos que los músicos de jazz argentinos recomiendan como importantes para su formación. En la oportunidad, la saxofonista y compositora Ada Rave envía su respuesta desde Amsterdam.
Hay tres discos que han creado en mi un punto visagra en mi vida, un fuerte punto de inflexión en mis decisiones y emociones, tres discos que hoy continuo escuchando y a los que le he tratado de sacar todo el jugo que he podido, tocando encima de ellos y cantando y tocando sus melodías y solos, y emocionándome hasta la médula.
"Un camino expresivo mas libre y experimental"
Hay tres discos que han creado en mi un punto visagra en mi vida, un fuerte punto de inflexión en mis decisiones y emociones, tres discos que hoy continuo escuchando y a los que le he tratado de sacar todo el jugo que he podido, tocando encima de ellos y cantando y tocando sus melodías y solos, y emocionándome hasta la médula.
El primero me ha hecho decidir en la adolesencia de que queria dedicarme a tocar jazz, y el segundo y tercer disco, ya cuando comenzaba a tocar en la escena de jazz de Buenos Aires, me han impulsado a continuar por un camino expresivo mas libre y experimental dentro del jazz y/o rozando también sus bordes. Hoy en día puedo decir que es difícil encasillar la música, a la que dedico todo mi tiempo en explorar, entre estos limites que he demarcado"
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